Uruguay tuvo un brote de dengue autóctono en 2016, con 17 casos, pero en los años siguientes no hubo más, sino solamente casos “importados” (procedentes de otros países), que fueron 12 en lo que va de 2018, detalló Gabriela Willat, directora de Zoonosis y Vectores del Ministerio de Salud Pública (MSP). La situación uruguaya recibe el reconocimiento de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), y por eso ayer el representante en Uruguay de la OPS felicitó al gobierno en el lanzamiento de la feria Activate contra el Mosquito, que organiza ese organismo con el apoyo del Ministerio de Salud Pública (MSP). Uruguay está rodeado de países que tienen dengue: según la última alerta epidemiológica de dengue de la OPS, hasta el 14 de noviembre de este año se habían notificado 1.808 casos en Argentina, en Brasil hablan de 218.337 casos probables, y en Paraguay de 27.749.

Para que no vuelva a haber en Uruguay casos de dengue, zika o chikungunya, las autoridades alientan a no frenar la tarea de descacharrización, porque el Aedes aegypti aprovecha sitios impensados para reproducirse: tanques de agua (incluso para consumo humano), neumáticos, platos de macetas, floreros, bebederos de animales, nailon a la intemperie, techos españoles o de agua, canaletas, piscinas, cáscaras de huevos, bandejas de sacaplatos y toda lata o plástico que esté boca arriba y pueda acumular agua.

La protección personal es otra de las claves, sobre todo al amanecer y al atardecer, que es cuando pican las hembras del Aedes aegypti; se sugiere cubrirse con ropa, usar repelente y tener mosquitero en las casas. Para las autoridades, fumigar no es la primera opción. “Eso lo dejamos como la última alternativa, estamos rodeados de países en los que los mosquitos desarrollaron resistencia a varios grupos de insecticidas, y que han tenido que cambiar de productos adulticidas y larvicidas porque ya no daban resultado”, explicó Willat.

La presencia abundante de Aedes aegypti no se corresponde por sí sola con la expansión de las enfermedades que transmite. Willat afirmó que eso se comprobó con el brote de 2016, cuando en el Municipio Ch de Montevideo, donde había una concentración muy baja del mosquito, se concentraron los casos importados. Otros factores, como la alta densidad poblacional de ese municipio y el nivel adquisitivo de sus habitantes, que permitió que mucha gente viajara al exterior, formaron la “tormenta perfecta”, sostuvo Willat. En cambio, dijo que hay zonas como Andresito, sobre la ruta 3, en Flores, que tienen índices muy altos de Aedes aegypti, pero que aun así presentan un riesgo menor.