En términos estadísticos ya transcurrió 50% de la gestión de Luis Lacalle Pou en la presidencia. La gestión de la pandemia apenas iniciado el gobierno, el objetivo de bajar el déficit fiscal, la inseguridad y sus cifras, las promesas de campaña y su cumplimiento son aspectos que entran en juego a la hora de evaluar los dos años y medio de gestión del gobierno. En el medio de todo, un proceso de referéndum en el que se ratificó, por la mínima diferencia, el buque insignia del gobierno: la ley de urgente consideración.

¿Qué balance se puede hacer de la gestión de Lacalle Pou y sus socios hasta ahora, y qué queda para la segunda mitad del camino? Para responder esas preguntas la diaria consultó a los politólogos Daniel Buquet, Adolfo Garcé, Diego Luján, Antonio Cardarello y Victoria Gadea.

Un ejercicio “personalista” de la presidencia

“Sin dudas”, la gestión de Lacalle Pou puede ser vista como “personalista”, consideró Gadea. Eso, según dijo, se debe a que puede ser el camino que encontró el presidente para “gestionar y coordinar” una coalición “diversa y recién estrenada”. “Más allá de algunos roces y desencuentros, parece funcionar”, valoró. Gadea evaluó que es un gobierno con una “alta exposición pública” del presidente, inicialmente por la pandemia, luego por la campaña por la LUC y ahora “es parte de la forma de gobernar”.

Luján coincidió en que el ejercicio del presidente es “de tipo personalista”: “No sólo son contados los Consejos de Ministros, sino que la figura del presidente –con variaciones– es casi omnipresente. A su vez, esto ha dejado a los socios de la coalición en una posición de cierta subordinación a la figura presidencial”, expresó. Además, sostuvo que dentro del Partido Nacional no hay un sector que se desmarque del presidente “ni que genere un perfil alternativo”. Para el politólogo, esto es una novedad dentro de los partidos tradicionales, “donde en general quien ejercía la presidencia era un líder sectorial que enfrentaba la oposición del resto de los partidos, pero a la vez tenía desafíos internos. Hasta aquí, la figura del presidente ha sido la que marca el pulso del gobierno”.

Garcé sostuvo que “no puede haber un buen gobierno sin un buen jefe”, algo que Lacalle Pou “demostró”. “Tiene el sentido de la urgencia que, hace 30 años, vimos en su padre [Luis Alberto Lacalle Herrera]. Es un presidente que toma el riesgo de exponerse ante la opinión pública”, expresó, y agregó que no ha jerarquizado el Consejo de Ministros como ámbito de coordinación o de deliberación, sino que prefirió relacionarse uno a uno con sus ministros y también “pico a pico” con los líderes de los demás partidos de la coalición. Además, valoró que demostró “cierta vocación” por ser un actor “relevante” en la política regional.

Buquet consideró que hay un buen manejo del gobierno en términos comunicacionales o, al menos, de liderazgo: “Se muestra un presidente firme, conductor del gobierno, pero creo que estamos en este momento justamente de la situación fluida que en el mediano plazo, sea hacia la próxima elección o la segunda mitad del gobierno, va a depender mucho más de la evolución socioeconómica”, analizó. Lo que valora la población, dijo, son cómo están los niveles de inflación, el ingreso de los hogares, los datos sobre desempleo y, por otro lado, la seguridad pública, “que sabemos que es uno de los temas que tienden a estar en el primer lugar de la de las preocupaciones”.

La luna de miel y un “casi tropezón”

La aprobación del presidente sigue parecida a cuando inició su gestión: 50% aprueba cómo lleva adelante su administración. Para Buquet, al gobierno le ha ido “en general bastante bien” en términos de opinión pública, porque si bien ha reducido levemente su nivel de aprobación y ha tenido un aumento más considerable de la desaprobación, “no tuvo, como en otros casos o en otros países ocurre, un fin de la luna de miel”.

Ese alto nivel de aprobación, a grandes rasgos, se debe a la gestión de la pandemia, y en la medida en que la situación de la pandemia quede atrás “hay que ver si ese nivel de aprobación no era excesivamente dependiente de ese tema, porque en los otros temas más relevantes el gobierno no tiene tanto nivel de aprobación”, como en la seguridad y en lo socioeconómico, donde se perdió poder adquisitivo en los últimos dos años.

Gadea también resaltó que la gestión de Lacalle Pou tiene la particularidad de que se inició con la pandemia, por eso se le “extendió el crédito electoral y todos sus proyectos están condicionados por esta excepcionalidad”. “El estado de emergencia se percibía a nivel internacional y Uruguay pasó el período de pandemia con nota positiva. Sin embargo, no se debe dejar de lado que los gobiernos son electos para gestionar también en la adversidad y la excepcionalidad”, consideró.

Según Gadea, la LUC se impuso con “apoyo ciudadano”, lo que es una “buena noticia” para el gobierno, que obtuvo la legitimación popular “sin atravesar una elección de medio término”. “El volumen de apoyo fue similar al de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales siendo esta una votación también dicotómica; parece que el electorado no se movió. Eso es una buena noticia para el gobierno, que cuenta con el crédito suficiente para continuar su camino”, apuntó.

Por su parte, Garcé opinó que “el triunfador nunca obtiene todo lo que espera” y “el perdedor nunca pierde del todo”. Esto vale para el resultado de la LUC, agregó, y explicó que el gobierno “logró su meta”, pero con mucho menos margen del que esperaba. El FA, en tanto, “perdió, pero por muy poco”. Por esto el gobierno se “alarmó y tomó nota” del resultado.

Garcé expresó que al momento le “parece un buen gobierno” porque, desde su punto de vista, un “buen gobierno” es aquel que hace un “esfuerzo visible y persistente” por “cumplir” sus promesas electorales. “Este gobierno lo hace. En general, la orientación de las políticas públicas que se vienen llevando adelante fueron anunciadas durante la campaña: reducción del déficit fiscal, rentabilidad, apertura comercial, ‘mano dura’ en materia de seguridad... Un buen gobierno es también aquel que se las ingenia para hacer frente a circunstancias imprevistas. Este gobierno lo hizo”, consideró.

De todos modos, Garcé señaló que hay una promesa que al gobierno “le cuesta demasiado cumplir”: la de dialogar con la oposición para incluirla en decisiones “importantes”.

En tanto, para Cardarello quedó la sensación de “empate”, y por eso se vio en la “necesidad “de seguir actuando coordinadamente, en palabras del líder cabildante Guido Manini Ríos, porque “ante el mínimo error se pierden las elecciones”. “Reafirma la estrategia de seguir cuestionando la gestión anterior del FA y volver a controlar la agenda que se perdió con la recolección de firmas y posterior referéndum”, expresó.

Desafíos

El gobierno tiene dos “grandes” reformas por delante: la educativa y la previsional. Según Garcé, ahora se vienen dos años “decisivos”, en los que el gobierno debe acelerar para “cumplir” con sus promesas. Para el politólogo, Lacalle Pou ganó con la promesa de cambios y, si el gobierno “quiere ser reelecto”, cuando llegue el momento, “deberá poder mostrar logros muy concretos en distintas áreas”. Por ejemplo, el politólogo mencionó que debe lograr el “crecimiento económico sin inflación y disminución del déficit fiscal con rebaja de tarifas e impuestos”; en materia de seguridad alcanzar “números sensiblemente mejores que los del último gobierno del FA” y en materia de reformas avanzar visiblemente “en apertura comercial, transformación educativa y reforma de la seguridad social”.

En tanto, Buquet se preguntó: “¿La seguridad mejoró? Eso está en cuestión. Es un tema crítico para el gobierno no sólo por la situación porque, no creo que se le pueda atribuir responsabilidad en el aumento de los homicidios. Lo que el gobierno hizo mal, en términos de resultados, fue cantar victoria antes de que le pusieran el VAR”.

Para Luján, en el caso de la reforma educativa no se sabe “con precisión” qué implica y “cuál puede ser su profundidad”. Y respecto de la reforma de la seguridad social, dijo que todavía es prematuro para saber si podrá aprobarse en este período de gobierno. Asimismo, dijo que estos dos temas configuran desafíos de relevancia para el gobierno, como la seguridad pública, el control de la inflación, y las políticas sociales. Además, señaló que tiene que sostener los niveles de crecimiento económico y mejorar los salarios para alcanzar los niveles prepandemia. “Estos desafíos marcarán el futuro escenario electoral, que comenzará a despuntar hacia finales de 2023”, concluyó.

Por su parte, Cardarello expresó que el último año de periodo estará “netamente destinado al gobierno”, y a su vez, tratarán de avanzar en la reforma educativa y aprobar la reforma previsional “tratando de dejar mal parado al FA por irresponsabilidad al no acompañar la reforma”.

Aclaración: En la versión original de esta nota decíamos que el politólogo Adolfo Garcé consideraba que en lo que va del período de gobierno hubo “crecimiento sin inflación, y disminución del déficit fiscal con rebaja de tarifas e impuestos”, que en seguridad hay “números sensiblemente mejores que los del último gobierno del FA”, y en materia de reformas que hay un “avance visible en apertura comercial, transformación educativa y reforma de la seguridad social”. Sin embargo, como señala la nota actualizada, se refería a los desafíos que tiene el gobierno para lo que resta del mandato. Disculpas al involucrado y a los lectores.