El presidente Luis Lacalle Pou se encuentra en Chile, donde este martes por la mañana mantuvo una reunión con su par Gabriel Boric y más tarde participará en un homenaje al expresidente Sebastián Piñera, que falleció hace poco más de cuatro meses en un accidente en helicóptero.
Además, durante su visita en el país chileno, el presidente fue entrevistado por la cadena CNN Chile. “Yo no vine por el presidente Piñera, yo vine por Sebastián Piñera”, expresó Lacalle Pou sobre su participación en el evento. Y relató dos anécdotas con el exmandatario chileno que recuerda con cariño. Por un lado, contó que en 2014, cuando perdió la primera elección a la que se postuló a la presidencia, Piñera, “sin tener por qué”, lo invitó a su asunción.
“Lo divertido es que íbamos en un ómnibus y al lado mío venía otro que había perdido, Guillermo Lasso. Y los dos después tuvimos la oportunidad de llegar [a la presidencia] y siempre nos acordamos de que nos conocimos en un ómnibus en Chile”. “Tuvo un lindo gesto el presidente Piñera conmigo ahí”, remarcó.
Por otro lado, recordó un episodio ya en el ejercicio de gobierno durante la pandemia por covid-19: “Chile empieza las negociaciones por las vacunas antes que nosotros, yo lo llamo al presidente, y estuvo generoso y prudente, cosa que yo valoro mucho, porque me contó algunas cosas y me dijo: ‘Hasta acá no te puedo contar’. Y después las primeras vacunas que llegan a Uruguay llegan en un avión chileno”. “Vine hoy no para hacer una evaluación de su gobierno, ni me corresponde, vine para ser agradecido”, subrayó.
Entre otros temas, Lacalle Pou habló de cómo es gobernar en un contexto regional con países con ideologías políticas distintas, que, a veces, terminan en cruces entre jefes de Estado. Al respecto, dijo que para él la “regla tiene que ser acercarse y la excepción, alejarse”. Señaló asimismo que “hay una irresponsabilidad de los liderazgos que por cuidar lo suyo levantan barreras a nivel de relaciones exteriores”. “Los países no tienen ni amigos permanentes ni enemigos permanentes, tienen intereses permanentes”, agregó.
Consultado en particular sobre las medidas en seguridad del presidente salvadoreño, Nayib Bukele, el mandatario descartó que sean aplicables en Uruguay. “Cuando la inseguridad campea y hay un extremo violento muy fuerte, es muy difícil con medias tintas, con paños tibios. Entiendo la política de shock en seguridad pública que lleva adelante Bukele en términos de El Salvador, [pero] desconozco, y por eso me falta para hacer una evaluación 360, el tema de los derechos humanos y de la situación carcelaria, que hay algunos reclamos”, expresó, y aseveró: “Si la pregunta es: ¿es un modelo por Uruguay? No, no es un modelo para Uruguay”.
Sobre sus diferencias y similitudes con el presidente de Argentina, Javier Milei, el mandatario uruguayo señaló que una primera diferencia es que gobiernan países con sociedades y sistemas políticos distintos. El presidente dijo que en Uruguay hay un “sistema político muy fuerte” con base en partidos políticos con trayectoria y donde el “descontento social, de donde venga, empieza en la sociedad, allí genera ruido, pero termina en el sistema político”.
En cambio, consideró que en Argentina “los partidos políticos son más movimientos que partidos, como el menemismo, el kirchnerismo, se forman detrás de una persona”, y eso sugiere “que hay mucha más movilidad horizontal en las dirigencias”. Señaló que en Uruguay eso es “muy difícil” que suceda porque “hay partidos políticos que nos generan un andarivel de conducta, de principios, de valores, de ideas, de programas”.
“La comparación con Argentina es muy difícil. Y además –y no me meto en política interna argentina–, la situación económica y social es distinta en los dos países”, manifestó.
A su vez, el presidente volvió a reiterar la necesidad de un Estado fuerte para que todos los individuos puedan tener libertad. “En mi país hay gente que nace y vive en un rancho de lata que no tiene saneamiento, [en el] que en una habitación duermen ocho o diez personas, y el padre o la madre andan atrás de un jornal que a veces no logran, y no tienen acceso a buena educación y buena salud. Si yo voy con una pancarta y les digo: ‘Vamos arriba la libertad’, me miran y dicen: ‘¿Y yo cómo hago?’”, manifestó.
En la misma línea, dijo que la libertad individual, “en este mundo cada vez más integrado”, sólo es posible “gozarla realmente si hay una libertad de la comunidad”, y añadió que “es lógico y es de sentido común que haya impulsos y apoyos a determinados sectores de la sociedad”. Incluso, apuntó que si los propios empresarios que están en “la punta de la situación económica y de la prosperidad” le piden “subsidios y estímulos” al gobierno, “es lógico” que los reciba “el que está allá atrás y los necesita para subsistir, no para crecer”.
“Si no hay Estado fuerte, no hay democracia”, expresó. “Lo que pasa, capaz, es que los que analizan, a veces, tienen la cabeza desde el punto de vista patológico: que el Estado no es el músculo, sino la grasa. No el que lo mantiene vital, activo, rápido, con reflejos”, dijo, y se preguntó: “¿Puede haber una democracia plena si no tenemos un Poder Judicial, Poder Legislativo y Poder Ejecutivo fuertes, con cierta separación pero respeto institucional?”. Y respondió: “No la hay”.