“¿Nos sacás una foto acá?”, preguntó un hombre que aguardaba junto a otro a que alguien los retratara frente a la puerta de la oficina de guardia de la Cárcel Central y ex Jefatura de Policía de Montevideo, que funcionó durante la dictadura cívico-militar como centro de detención y tortura de prisioneras y prisioneros políticos. Consultados por la diaria, Diego y Jorge contaron que ellos estuvieron recluidos allí y señalaron la rareza de poder deambular libremente por ese lugar, en contraste con el contexto de represión de hace 50 años.

Además de Diego y Jorge, otros ex presos políticos aguardaban, algunos sentados y otros de pie, a que comenzara el acto de inauguración de la placa de la memoria en ese establecimiento, hoy considerado sitio de memoria.

La iniciativa de colocar una placa surgió de la Comisión de Presos Políticos y Familiares en 2019, aunque recién este año fue aprobada. Camilo Casariego, integrante de la organización e hijo de Lilián Celiberti, tenía 13 años cuando volvió a Uruguay del exilio. En diálogo con la prensa destacó que la placa colocada es para “simbolizar a este edificio como un centro de tortura, encarcelamiento, persecución”, donde “incluso se reunían los Escuadrones de la Muerte” entre 1968 y 1985.

“Estamos muy contentos porque creemos que esto es muy importante para el país, para la sociedad, para el futuro de la sociedad, porque estamos en un lugar donde el Estado violó todos los derechos humanos de sus ciudadanos”, subrayó. A su vez, destacó la presencia del ministro del Interior, Carlos Negro, como “un hecho muy importante”, ya que, de esa forma, “el Estado se está haciendo responsable en el carácter de ministro, que es la fuerza número 1 del Ministerio del Interior”.

Casariego explicó a la diaria que las actuales autoridades gubernamentales autorizaron la colocación de la placa, que refiere a un pedido realizado hace seis años y que no fue tratado por la anterior administración. Lo que sí se aprobó en el período pasado fue la colocación de la placa de la memoria en la policlínica Gaboto y donde estaba la sede de Sanidad Policial en la década de 1970, en homenaje a Adán Abel Ayala, primer desaparecido en Uruguay en democracia, quien fue secuestrado el 17 de julio de 1971 por los Escuadrones de la Muerte.

En su discurso, María Celia Robaina, presidenta de la Comisión Nacional Honoraria de Sitios de Memoria, recordó que en diciembre de 2019 un grupo de solicitantes se acercó con el pedido. Tal como señaló Casariego, dijo que “durante el gobierno anterior el Ministerio [del Interior] no posibilitó darle curso a esta iniciativa”, que había sido aprobada por la comisión mediante una resolución de 2020.

“Existen abundantes registros que indican que Jefatura de Policía y Cárcel Central encarceló, secuestró y torturó por ideas a hombres, mujeres y adolescentes, a militantes políticos, sindicales, estudiantiles, a personas de la cultura y a líderes políticos”, sostuvo y resaltó que “lamentablemente” se desconoce la cantidad exacta de personas que pasaron por el recinto.

Robaina expresó que “los lugares de memoria no quieren ser materialidad quieta”, sino que “adquieren valor cuando hablan, cuando son provocadores, provocan recuerdos, sentimientos, diálogos, discusiones, preguntas, acciones y proyectos”. “Escuchar los recuerdos vívidos de las personas que estuvieron aquí nos brinda a toda la sociedad la posibilidad de acercarse a ese tramo de nuestra historia desde la sensibilidad y las emociones”, dijo.

En ese sentido, manifestó que en Uruguay “han vuelto discursos negacionistas y en el mundo crecen derechas y ultraderechas, en particular, en grupos jóvenes”, por lo que, destacó, resulta “imperioso” que “nos hagamos cargo de ese período de nuestra historia, que lo repudiemos, que creemos garantías de no repetición, comprender qué ocurrió y cómo fue posible que ocurriese”.

La activista agradeció la presencia y colaboración del Ministerio del Interior (MI) para celebrar el acto y colocar la placa, y dijo que consideran esto “una muestra clara de repudio al período de nuestra historia en la que ese mismo organismo [MI] formó parte del terrorismo de Estado”. “Lo que, consideramos, transforma esto en un acto de reparación simbólica a las víctimas y la comunidad”, afirmó.

En su breve discurso, Negro sostuvo que el edificio “es tristeza por el dolor, la tortura, el encierro”, pero también es el “recuerdo” de figuras como Liber Seregni, Carlos Quijano y Juan Carlos Onetti, quienes estuvieron presos allí. Por otro lado, el ministro resaltó que “hoy tenemos una Policía profundamente comprometida con los derechos humanos” y que esta “nos prestigia y se prestigia cuidando de todos los ciudadanos y ciudadanas de este país”.

A continuación, leyó un fragmento del libro Por la vereda del sol, de 1994, del periodista Hugo Alfaro, quien también estuvo recluido en la Cárcel Central. “Veíamos las manchas de humedad en la pared y los colchones desordenadamente esparcidos por el suelo mientras el aire ominoso que se respira en estos ámbitos lo cubría todo”, recitó y siguió: “Me hicieron dormir en el piso, al lado de un baño hediondo y con bichos que se comportaban como dueños de casa, y de día debía permanecer de plantón todo el tiempo”. De esa forma, Negro habló de la necesidad de “mantener y alimentar la memoria para que esta realidad de la que habla Alfaro nunca más se repita, nunca pero nunca más”.

Luego de la intervención, llegó el momento de revelar la placa, que estaba tapada por una bandera de Uruguay. “En este lugar funcionó la Jefatura de Policía de Montevideo. Este es uno de los sitios donde se encarceló y torturó por motivos políticos y sociales desde 1968 hasta 1985. Nunca más terrorismo de Estado”.