El barrio Tobogán al Fondo está ahí, al fondo. Geográficamente es la parte trasera del barrio El Tobogán, la que está contra el arroyo Pantanoso, y en la lista de prioridades de las autoridades nacionales y departamentales está “al fondo del fondo”, como dijo una de las integrantes de la novel comisión –formada hace unos tres meses–, Analía Cúcaro, a la diaria.

Si bien hasta 2021 eran un solo barrio, “el Día del Niño del año pasado” –así lo recuerdan– se enteraron de que El Tobogán sería dividido administrativamente. Fue la única noticia que tuvieron en mucho tiempo en un barrio que, cuando el arroyo crece, se llena de residuos, infecciones, ratas y otras alimañas, un barrio integrado por 67 familias en el que “cuando llueve los niños no pueden ir a la escuela porque vivimos en el barro” y un barrio que, debido a la precaria instalación eléctrica, el año pasado lamentó el fallecimiento de una niña de dos años electrocutada.

Estas son algunas de las historias que contaron Analía y Leticia Barboza, otra integrante de la comisión, durante una manifestación llevada a cabo este viernes en la entrada del Cerro de Montevideo en conjunto con el asentamiento Nuevo Comienzo, otro barrio formado con base en ocupaciones irregulares y que hace ya dos años enfrenta desalojos y procesos judiciales.

Foto del artículo 'Al fondo del tarro: vecinos de asentamientos se movilizaron en la entrada del Cerro'

Foto: Alessandro Maradei

El frío había caído de repente unos minutos antes de las 17.30. A pesar de que el tímido sol del invierno hacía lo posible por impedirlo, era inevitable sentir las manos entumecidas, más en la plaza Rodney Arismendi, donde el viento corta y cala hasta el fondo sin mucha piedad. Allí se concentraron los vecinos de ambos asentamientos y, protegidas por gazebos instalados casi sobre la vereda, cuatro ollas populares que iban a servir comida luego de la manifestación: El Esfuerzo, Taquarita, Tróccoli y Terminal del Cerro.

Cuando se hizo la hora, desde los parlantes se alentó a recoger los pasacalles y cortar Carlos María Ramírez en intervalos breves. Como una coreografía un poco torpe, los convocados se colocaban de forma perpendicular a la calle, detenían el tránsito de varias cuadras y repartían algunos volantes en los que se marcaban algunas de las principales reivindicaciones de los vecinos que quizá podrían resumirse en las palabras “vivienda digna”.

“Todos tenemos niños ahí, no nos quedó de otra que ocupar; hay niños con muchas carencias y nadie se arrima a preguntar ‘¿qué necesitan?’”, sostuvo Leticia; ahora, sin embargo, el miedo pasa por ser dejados de lado en las relocalizaciones previstas. Por lo pronto, la comisión realizó una solicitud a UTE para regularizar las instalaciones eléctricas que no ha tenido respuesta.

Nuevo Comienzo, mismas historias

El frío termina de asentarse una vez que se va el sol. Gerardo está abrigado de pies a cabeza y aun así tiene que moverse un poco para entrar en calor. Con el paso de los años, se ha convertido en una de las voces más escuchadas tanto a la interna como para afuera del barrio. También participa en el Consejo Vecinal del Municipio A, y fue ahí donde se enteró de la situación de Tobogán al Fondo, una situación “hasta capaz que peor que la de nosotros”.

“Si bien tienen las casas en su mayoría de material, están al lado del Pantanoso y cada vez que llueve se inunda todo, tienen además tremenda problemática de salubridad”, contó a la diaria. Fue por eso que se le ocurrió organizar la actividad, porque la idea de “hacerse oír” responde también a que “el vecino mismo del Cerro o de los barrios que tienen cerca los asentamientos se tiene que involucrar, porque cada vez que los vecinos de esos barrios aledaños se alejan del asentamiento, más lo marginalizan”.

Foto del artículo 'Al fondo del tarro: vecinos de asentamientos se movilizaron en la entrada del Cerro'

Foto: Alessandro Maradei

Eso provoca, según Gerardo, que “la problemática” se haga “cada vez más grande”. “Cuanto más nos marginalizan, la cultura cambia, sin trabajo, sin estudio, así estamos en varios barrios. Somos culpables como sociedad de que esas cosas no cambien”, sentenció.

En tanto, en Nuevo Comienzo sostienen la olla y las reuniones con la Fiscalía, el Ministerio de Vivienda, la Intendencia de Montevideo y cuanto jerarca les quiera prestar un oído y conocer la situación de las 118 familias que viven por Camino Sanfuentes. En un momento en el que llegó la Policía a tomar los datos de quienes estaban cortando la calle, el oficial se mostró sorprendido al escuchar que fueron recibidos en la Presidencia hace unos meses.

Sin embargo, la situación no cambia. “La prórroga es para los que están procesados, para setiembre son nueve familias y después tenés otras cuatro familias que están a la espera de una prórroga de 120 días”, explicó Gerardo. Y así continúan, entre prórrogas y esperas, siempre al fondo.