A semanas de que España asuma la presidencia de la Unión Europea (UE), la Cámara de Comercio de ese país, instalada en Uruguay, coordinó un conversatorio sobre los beneficios que traerá un acuerdo entre el bloque europeo y el Mercosur, una idea que está instalada desde hace más de 20 de años y que, si bien hubo ciertos avances, la concreción no llegó a su puerto final.

En el evento participaron varias figuras uruguayas, entre ellas, la vicepresidenta de la República, Beatriz Argimón, el excanciller Enrique Iglesias y, desde España, el director del think tank Ceres, Ignacio Munyo, compartiendo escenario con el secretario de Estado para Iberoamérica y el Caribe y el español en el Mundo, Juan Fernández Trigo.

En síntesis, todos hablaron de las ventajas del posible acuerdo, del que el presidente, Luis Lacalle Pou, ha dicho que es “poco optimista” que se arribe durante su período de gobierno. Argimón indicó que ese entusiasmo, con el tiempo, “fue cayendo”. De igual manera, expresó que esos procesos “son lentos” porque “hay muchos intereses en juego”.

“Basta ver el relacionamiento en el Mercosur, lo que implica hacer un acuerdo nuestro con otros que han pasado un proceso también de años. Esto significa mucho de conversación y espera. Este acuerdo de asociación crea un espacio de diálogo y cooperación en todas las áreas incorporadas al acuerdo en donde se encuentra lo medioambiental. Esto merece una pronta solución para poder terminar exitosamente estas negociaciones”, apuntó, y añadió que Uruguay es un país con estabilidad democrática, jurídica, y que adhiere a convenios internacionales y los “respeta”.

Por su lado, Iglesias sostuvo que este acuerdo “tiene que servir para el mundo del futuro” porque “más que un acuerdo comercial” tiene en la mira potenciar las relaciones dinámicas entre Europa y América Latina “en un mundo de cambios”.

En ese marco, dijo que es “inadmisible” no tener en cuenta lo ambiental. “Es un tratado para los problemas que vienen de acá a 20 años, se necesita mucha flexibilidad y racionalidad para entender que hay que tener un tratado. Queremos culminar este proceso de hace largo tiempo”, expresó, y sostuvo que “da una esperanza adicional” la presidencia de España en la UE.

En tanto, luego de un breve recuerdo de su pasaje por Uruguay en 2019, año en que se ultimaron algunos detalles del preacuerdo entre los bloques, Fernández Trigo, señaló que es uno de los “expedientes” en los que llevamos “más tiempo trabajando”.

En ese sentido, auguró que cuando España asuma la presidencia de la UE, a principios de julio, esperan darle un “impulso trascendental”. “Llevamos más de 20 años negociando este acuerdo. Hay mucho escepticismo por parte de algunos pero también hay entusiasmo y convicción por parte nuestra. Creo que en nuestros filas y en las del Mercosur tenemos reticencias pero también convicción y entusiasmo por parte de muchos”, sostuvo.

Asimismo, dijo que en estos momentos hay quienes piensan que los compromisos en materia ambiental por parte de algunos países del Mercosur “deben ser más consistentes y, por otra parte, desde ese bloque creen que hay ciertos desequilibrios en el acuerdo de 2019 que deben ser revisados”. “Tenemos que darnos cuenta de que los temas son susceptibles de ser mejorados sin necesidad de reabrir el acuerdo”, apuntó.

Papel principal

Fernández Trigo expresó que Uruguay tiene un “papel principal” en esto porque “siempre ha sido un convencido de llegar a un acuerdo con UE; es un país muy volcado al exterior”. “Sabemos que tenemos un socio convencido y comprometido y a veces un tanto impaciente y no le falta razón para esa impaciencia. El acuerdo aspira a consolidar un modelo económico basado en la inversión y comercio como factores de crecimiento. Hablamos de que entre la UE y el Mercosur, antes de que este acuerdo esté en vigor, tenemos un volumen entre bienes y servicios de unos 122.000 millones de euros. Podríamos imaginar lo que se puede multiplicar si ponemos en marcha una zona de libre cambio de 750 millones de personas”, señaló.

“Cuando nos reprochan que no hay suficiente compromiso medioambiental, creo que precisamente en el mismo acuerdo se puede reforzar la defensa del medioambiente”, dijo en el alusión a los críticos con el acuerdo. “España está convencida de las ventajas de este acuerdo y es importante que no nos fijemos en la situación en que quedan los productores, sino también en las ventajas que obtienen los consumidores cada vez que se produce un acuerdo, cómo hay una rebaja de los precios. Si entramos en un impasse, esta vez puede ser irreversible”, expresó.

Por otro lado, opinó sobre el lugar que ocupa hoy China: “Es prominente en el comercio internacional, por ejemplo, en el 2021 el volumen de comercio entre ese país y América Latina ha llegado a los 450.000 millones de dólares, casi el doble que la UE tiene con América Latina. Creo que tenemos que convencer a los resistentes dentro de cada uno de los bloques; España hace un esfuerzo para que eso suceda, la idea es llegar a buen puerto con este acuerdo”.

Por su parte, el director general de Casa de América, Enrique Ojeda, dijo que el acuerdo impondría un ahorro arancelario de más de 4.000 millones de euros al año para la UE, en el que se “beneficiarán” empresas y ciudadanos. “El camino hasta aquí ha sido un proceso quizá más largo del que todos querríamos; comenzó en el 2000 con la primera reunión del comité de negociación Mercosur-UE. Tras muchas negociaciones creemos, aspiramos a estar en la fase final. Ese acuerdo global supone una oportunidad única para ambas regiones”, sostuvo.

En tanto, el embajador de España en Uruguay, Santiago Jiménez Martín, señaló que este acuerdo es “una gran oportunidad” y es una “poderosa señal” de alianza entre dos regiones comprometidas con la democracia, la paz y los derechos humanos, además del desarrollo sostenible.

En ese sentido, se refirió a los beneficios sociales, por ejemplo, proteger los derechos laborales de los ciudadanos: “Debemos mandar un mensaje al mundo de que no competimos rebajando esos estándares, sino ampliándolos. Garantizando la no discriminación, la prohibición del trabajo infantil, todo en el marco del respeto del convenio de la OIT. Este acuerdo es un importante mensaje al mundo de que nos tomamos el medioambiente y el desarrollo sostenible muy en serio. Las dificultades vienen porque estamos fijando estándares elevadísimos. Nos comprometemos a cuidar nuestro planeta más y mejor”.

Desde una óptica social, Jiménez Martín expresó que el acuerdo es un “win-win” para todos los países de la UE y el Mercosur: “Es un ejemplo para el mundo porque comparten valores comunes”, afirmó, y agregó que el costo de la falta acuerdo “sería muy alto”, no sólo en términos comerciales. “Animo a todos a seguir trabajando para que este acuerdo sea una realidad”, manifestó.

Por último, Munyo consideró que se trata de un acuerdo “estratégico”, aunque no sea el “ideal”: “Es un gran avance al acuerdo existente”, apuntó, y concluyó que de no alcanzarse, será un “gran fracaso” del Mercosur.