–De Young estamos a 49 kilómetros.
–¿Y después viene Colonia?
–No, después toca Fray Bentos, pero no nos quedamos y seguimos para Colonia.
En realidad, Young está a 63 kilómetros y 49 son los minutos –aproximados– que lleva llegar desde Paysandú, pero en la conversación entre los dos conductores de los autos en los que llegó la comitiva de Carolina Cosse eso no importa. Las jornadas son “maratónicas”, dice el hombre que maneja la camioneta blanca que lleva a la precandidata del Frente Amplio (FA); el otro va en un auto azul con asesores y el equipo de comunicación. Llegaron el martes de noche a Paysandú y la recorrida continúa hasta Río Negro. La parada en Colonia es estratégica porque sólo van a dormir para, al día siguiente, volver a Montevideo, sin reuniones ni actos.
La recorrida por el interior en esta oportunidad es breve y responde a la estrategia que se trazó el comando de Cosse en esta etapa. Cuando comenzó la campaña se hizo una vuelta más larga por el interior, que abarcó varias localidades, pero en una evaluación posterior se consideró que lo mejor era hacer muchas salidas con visitas largas a pocos lugares. Por eso es que la agenda es intensa el 17 de abril en Paysandú: son seis paradas y un solo descanso, con el punto de partida en la sede de la Federación Ancap (Fancap).
Luego de un par de días de lluvia y humedad, Paysandú está soleado y fresco. Se suele tener la idea de que en el norte se vive con un calor intenso a pesar de la estación, pero la realidad es que a medida que avanza el año desde el río Uruguay comienza a subir un frente frío y húmedo que cala los huesos. Además, la ciudad está construida sobre tres colinas que les sirven a los días ventosos.
“Qué hermoso día”, dice Cosse a una decena de personas que están esperándola en la puerta de Fancap, entre sindicalistas –también hay integrantes del Sunca– y militantes frenteamplistas que harán de guía durante el día. Saluda uno por uno, sonríe, se sorprende al ver a la prensa en la puerta y entra.
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Los movimientos de sus manos acompañan la charla. Cuando escucha una pregunta las entrelaza; si tiene que explicar algo, quedan rígidas y perpendiculares al borde de la mesa, y repite el movimiento de subirlas y bajarlas brevemente; otras veces golpea el dorso de una mano contra la palma de la otra para enfatizar un concepto. En reiteradas ocasiones repite los conceptos para hacer hincapié.
Hace unos minutos que llegó a la sede del FA en Paysandú. No había mucha gente en la puerta. Pasó al baño y salió al patio donde la esperaba el grueso de la militancia, que comenzó a apiñarse en torno a ella y a pedirle fotos.
En la conferencia repite los movimientos con las manos y, en particular en esta ocasión, se toma varios minutos para responder a todas las preguntas. Le preguntan por la baja de la candidatura de Mario Bergara, por el plebiscito que propone Ciudadanos y por el agro, un tema sobre el que se detiene durante diez minutos en la respuesta.
Paysandú es un “departamento veleta”, define la presidenta de la departamental del FA, Gabriela Fallini, en un espacio del patio donde la parra tapa bastante el sol, cuando se acerca el mediodía. En las últimas cuatro elecciones departamentales se han alternado el FA y el Partido Nacional. Actualmente, gobierna este último, pero en el referéndum contra la ley de urgente consideración fue el único departamento gobernado por el oficialismo en el que ganó el Sí.
La llegada de un precandidato es un “desafío organizativo importante” para la departamental del FA, pero es una oportunidad para dar a conocer qué presenta la fuerza política de cara al 30 de junio. Según Fallini, han notado “que hay mucho desconocimiento en torno a la oferta electoral”, pero también “una apertura que no había en las elecciones anteriores”.
–¿Qué es lo que te gusta del interior, Carolina? –pregunta un periodista cuando se están levantando de las sillas.
–Esto –sonríe Cosse, y abre los brazos–. Que estamos todos juntos: mi comando, la departamental del Frente; me pone muy contenta –dice, y sigue al encuentro de brazos, banderas y celulares. Afuera, en la parte sur de la plaza Artigas, que está frente a la sede del FA, se está montando el escenario para la noche.
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En Paysandú se suele decir que la Huelga General duró un día más, 16 en vez de 15. En ese contexto, la fábrica donde funcionó Paylana –un emblema de Paysandú: a todo se le pone “Pay” delante del nombre– es vista como un reducto de resistencia y hoy se erige como un testigo silencioso tanto de la huelga como del pasado industrial del departamento, que es una seña de identidad y un elemento de nostalgia. En uno de los canteros de la avenida Salto colocaron un memorial por los 50 años de la huelga, y esa es la siguiente parada de Cosse luego de visitar la sede de la Universidad de la República.
Hay también un grupo de gente en el cantero, al que el sol le pega de lleno. Allí está Hermes Pastorini. El Conejo, huelguista y sindicalista reconocido en Paysandú, está emocionado.
“Acá en Paysandú lo que fue importante fue la participación de la gente. Fue el pueblo el que acompañó, si no hubiera acompañado el pueblo de la forma en que acompañó, nosotros metidos ahí en Paylana no teníamos ni siquiera comestibles para meterle a la olla”, dice, y valora que por eso “la dictadura nació huérfana”.
Minutos antes de que llegue la camioneta que traslada a Cosse, una moto con un parlante cubierto con una bandera del FA pasa con el anuncio en loop: “Este miércoles 17 Carolina Cosse en Paysandú, desde las 19.00 en plaza Artigas. ¡Actúa Tantomán!”.
Pastorini le cuenta a Cosse sobre el proceso de construcción del memorial. La precandidata escucha y asiente.
–Quiero verlo del otro lado –dice la precandidata.
Cosse, con Pastorini al lado, da la vuelta al memorial donde están las siluetas abstractas de cuatro personas y un poco más allá está la placa conmemorativa. “Nos olvidamos de limpiarla”, lanza una mujer, en tono jocoso.
Le piden a Cosse que diga unas palabras, que hay un micrófono en un auto para hacerlo, pero elige hacerlo sin micrófono.
“En realidad no vine a decir palabras, estoy bastante emocionada y abrumada por el esfuerzo que tuvieron que hacer para lograr este monumento, que en realidad es apenas un acto de justicia para los cientos de compañeros y compañeras que arriesgaron su vida en esa Huelga General gloriosa”. Cosse se interrumpe, dice que le cuesta hablar del tema y surgen los aplausos a su alrededor.
Frente al cantero funciona una dependencia de la Universidad Tecnológica y la invitan a pasar. Mientras estaba en el memorial se dedicó a escuchar, ahora se la ve como pez en el agua: se dedica a preguntar durante todo el recorrido por los laboratorios y juega con un hilador antiguo que está en exposición.
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El escenario ahora está completo y la convocatoria es bastante buena para el tamaño de esta parte de la plaza. Al contrario que en el día, de noche no corre viento. El nuevo jingle –que decidieron estrenar en Paysandú– ya sonó tres veces. Aparece la camioneta blanca y baja Cosse. Se cambió la ropa. De un conjunto azul bastante cómodo pasó a un pantalón blanco con una blusa amarilla que lleva remangada como en las fotos de la publicidad. Hay algo de hacerse cargo en las mangas levantadas, porque por ahí pasa el discurso cuando se sube al escenario.
Habla de “necesidad”, de “enfrentar” y de “transformar” la realidad. Mientras deambula para cubrir todo el largo del escenario, cuenta una anécdota que arranca las risas del público: “El otro día una compañera de Maldonado me dijo que la campaña del oficialismo y la del Frente Amplio se parecen en algo: en ambas se habla del Frente Amplio”. Alguien, a un costado, apunta que es igual a una frase de José Pedro Damiani.
El concepto de realidad es un hilo conductor en el discurso de Cosse, porque también la define en cosas pequeñas: cuando habla de salud, habla de conseguir medicamentos; cuando habla de educación, habla de arreglar vidrios o goteras e incorpora el concepto de “humo”, como en el recién estrenado jingle, para hablar del gobierno.
Al final de su discurso, como en todos los actos, pasa a donde están los carteles con el estampado de su campaña, el lugar designado para las fotos con militantes. Brazos, celulares, selfis, todo de nuevo, hasta que se arma un cordón humano para sacarla de la masa, hasta que se sube a la camioneta blanca para seguir la gira rumbo a Young, a 63 kilómetros de Paysandú.