Faltaban diez días para que Hebert Nieto cumpliera 17 años; las obras de albañilería en el Instituto de la Enseñanza de la Construcción (IEC) de la Universidad del Trabajo (UTU) para construir salones en la terraza estaban comenzando. Nieto, estudiante de la Escuela de Industrias Navales de la UTU, colaboraba junto a otros estudiantes en esa construcción, a raíz de una demanda estudiantil, que marcó una ocupación de la institución días antes.

Faltaban dos años aún para que comenzara la dictadura cívico militar, pero ya habían pasado tres desde que el estudiante de Odontología Líber Arce fuera asesinado por la Policía, aún en democracia, en el marco de la represión iniciada en 1968 por el gobierno del presidente colorado Jorge Pacheco Areco.

Nieto militaba en la Federación Anarquista Uruguaya y en la Resistencia Obrero Estudiantil. Mientras estaba en la azotea del IEC con las tareas de albañilería, abajo, en la calle, un grupo de estudiantes más jóvenes realizaban un peaje con corte del tránsito en solidaridad con los obreros en conflicto de la empresa Cicssa de producción de envases de cartón corrugado, exhibidores y parasoles.

En ese momento, el edificio del Banco de Previsión Social, que está en diagonal al IEC en Arenal Grande y Eduardo Víctor Haedo, estaba en construcción. Según el testimonio que dio a La República Leonardo Cardozo, estudiante del IEC y quien estaba trabajando con Nieto cuando fue asesinado, los jóvenes que habían cortado la calle tenían entre 12 y 13 años.

“Hacían un peaje en la esquina y habían puesto las vallas de la obra del Banco de Previsión Social que eran de hierro con tejido de alambre. Las corrieron y cubrieron media calada para que los ómnibus que salían del control detuvieran la marcha. Pero de pronto, salió un ómnibus de ONDA que ni intentó parar. Los gurises atinaron a saltar e instintivamente golpearon las chapas de aquellos ómnibus de aluminio por fuera. El ómnibus para y se baja el conductor, que era un hombre fornido y empezó a remar a piñazos contra los gurises”, contó en el testimonio a la prensa que recoge un informe del grupo de trabajo Verdad y Justicia que funcionó bajo la órbita de la Secretaría de Derechos Humanos para el Pasado Reciente.

De acuerdo con este documento, cuando se da este enfrentamiento, los policías que estaban allí comenzaron a disparar, y desde la azotea del edificio donde estaban Nieto y Cardozo comenzaron a tirar piedras contra las fuerzas policiales. Minutos más tarde de esto y luego de que los disturbios cesaran, llegaron al lugar personal de la Guardia Metropolitana, Radio Patrulla, Seccional 5ª, el director de la Dirección Nacional de Información e Inteligencia, Víctor Castiglioni, y personal de inteligencia policial vestido de civil.

Al reiniciarse los disparos, a Nieto –o al Monje, como le decían por estar siempre callado y por usar una larga túnica azul para trabajar–, lo alcanzó una bala de un rifle calibre 22, que, según relató Cardozo, tiene mira telescópica. El arma nunca fue encontrada.

En una crónica para el semanario Marcha, el maestro y periodista Julio Castro, asesinado por las fuerzas militares en dictadura, escribió: “No se sabrá seguramente quién fue el matador; pero las armas estuvieron exclusivamente en manos de los agentes –uniformados o no– ‘al servicio del orden’. A ningún muchacho [de los estudiantes] le fueron encontradas; ni hubo rastros de que las hubiera en el local ni en la azotea donde se desencadenó la tragedia”.

A 54 años del asesinato, este viernes se declaró como sitio de memoria el IEC, lugar donde Nieto perdió la vida. Unos minutos después de que Rubén Olivera probara sonido cantando “Me gustan los estudiantes” de la chilena Violeta Parra, Romina Ravotto dijo a la diaria que la Comisión de Sitio de Memoria del IEC, formada por trabajadores y estudiantes de la UTU, se empezó a juntar a principios del año pasado con la familia de Nieto para trabajar en la inauguración.

“Entendíamos que esta institución educativa tenía que ser nombrada como sitio de memoria por los hechos que ocurrieron el 24 de julio de 1971 con relación al asesinato de este estudiante, por parte de las [fuerzas] parapoliciales”, señaló.

Ravotto resaltó que cuando a Nieto le disparan, “las fuerzas policiales no permiten la salida, lo dejan postrado en la escalinata”, y que el director del IEC de entonces “logra que se pueda trasladar, pero limitan que se pueda atender en el Casmu, que lo tenemos a dos cuadras, lo llevan al Hospital Militar y llega sin vida”.

Consultada sobre si Nieto tiene familiares vivos, Rovetto dijo que está su hermana, Eva, quien forma parte de la comisión, y que es con quien el Monje “hizo sus inicios militantes y quien lo acompañó durante su corta vida”. “Ella no puede estar [en el acto de este viernes] por cuestiones de salud, pero ella participó activamente en toda la construcción del sitio”, indicó, y agregó que el acto se trata de “un acto de justicia y es un regalo también para las próximas generaciones de una manera de recordarlo”.

En el hall del IEC hay una placa que recuerda a Susana Pintos, estudiante de esa institución y funcionaria de Ancap, y quien fue asesinada por las fuerzas policiales unos días después de que sucediera lo mismo con Líber Arce. En ese espacio, tuvo lugar el acto en homenaje a Nieto.

“Hoy nos reunimos como estudiantes para recordar y homenajear a Hebert Nieto, un compañero que como cualquiera de nosotros asistía a clase, compartía recreos, tenía proyectos, ilusiones y sueños, pero a diferencia de lo que debería haber sido una juventud plena, llena de aprendizajes y amistades, la represión le arrebató la vida y sus sueños”, así comenzó el discurso de dos chicas jóvenes que integran la Coordinadora de Estudiantes de UTU.

“Hebert estudiaba en UTU marítima, era un gurí, pero con una enorme conciencia social, participaba de la Federación Anarquista Uruguaya y de la Resistencia Obrero Estudiantil, convencido de que la solidaridad no era una palabra vacía, sino un compromiso concreto”, afirmaron, y continuaron: “No por casualidad, no por error, lo mataron porque el Estado le tenía miedo, a la organización, al compromiso, y a la fuerza de la juventud que no se resigna”.

“Hoy, a tantos años de aquel crimen, su nombre sigue vivo entre los estudiantes, porque cada vez que nos organizamos, cada vez que defendemos la educación pública, cada vez que levantamos la voz por nuestros derechos, la memoria de Hebert nos acompaña”, expresaron.

Es por eso, señalaron, que realizan este acto e inauguran el IEC como sitio de memoria, para que las paredes y el espacio estudiantil “guarden y transmitan la historia de lucha y resistencia”. “Para que quienes vengan después de nosotros sepan que aquí se recuerda a Hebert, y con él a todos aquellos que enfrentaron la represión y no se callaron”, apuntaron.

“Hoy lo decimos fuerte: los estudiantes no olvidamos, resistimos al olvido y reafirmamos nuestro compromiso colectivo. Nunca más gurises asesinados, nunca más terrorismo de Estado, la lucha sigue por un mundo mejor”, concluyeron.