Ayer terminó el Congreso de Salud Familiar y Comunitaria que englobó el encuentro de médicos y enfermeros uruguayos además de especialistas regionales. La declaración final del Cono Sur de la Confederación Iberoamericana de Medicina Familiar (CIMF) señala preocupación “por el lento avance en la consolidación de sistemas de salud basados en la atención primaria y la profesionalización de los equipos del primer nivel de atención” y agrega que “la situación se torna más crítica” ante las “amenazas a los avances logrados” en equidad y acceso de calidad a la salud.

Los profesionales de Argentina, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay concordaron en que es necesario “jerarquizar” la medicina familiar y comunitaria. La uruguaya Jacqueline Ponzo, presidenta de la CIMF, comentó a la diaria que en Uruguay hay dos aspectos fundamentales a mejorar: la estructura edilicia de los centros del primer nivel de atención y las posibilidades de crecer en la carrera, acompañadas de una mejora salarial. Actualmente son muy pocos los profesionales que deciden especializarse en medicina familiar y comunitaria: en los últimos años no se completó el 10% de las plazas de residencia que se le asigna al área. Ponzo remarcó que para las organizaciones internacionales 50% de los médicos deberían estar especializados en el área porque “la mayor parte de los problemas de salud se resuelven en el primer nivel de atención, y el médico familiar es el especialista más idóneo para trabajar allí”. El primer nivel es el que se da, por ejemplo, en policlínicas y centros de salud; el segundo es el nivel hospitalario y el tercero incluye procedimientos especializados y de alta tecnología. La declaración critica que el Sistema Nacional Integrado de Salud sigue teniendo importantes retrasos en el cambio del modelo de atención y que no se ha logrado jerarquizar el primer nivel.

La baja remuneración y la poca posibilidad de ascenso en la carrera son los principales motivos del bajo interés estudiantil. Ponzo detalló que hasta hace poco sólo había tres cargos de alta dedicación en medicina familiar en la Administración de Servicios de Salud del Estado (ASSE); criticó que “son muy pocos” y que “antes de terminar de resolver una buena cobertura del nivel se abrieron cargos para el segundo y tercer nivel de atención; ahí se puede observar dónde está la prioridad política”, lamentó. De todas formas, resaltó que en los últimos años se han creado los cargos de médico familiar y comunitario en el área pública y privada. Una ventaja que tiene Uruguay sobre otros países es que dentro del horario de trabajo del profesional está el reconocimiento a las otras tareas comunitarias que hacen; los uruguayos están en vías de que este reconocimiento no sea sólo a nivel público, sino también en las empresas. Asimismo, destacó el reconocimiento que hace el Ministerio de Salud Pública a las buenas prácticas en el área.

Maira Castro, presidenta de la Sociedad de Enfermería en Salud Familiar y Comunitaria, afirmó que sólo 3% de las enfermeras especializadas del país se encuentran en esta área y que aún se está “muy lejos” de llegar al ideal internacional de un enfermero por médico.

A nivel regional, plantearon su preocupación por la situación de Brasil, “donde existe riesgo de desintegración de unos 8.000 equipos de salud de la familia, lo cual compromete la atención de 24 millones de personas, muchas de ellas en condiciones de máxima vulnerabilidad”. También señalaron la desmantelación del Ministerio de Salud en Argentina y las “expresiones públicas de desconocimiento hacia el área” que se manifestaron en Chile.