“Somos como una especie de orquesta, que se presenta junta”, dijo este miércoles de tarde el exmandatario blanco Luis Alberto Lacalle Herrera ante la Junta Departamental de Montevideo (JDM), en el acto homenaje en el que se les entregó el galardón San Felipe y Santiago de Montevideo a los expresidentes vivos –además de él, el colorado Julio María Sanguinetti y el frenteamplista José Mujica– “por sus reconocidas trayectorias políticas”.

El homenaje, que fue impulsado por el Partido Colorado (PC), contó con varios discursos de ediles de los distintos partidos y también con breves palabras de la intendenta de Montevideo, Carolina Cosse, quien resaltó que esta distinción se otorga en el marco de un “intenso año de trabajo” de la JDM en torno al aniversario de los 50 años del golpe de Estado, “con una gran cantidad de actividades, rodeando el cuidado por la democracia”. Así como también los 40 años del acto del Obelisco, que se conmemoró hace pocos días, donde “de vuelta hubo una expresión importante de unidad por los valores profundos de la democracia”, dijo Cosse.

Al final del evento hablaron los tres expresidentes. Empezó Sanguinetti, señalando que asume el reconocimiento, “más que como una distinción personal, como una ratificación institucional”, dado que “lo que importa acá es el juego simbólico de las instituciones”. “La democracia es simbólica y debe cuidar sus símbolos, porque la democracia se basa en las formas legales, institucionales, que son las que aseguran luego la posibilidad de discutir las sustancias, porque si perdemos la forma, no llegamos nunca a la sustancia”, indicó.

El expresidente colorado destacó que existe la posibilidad del debate y dijo que hay que preocuparse “el día que no lo tengamos suficientemente”. “Más en una América Latina que no nos hace felices, porque hoy no estamos viviendo la América Latina que nos gustaría, sino con una democracia asediada”, acotó.

Además, aprovechó para decir que, dado que en los últimos tiempos se ha hablado mucho de “castas” y en Uruguay también se suele hablar de “la clase política”, se rebela contra esas expresiones, porque la dirigencia política de Uruguay “es la expresión plural de nuestra sociedad”.

Sanguinetti dijo que los políticos uruguayos vienen de “los más diversos orígenes” y por eso son “lo más opuesto a una clase”. Puso como ejemplo que los Herrera y los Batlle son una familia “de tradición colonial, no oligárquica”, así como él, el fallecido presidente Tabaré Vázquez o Cosse vienen de “clase media de profesionales”, mientras otros tienen orígenes “del mundo intelectual”, como Danilo Astori y Juan Pivel Devoto, y también los hubo “de los medios más humildes”, como el presidente colorado Tomás Berreta y, por último, “de la mezcla inmigratoria”, como “el colega Mujica, que entrevera nada menos que a vascos con italianos, que no es poca cosa”.

Por su parte, Lacalle Herrera subrayó que estamos inmersos en un mundo político que para él es “prácticamente ajeno”, ya que cuando fue presidente (entre 1990 y 1995) “no había internet ni teléfonos móviles”, y dijo que realmente lo “alarma” que los elementos tecnológicos, “que deben servir para la mejora de la sociedad, muchas veces en el campo político se usan para el peor de los fines, que es el de destratar y descalificar, con el agravante de la cobardía”.

“Tenemos una campaña por delante, no va a ser suave; me parece muy bien, si algo sabemos los blancos es hacer campañas en condiciones difíciles. Entonces, me parece que lo más importante sería que lo que acá se dice se transmita de la mejor manera a cada uno de los partidos y las agrupaciones”, señaló. Agregó que los homenajeados no son “otra cosa que una representación”, por lo tanto, el evento representa “un homenaje a tres fuerzas políticas que llegaron al poder mediante el voto secreto”.

Mujica: la fila india y los caciques

Por último, Mujica dijo que “sentimentalmente” no es demasiado afecto a los homenajes, pero carga “con la culpa de haber sido presidente” y al país “le ayuda el cultivo de esta imagen”. Subrayó que a veces se habla de hechos históricos, pero “todo es relativo” y una “cuestión de tiempo”, dado que “100.000 años no es nada en la vida de la Tierra”. “Dentro de 100.000 años no queda ni el recuerdo de los que estamos acá, por eso todo es relativo”, insistió.

Mujica resaltó que el PC y el Partido Nacional “siempre tuvieron corrientes en sus entrañas”, es así que “los líos” de ambas colectividades políticas “no empezaron hoy ni ayer, no eran monolíticos como los partidos europeos”, y por eso “tal vez en este país tenemos esa cosa tan rara que es una izquierda toda junta”. Agregó que él no es “otra cosa que un paisano que simboliza algo”, pero ama la vida: “Primero la vida, después la libertad y siempre la esperanza”.

“La vida me enseñó que la democracia no es perfecta, no lo puede ser porque ninguna construcción humana es perfecta, pero tiene la ventaja de que no se reconoce perfecta sino que es mejorable, sucesivamente; por momentos es contradictoria, y con peligros permanentes, hay que cuidarla”, analizó Mujica, y sobre la idiosincrasia nacional dijo que “Uruguay tiene una democracia de partidos, no de grandes líderes que cambien la historia, sino ciertos apellidos que en determinados momentos representan”. “Lo esencial es el pacto colectivo que significan los partidos, que han construido nuestra historia, y tenemos que cuidar eso. Las personalidades tienen importancia, pero lo que cambia la historia es el tamaño de la fila india, no los caciques”, finalizó Mujica.