Hoy termina el Congreso Internacional de Autismo que se celebra en Montevideo desde el lunes 29. Con el nombre “Desafíos actuales en Latinoamérica: de la ciencia al hogar”, la clínica de Psiquiatría Pediátrica de la Universidad de la República y la Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de Infancia y Adolescencia (SUPIA) buscaron reunir dos ejes: por un lado, lo académico con la participación de profesionales internacionales y uruguayos relacionados con la temática; por otro, la unión de las familias, por medio de la primera jornada regional del Movimiento Asociativo de Padres. El encuentro será esta tarde en el hotel Radisson y podrán participar todos los que se sientan movilizados con el autismo, además de las asociaciones de padres de Argentina, Brasil, Chile, España, Paraguay y Perú.

Gabriela Garrido, directora de la clínica de Psiquiatría Pediátrica del Centro Hospitalario Pereira Rossell, explicó a la diaria que el congreso reúne a más de 700 personas. Para armarlo se centraron en las necesidades de América Latina, de modo que sus ejes se concentran en los vacíos que había en la región: detección e intervenciones tempranas; educación inclusiva; y adolescencia y adultez.

Según Garrido, en Uruguay los datos disponibles son una aproximación de prevalencia, relacionada con cuántos niños menores de cuatro años posiblemente tengan este tipo de trastornos. La cifra a nivel nacional sería de 0,9%, lo que ubica al país dentro de los promedios de las cifras internacionales, que están alrededor de 1%.

Detección e intervenciones tempranas

“En estos últimos años se generaron instrumentos nacionales gracias al impulso del Ministerio de Salud Pública (MSP), la academia y otras colaboraciones. Por ejemplo, el carné del niño aproxima algunas alertas a la familia para la detección”, explicó Garrido. Asimismo, agregó que en la Guía nacional para la vigilancia del desarrollo del niño y de la niña menores de cinco años del MSP se incluyen advertencias sobre posibles síntomas; en particular en el control de los 18 meses se observan señales para diagnosticar autismo. La guía es de 2010 y recientemente se hizo una evaluación; según adelantó la médica, se va a reglamentar para que los controles de desarrollo sean obligatorios, igual que los pediátricos.

Garrido también señaló que las políticas de detección son “difíciles de evaluar”. Se hizo una encuesta en seis países de la región que demostró que todavía existe un importante lapso de tiempo entre que la familia empieza manifestar su preocupación y que el niño obtiene su diagnóstico. “A nivel de los países que exploramos con la encuesta, el promedio es de 29 meses, Uruguay está en una zona media, que es de 24 meses”, apuntó.

Según la especialista es común creer que la detección está a cargo de los docentes cuando el niño está escolarizado, pero en realidad se habla de detección temprana antes de los 18 meses, por lo que siguen siendo los padres y familiares los primeros en notar los primeros síntomas.

Educación inclusiva

Según los expertos, hay dificultades para el ingreso de los niños al sistema educativo desde los primeros niveles: “a veces puede ser falta de recursos pero muchas veces es actitudinal”, señaló Garrido. “La educación tiene un gran debe, sabemos que a nivel mundial hay herramientas posibles de implementar en todas las instituciones. No es cuestión de público o privado, sino de tomar esas herramientas porque no tienen la generalización que esperamos que tengan”, agregó.

La solución que han encontrado algunas instituciones es el tutor particular, algo que para Garrido no es lo mejor: “Lo ideal es que la modalidad de la educación inclusiva esté pensada desde el punto de partida de las necesidades de cada uno de los chicos. Si decimos que hay un enorme espectro [de trastorno autista], es una enorme cantidad de necesidades y fortalezas; no se puede plantear que la única forma de resolver la inclusión es un asistente personal, porque no todos lo precisan. Las modalidades de inclusión tienen que ser pensadas desde cada familia, desde cada territorio y cada persona”.

En cuanto a la formación de profesionales, la especialista puntualizó que hay que formar en “en cosas generales a mucha gente y en cosas más particulares a ciertos grupos”, y “conformar un plan estratégico para mejorar la situación”. Garrido reconoció que Uruguay cuenta con muchos recursos humanos especializados pero tiene un debe en investigación aplicada en contexto, y marcó que “la adecuación curricular es fundamental”.

Adolescencia y adultez

El “abanico de respuestas” también debe ofrecerse cuando el niño ya pasó por su educación formal. No hay una única solución porque las situaciones son muy variadas: “Hay personas con altas capacidades dentro del espectro del autismo, a las que habrá que acompañar en sus dificultades en la socialización”, dijo. Para mostrar diferentes caminos que siguen los adultos con autismo, varios artistas exponen sus obras plásticas en el congreso y varios jóvenes “protagonistas de su futuro, que hoy están dedicados a la informática, al periodismo deportivo, al arte, cuentan su práctica y exponen su testimonio”, detalló Garrido.