“La Raffoneta va”, dice en un pizarrón del novel comando de campaña de Sumar –ubicado en Plaza Independencia, frente a la Torre Ejecutiva–, el movimiento que Laura Raffo presentó oficialmente el jueves, que la apoyará para competir en la interna del Partido Nacional (PN) como precandidata a la Presidencia, en 2024. En el acto, la dirigente resaltó la importancia de una “segunda etapa de transformaciones” impulsada por otro gobierno de coalición liderado por el PN y presentó a quienes se cobijan en su sector: el herrerismo, Alianza Nacional y el Movimiento Nacional de Rocha, pero espera sumar a más gente, y por eso lo bautizaron así.

El lanzamiento tuvo todos los condimentos de una campaña electoral, pero Raffo dice que “todavía falta” para esa instancia. “El acto fue una linda puesta en escena, de apoyos, pero aún no estamos en campaña. La gente, en su casa, no está pensando en una campaña electoral, va a pensar el año que viene. Los dirigentes políticos nos estamos organizando, por supuesto”, dijo Raffo, en entrevista con la diaria.

En la presentación del jueves dijiste que el presidente Luis Lacalle Pou fue el que te “convenció de entrar en la política”. Tu padre, Juan Carlos Raffo, fue diputado, senador y ministro de Transporte y Obras Públicas del gobierno de Luis Alberto Lacalle Herrera. ¿Por qué no se te dio por entrar mucho antes?

Porque cuando arranqué mi carrera, en la Facultad de Economía de la Udelar, me gustaba mucho ver la economía del país pero también de las empresas, me metí a laburar en el diario El Observador y me enganché en el mundo privado. Soy de 1973, año del golpe de Estado, entonces, lo que viví de política en mi casa fue el retorno a la democracia, ir a buscar a Wilson [Ferreira Aldunate] al puerto; toda esa parte que te genera mucha adrenalina y convicción la viví de chica. Pero cuando sos periodista no te podés dedicar a la política, tenés que ser objetivo. Entonces, toda esa militancia y ese fervor que viví en mi casa y de joven militante lo frenó la carrera profesional, porque tenía que mantener una objetividad y una neutralidad. Y bueno, sí, me convenció el presidente.

¿Qué fue lo que te dijo para convencerte, en 2020, cuando fuiste candidata a la Intendencia de Montevideo [IM] por la coalición?

En realidad, empecé a conversar con él bastante antes, en 2012. Nos conocemos de toda una vida, por ser de la misma generación; pero en ese año, cuando él inició su primer intento de postularse a la interna blanca, nos juntamos a charlar –yo ya tenía mi segmento de análisis económico en Telemundo– y me dijo que le gustaría que me sumara. En 2012 tenía hijos chicos, mi laburo en el sector privado –no sólo en Telemundo–, e implicaba dejar todo eso de lado, y no me animé. En 2020, sí.

¿Qué cambió?

Empecé a sentir entusiasmo porque después de 15 años de gobiernos del Frente Amplio [FA] ganaron la coalición y el PN, se iba a cambiar el rumbo y estábamos convencidos de que podíamos hacer las cosas de manera diferente; me gustó la posibilidad de formar parte y de poder contribuir en algo. Este año voy a cumplir 50, llega una etapa de tu vida en la que decís “¿en qué contribuiste a tu comunidad, a tu país, a la gente?”. Y Luis, además, es muy persuasivo; no le decís que no al presidente de la República.

Luego de la experiencia como candidata a la IM, ¿por qué decidiste competir a nivel nacional?

Fue una combinación de factores. El proyecto de Montevideo creció mucho, armamos un equipo con los alcaldes, la bancada de ediles, los concejales y el Centro de Estudios Metropolitano, que lo creamos desde cero para generar propuestas y diagnóstico. Claramente, después de esa metodología de trabajo, había expectativa de que fuera de vuelta candidata a la IM, pero con el equipo creímos que era más importante aún garantizar que hubiese un segundo gobierno de coalición en el país, liderado por el PN, y que para eso era necesario que todos compitiéramos en la cancha nacional.

En el acto dijiste que tu equipo está trabajando “para bajar el costo de vida para todos los uruguayos”. ¿Cómo?

Este equipo económico [el del gobierno] ha trabajado muy bien el control de la inflación, que ha bajado: está en alrededor del 6% y se espera que llegue al 5% en setiembre. Yo me refiero al costo estructural de vida. Es decir, Uruguay tiene un nivel de precios caros, que se arrastra desde hace años. Es caro tomarte un café cuando comparás con otra parte del mundo, o es caro el supermercado. Tenemos equipos que están trabajando distintas líneas para bajar ese nivel de costos. Una de ellas tiene que ver con la formación de precios, a través de las importaciones: habría que facilitar los trámites de importación para pequeños comercios. Otra línea es identificar las barreras y los costos que tiene el Estado en muchos comercios: tasas, certificaciones, permisos del Ministerio de Salud Pública, del Ministerio de Ganadería, del LATU, que hacen a la formación de precios y los encarecen. Finalmente, el fomento de la competencia dentro de los distintos mercados, que tiene que ver con distribuciones exclusivas e ingresos a determinadas grandes superficies. Hay un montón de áreas que se pueden trabajar para que el nivel de precios en general pueda bajar.

Pero si se reducen tasas o trámites burocráticos que “encarecen” los precios, ¿el Estado no recaudaría menos?

Por eso es un estudio que están haciendo los equipos técnicos. Hay que hincarle el diente a ese tema.

¿Te considerás feminista?

Sí, claro. La definición de feminista es buscar la igualdad de oportunidades y derechos para los hombres y las mujeres. Toda la vida peleé por que tengamos igualdad de derechos y oportunidades.

¿Cómo ves la situación actual de esa búsqueda de igualdad?

Primero que nada, veo que hay una polarización, que no tendría que haber. La palabra “feminista” no siempre se entiende en su real dimensión, que es esta definición de la que hablé. No conozco una sola mujer o un solo varón que te conteste que no a esa premisa. “Che, ¿te parece mal que tengamos los mismos derechos y oportunidades?”, nadie te dice que no. Me parece que se polariza cuando hay –como en toda corriente– posiciones muy radicales, e incluso discusiones de si corresponde que alguien se defina o no como feminista. Hubo feministas que dijeron que el feminismo sólo existe en la izquierda, y eso no es así: nosotras somos mujeres, no somos de izquierda y podemos ser feministas también. Los derechos para las mujeres están consagrados en el Uruguay, el tema es que en la cancha esas oportunidades se vean.

En el PN hay varios dirigentes, incluso mujeres, que no se consideran feministas, y hasta lo han dicho públicamente.

Con la definición de feminismo que yo te di, todos. ¿Sabés lo que pasa? La palabra “feminismo” tiende a generar diferencias porque se piensa en el feminismo radical, con el cual yo no estoy de acuerdo. Feminismo radical es que todo lo que diga un varón está mal. Con el feminismo bien entendido, de luchar por la igualdad de derechos y oportunidades para las mujeres, no tengo un solo compañero en todo el PN que me diga que no está de acuerdo.

En el acto de lanzamiento destacaste que en Sumar no son de izquierda ni de derecha sino blancos. Hay un axioma de boliche, según el cual los que se definen así en realidad son de derecha.

Y bueno, si me das a elegir, te acabo de decir varias veces que no soy de izquierda. En realidad, la frase no es mía: se la tomé prestada a Wilson, que se rebelaba contra las etiquetas; por eso dijo: “No estamos a la izquierda ni a la derecha de nadie, somos blancos”. Nos define muy bien, porque el nacionalista pone primero a la nación, como dice la palabra, y luego al partido, a su sector y a sí mismo. Y en ese poner primero a la nación o a las personas no existe la etiqueta. Aparte, ¿cuál izquierda?, porque hay muchas. ¿Cuál derecha?, porque hay muchas. De izquierda no soy, lo tengo claro y no tengo ningún problema en decir eso. No tiene nada de malo.

Tampoco tiene nada de malo decir que uno es de derecha...

Claro, lo que pasa es que en este país, que atravesó una dictadura militar tan fuerte, a veces se confunde la terminología: ser de derecha con no respetar las libertades o la democracia, que es algo de lo que estoy muy alejada.

Ya que hablabas de poner primero a la nación: ¿qué opinás de la extensión por 50 años del contrato de concesión en el puerto que el gobierno firmó con la empresa belga Katoen Natie?

Que se ajustó a la ley y a las reglamentaciones. Se hizo una inversión muy grande en el puerto, que se garantizó a través de ese contrato, que venía del gobierno anterior también. Eso le va a dar un desarrollo al puerto de Montevideo. Ya fue investigado, ya se dijo que no había nada irregular; no me parece que haya mucho más para decir.

Volviendo al feminismo: ¿qué te parece la ley de violencia hacia las mujeres basada en género, aprobada en el último gobierno del FA?

Me parece que le dio visibilidad a un tema que es muy importante: si a una mujer la asesinan por ser mujer, porque su pareja cree que es su propietario, hay un factor diferencial; no suele suceder que a los hombres los asesine su pareja por creer que son de su propiedad. Tenemos que ver que, conceptualmente, hay una diferencia en la violencia contra las mujeres, es una realidad.

¿Qué opinión tenés sobre la ley que despenalizó el aborto?

Me parece que está bien, no podés criminalizar a las mujeres.

Uno de los proyectos de ley del gobierno que fue más debatido –incluso dentro de la coalición– fue el de tenencia compartida, aprobado en abril. ¿Qué te parece?

Lo estudié bastante, porque aparte justo se discutió en Todas las voces [programa de debate político de Canal 4], donde yo estaba en ese momento. Lo que más generó desencuentro fue el artículo 4, que establecía qué sucedía con el régimen de visitas cuando había de por medio una denuncia de violencia. Me parece que hay que ser muy cuidadoso, que cuando hay denuncias de violencia contra un progenitor, preventivamente, se suspenden las visitas. Este proyecto de ley puso en manos de un juez que decidiera si las visitas luego podrían hacerse o no. Me da tranquilidad que lo puso en manos de un juez para que analice a fondo la situación, la suspensión preventiva sigue existiendo.

¿Qué visión tenés sobre el proyecto de ley de eutanasia, que impulsan algunos colorados y el FA, y está trancado en el Senado?

No me convence, porque siento que le falta tomar en cuenta aspectos de salud mental, no está contemplada la contención psicológica. Quienes hemos acompañado a personas que sufren enfermedades sabemos que hay una etapa en la que a veces quieren tirar la toalla; sin embargo, los avances de la ciencia, los cuidados paliativos, hacen que después esa persona salga adelante. Entonces, me parece que el proyecto no lo contemplaba del todo, no me convenció.

Según los números de las últimas encuestas, en la interna blanca viene primero el secretario de Presidencia, Álvaro Delgado, y luego vos. En un escenario hipotético, en el que el resultado fuera ese, ¿estarías dispuesta a acompañar a Delgado en la fórmula, como candidata a la vicepresidencia?

Lo importante no es ni siquiera quién va a ser candidato sino garantizar que haya un segundo gobierno de coalición liderado por el PN, para que los cambios continúen y se profundicen, y eso es lo que nos tiene que enfocar a todos ahora. Después, los blancos vamos a la interna, competimos y sabemos que al día siguiente estamos todos juntos buscando el mismo destino; así que cualquier acuerdo que esté arriba de la mesa se va a poder hacer, sin lugar a dudas.