El Poder Ejecutivo determinó plazos a la industria alimentaria para que reduzca las grasas trans de producción industrial. Lo hizo mediante un decreto que aprobó el 24 de abril, que da un período de 18 meses para reducir a menos de 2% el contenido total de grasas trans en aceites vegetales y margarinas destinadas al consumo directo, y a menos de 5% en el resto de los alimentos. Ese será un primer escalón: en un plazo máximo de cuatro años, la proporción de grasas trans no puede ser mayor a 2% del total de grasa en alimentos de consumo directo ni en ingredientes de uso industrial.

En diálogo con la diaria, el ministro de Salud, Jorge Basso, explicó que Uruguay tenía un “vacío normativo” con respecto a los ácidos grasos trans de origen industrial y que ahora Uruguay está “acorde con la norma Mercosur”. Alegó que “hay suficiente evidencia en el mundo de que uno de los factores de riesgo a las enfermedades cardiovasculares –que siguen siendo la primera causa de muerte– tiene que ver con la presencia de ácidos grasos trans en la alimentación y, por tanto, parece claro que además de estimular en general aquellos alimentos más saludables, teníamos que generar normas que obligaran a que la industria fuera reconvirtiéndose e incorporando menos tenor de ácidos grasos saturados en aquellos alimentos que procesa”. Al igual que lo hace el decreto, Basso aclaró que la normativa no incluye a las grasas de los rumiantes, que también incluyen tenores de grasas trans, pero que “hay evidencia científica que demuestra que son mucho menos agresivas que las vinculadas a los alimentos ultraprocesados”.

Según el ministro, en todo el mundo se están creando normativas “para que la industria se adecue a generar alimentos con menos contenido de aquellos nutrientes que sabemos que son dañinos para la salud”. En ese sentido, destacó que se busca incidir en el consumo alimentario de los niños.

Consultado acerca de si se tomarán medidas similares para reducir los contenidos de azúcar y sal, Basso respondió que el decreto de grasas trans forma parte de “un paquete de normas” en las que se está trabajando “para establecer algún mecanismo, como está pasando en todo el mundo, que estimule a que la industria disminuya progresivamente los contenidos de sal, azúcares y grasas”. Dijo que eso “arrastra inexorablemente” a que la industria presente productos que tengan cada vez menos contenidos de grasas trans, azúcar y sal. Expresó que en Uruguay ocurre lo mismo que en otros países “que pasan de la pobreza al índice medio a nivel internacional”, situación en la que “la población tiene mayor poder adquisitivo y consume más”. “Lo que uno tiene que tomar en cuenta es que ese consumo no se haga en base a alimentos que perjudiquen el futuro de la salud de la población”, remarcó.

Dijo que es un tema a trabajar junto con el sistema educativo y con las nuevas generaciones. “Tenemos un desafío extraordinario de generar un discurso contrahegemónico en términos de alimentación saludable que estimule la posibilidad de amigarse con alimentos que tengan menos contenido de azúcar y que el paladar se adecue a esa situación, porque tampoco se trata de bajar el contenido de azúcar e incorporar edulcorante”, dijo. Agregó que es necesario también trabajar con la industria alimenticia y que en estos meses han tenido un buen trabajo, con el acompañamiento de los ministerios de Industria y de Ganadería, las intendencias y la academia. Detalló que la idea es incorporar “una nueva cultura de alimentación y que esa cultura vaya permeando”. Dijo que eso ya se percibe. “Sobre todo en algunos estratos de la sociedad se consumen menos alimentos con altos contenidos de azúcar; esa es una realidad que toda la industria conoce. Esa tendencia va a seguir, y por lo tanto, queremos acompañar ese proceso estimulando, por medio de información, normativa y etiquetados que ayuden a que el consumidor pueda elegir mejor sus alimentos”.

En noviembre de 2017, la Secretaría de Comunicación de Presidencia de la República publicó que antes de que finalizara ese año, se aprobaría el decreto de rotulado de alimentos con exceso de grasas, azúcares, sodio y grasas saturadas. Esos conceptos serán plasmados en cuatro etiquetas, con forma de octógonos negros con letras blancas, que deberán tener los alimentos que tengan alguna de esas composiciones en exceso. Seis meses después, el decreto aún no ha sido aprobado. Consultado al respecto, Basso comentó que se ha estado trabajando en aspectos técnicos y que se encuentran afinando “los últimos detalles”. Añadió que “hay un tema de articulación a nivel de cancillerías y de las áreas del Mercosur que se está procesando en los tiempos que corresponde, pero somos optimistas en cuanto a que, a la brevedad, ese tema va a quedar resuelto”. Explicó que la normativa se demoró debido al tiempo que insumió el intercambio entre países por los acuerdos que existen en la región. “Nosotros importamos muchos alimentos y, por tanto, los importadores van a tener que incorporar aquellas normas que en el país se exigen para todos los alimentos que se comercializan. Tiene que haber un tiempo de aviso, un tiempo de preparación. En eso estamos”, remató.