Este lunes, en el Espacio La Casa, un centro de actividades diurno ubicado en el Centro de Montevideo, se reunió el colectivo Entramados, luego de que se constataran múltiples denuncias vinculadas a hechos de violencia contra personas en situación de calle durante las últimas semanas.
En conversación con la diaria, Natalia Cámara, psicóloga social, coordinadora del espacio e integrante de El Abrojo, explicó que el objetivo del colectivo es formar, tal como su nombre, un gran entramado entre las organizaciones que gestionan servicios de asistencia social y sus usuarios. Para Cámara, es importante “trabajar desde la voz y el protagonismo de las personas”, ya que son ellas quienes “viven los servicios y pueden hablar con mayor propiedad”. “Es un desafío” trabajar de esta forma en el ámbito de la política pública, pero que “seguramente sería otro servicio si se les diera más voz”.
Según comentó la coordinadora, enterarse de los hechos de violencia cometidos hacia personas en situación de vulnerabilidad en las últimas semanas “fue una noticia triste”. Cámara categorizó a los hechos como actos de violencia “reprobables” e “injustificables”, y también los calificó como “conductas fascistas que responden a prejuicios y a actos de discriminación”.
Tal y como explicó, si bien los hechos han salido a la luz luego de una serie de denuncias realizadas por el sacerdote católico Omar França –que calificó como positivas y llamó a investigar–, “esto no es de ahora”. Así, la coordinadora lamentó el hecho de que “hace años muchas personas están padeciendo estas situaciones”, y explicó que no es extraño que personas en situación de calle eviten realizar una denuncia, ya que los deja “muy expuestos”. De hecho, según relató, no fue sino hasta luego de la denuncia pública que el colectivo comenzó a recibir denuncias por parte de otras personas, que “antes no tenían”.
Una vez finalizada la reunión, algunos de los presentes relataron a la diaria sus vivencias. Jorge Terans lamentó que “muchas personas viven en la calle y no porque lo decidan, [sino] porque la vida les ha jugado una mala pasada”. Terans denunció que no toda persona en situación de calle es adicta a la pasta base ni delincuente, y también apuntó hacia situaciones de violencia institucional. De acuerdo con él, “es caótico el trato”, que involucra grandes niveles de “violencia psicológica y moral” de forma constante.
Terans también denunció una suerte de persecución hacia personas como él, que definió como “la excusa perfecta para justificar y tapar la realidad de muchas cosas que no se ven y que la gente no tiene ni idea que pasan”. Según él, no hay razón para denunciar estas situaciones porque no existen los mecanismos de contención apropiados. Aun así, valoró la existencia de espacios como La Casa como favorable: “Gracias a Dios, de personas solidarias que existen en el mundo se han formado colectivos que vienen en un proceso muy lindo, muy interesante, que dan herramientas y esperanzas a estos chicos y a estas personas”.
Otra mirada
Por su parte, para Joaquín Berriel, integrante del colectivo La Bombonera, el término “brigadas antipasta” –que se ha atribuido a los responsables de ataques a personas en situación de calle– no es adecuado, “porque de alguna manera puede dar la idea de que estos individuos están en contra de la pasta base en sí [...] y hasta donde nosotros sabemos las agresiones se dan contra personas en situación de calle [...] que pueden ser consumidores o no de pasta base”.
A su entender, el accionar de estos grupos violentos se debe a la propagación de discursos por parte de medios de comunicación, figuras públicas e incluso por medio de redes sociales, que “responden a una tensión y una problemática social a través de la violencia”. Para Berriel, estos discursos no son una respuesta apropiada, puesto que derivan en la profundización de los problemas y llevan a la sociedad a “desatar ciertos impulsos que [...] tenemos que empezar a trancar y a ofrecer alternativas”.
De esta manera, Berriel comentó a la diaria que la denuncia realizada por França fue recibida “con suma tristeza y preocupación”. El integrante de La Bombonera reconoció que si bien el colectivo nuclea “compañeros y compañeras” que viven en asentamientos de Malvín Norte y no trabaja “puntualmente” con personas en situación de calle, existe un vínculo cercano entre ambas realidades que llevó a que circulen “algunos relatos que podrían ser similares” dentro de la comunidad. Según describe, sus miembros se encuentran “atentos y preguntando si se sabe de situaciones similares para poder sumarlas, en caso de que nos lleguen, a aquellas que manifestó el cura”.