Mañana asume como presidente del Casmu Raúl Rodríguez, que fue vicepresidente en el período que termina, que estuvo encabezado por Gustavo Bogliaccini. Rodríguez fue el candidato del sector Médicos Unidos, lista ganadora en las elecciones del 30 de setiembre; es directivo de la institución desde 2002, cuando el Casmu se separó del Sindicato Médico del Uruguay (SMU) y fue capitalizado por médicos. Rodríguez es médico de medicina familiar y comunitaria. Planea hacer énfasis en el primer nivel de atención, recuperar socios y captar usuarios más jóvenes, especialmente a mujeres, porque a su entender son quienes definen en qué institución se atiende la familia. Hoy el Casmu tiene cerca de 194.000 socios, de los cuales 50.480 son mayores de 65 años.

¿Cómo es el estado financiero actual de la institución?

Tenemos un pequeño superávit operativo, pero arrastramos deudas del Casmu antiguo, el que estaba con el SMU. Esas deudas están en un fideicomiso, que estamos pagando en tiempo y forma. Lo que hemos tenido es una pérdida de socios importante, y aspiramos a que no continúe.

¿Cuál es la proporción de socios del Fondo Nacional de Salud (Fonasa)?

87% de los socios son del Fonasa, los que no están por Fonasa tienen convenios. El de la Intendencia de Montevideo [IM] es el más importante.

Nosotros les damos cobertura a los trabajadores desde 1960, cuando nadie los cubría, y ahora que viene el Fonasa y hay buena plata todos los quieren atender.

En 2018 la IM llamó a licitación para firmar convenios con otras instituciones de salud, pero luego de un recurso que interpuso el Casmu esto no sucedió. ¿En qué está esa situación ahora?

La licitación que abrió la IM se está llevando adelante. Nosotros le planteamos al actual intendente [Christian Di Candia] la necesidad de que se respete el contrato, que vencería en 2021. Los funcionarios de la IM y sus familiares tienen la libertad de asociarse a otra institución, ahí está la discrepancia: ¿para qué abrir una licitación si ya tienen la posibilidad de elegir? Lo que hicimos fue negociar el mantenimiento del convenio hasta mayo [de 2020], después veremos cuál es la vinculación. Nosotros les damos cobertura a los trabajadores desde 1960, cuando nadie los cubría, y ahora que viene el Fonasa y hay buena plata todos los quieren atender. Parece que toda la historia se borra de un plumazo; no puede ser que durante años lo hicimos y ahora que hay ganancias nos tiran para afuera.

¿Cada cuánto se renovaban esos contratos?

Cada tres años. Ahora la IM quiere pasar al Fonasa, ese es el problema; seguramente se haga en el próximo período de gobierno.

¿Cómo va a encarar la institución ese cambio?

Nos preparamos para competir. Abrimos una policlínica en [la calle] Santiago de Chile, para estar bien cerca de la IM.

¿Cómo evalúa el Sistema Nacional Integrado de Salud (SNIS)?

Adherimos. Creemos que es una cobertura pareja y que mejora la calidad de atención, pero, como todo en la vida, el que tiene más puede acceder a otras cosas, por eso hay seguros privados. Se trabajó en algo importante, que son los cargos de alta dedicación, para que los médicos tengan una dedicación más exclusiva en las instituciones. Por supuesto que también hay cosas negativas.

¿Cómo cuáles?

Hay demasiada rigidez, demasiado control, lo que impide desarrollar cosas, porque el Estado es el que marca lo que se puede hacer y esta es una empresa privada; debería tener el derecho a hacerlas. Si yo quisiera generar un IMAE [Instituto de Medicina Altamente Especializado] en cardiología no tengo la autorización, siendo que atiendo a los pacientes antes y después, y el que se lleva el dinero es el que está en el medio. Además, tengo los mejores médicos.

¿Cómo aprovechó el Casmu la mejora de ingresos que significó la inclusión de los jubilados en el Fonasa, porque esa afiliación pasó de unos 1.500 pesos a 4.000?

Nos ayudó a sobrellevar la pérdida de socios. Equilibró las pérdidas que teníamos, pero es como jugar al solitario; yo quisiera cuidar a los socios y que entraran los del Fonasa.

En su programa de gestión propuso educación dentro de la institución, ¿de qué se trata esa propuesta?

Hablamos de formar recursos humanos, auxiliares en enfermería, licenciadas en Nutrición, etcétera, como una universidad. Tenemos la infraestructura para poder enseñar. Se ha demostrado a nivel internacional que la calidad está en la educación continua.

¿Se implementará en coordinación con instituciones educativas?

Todavía no está determinado. Ahora tenemos la autorización de la Escuela de Graduados para formar posgrados y residentes en diferentes especialidades. También tenemos un acuerdo con la Universidad Católica; recibimos licenciadas en Enfermería que se forman y hacen la práctica con nosotros.

En febrero se abriría el corralito mutual, ¿cómo se están preparando?

Lo primero que se resolvió fue [mejorar la atención en] la puerta de emergencia y la Emergencia 1727. Esas son nuestras prioridades, después vamos a trabajar en la periferia, para tener la máxima cobertura posible, que es algo que la gente reclama. Queremos terminar con la caída de socios y empezar a subir.

¿Cuál fue el mínimo de socios al que llegaron?

El piso mínimo lo tenemos ahora. Cuando empezó la gestión de Bogliaccini teníamos 215.000 socios, pero en diez años hubo una pérdida grande que no tocó piso; no sabemos cuál es el fondo. No hay ninguna empresa que pueda sobrevivir perdiendo clientes.

¿El corralito mutual los benefició?

Sí, nos benefició, porque no estábamos en condiciones de competir.

En setiembre el Poder Ejecutivo decretó que las instituciones del SNIS no podrán usar dinero del Fonasa para hacer publicidad. ¿Qué opina?

Yo estoy en contra, se lo dije claramente al ministro [de Salud, Jorge Basso]. No creo que se deba regularizar todo, quiero que me dejen libre, aunque no estoy seguro de que [la publicidad tradicional] sea la que el Casmu tenga que hacer. Para mí la mejor publicidad es la capacidad de atención, ese dinero lo quiero invertir en los barrios: quiero poner al Casmu en las escuelas, en los lugares de trabajo, en los clubes deportivos, es mejor que aparecer en televisión... si eso fuera efectivo no hubiéramos perdido los socios que perdimos.

¿Qué opina de los Consejos de Salarios?

Hay cosas buenas y otras malas. Los cargos de alta dedicación los consideramos importantes, pero el Sindicato Anestésico Quirúrgico cree que no son buenos; hay que ver lo que beneficia a unos y otros.

¿Cuántos médicos de alta dedicación tiene el Casmu y a cuántos quiere llegar?

Alrededor de 200; todavía falta, hay 2.200 médicos en total. Queremos llegar al máximo posible, pero, por ejemplo, a los traumatólogos no les sirve porque van a cobrar menos; eso lo tenemos que compensar, para que quieran pasar a ese contrato. Nosotros queremos ser médicos, pero también queremos mantener a la familia.

¿Qué le parece que los cargos de alta dedicación abarquen también a especialidades no médicas, como licenciadas en Enfermería?

No es mala idea, pero hoy no está en nuestra agenda; la idea es que trabajen ocho horas, para que no anden de un lado para otro. Hoy trabajan seis, pero en realidad hacen 12 o hasta 18 horas; hay que rever eso. También está el planteo de que todos los auxiliares sean licenciados, cosa que mejoraría, pero las exigencias son altas, porque algunas auxiliares tienen hasta cuarto año de liceo y el licenciado requiere sexto, por lo que se dejaría gente por fuera. Tampoco se puede dejar a la gente sin trabajo.

Teniendo en cuenta que la población del Casmu es mayor y en un momento no va a estar más, ¿cómo van a captar a socios más jóvenes?

Vamos a apuntar al área materno-infantil, porque tenemos un sanatorio de maternidad que es el único privado del país; lo vamos a fortalecer y relanzar como un espacio importante para la mujer. Allí las señoras pueden hacerse el pap y las mamografías, y es donde se hacen los partos. Además vamos a dar la epidural gratis, que sale 20.000 pesos. La mujer sigue siendo la que decide dónde se atiende la familia. El sanatorio está un poco viejo, y tenemos que reciclarlo para ponerlo a tono con lo que queremos hacer.

¿En cuánto tiempo piensan hacerlo?

En los próximos tres años, pero lo de la epidural en cuanto asuma lo decreto.

Hay gente que está dispuesta a pagar por recibir una atención diferencial, si no lo hace acá lo va a hacer en Argentina o en Estados Unidos.

¿Cuáles son los gastos superfluos que eliminará?

Hay que actuar con eficiencia. En estos últimos cinco años no hubo auditorías internas, esa es una de las primeras cosas que vamos a hacer, para ver cómo se están desarrollando los programas y cómo se está gastando. Si no se controlan, las cosas se van de las manos. Siempre planteamos las auditorías, pero nunca fue aceptado por el consejo anterior.

¿Cómo es el emprendimiento de los socios vip?

Fue algo que siempre propusimos, pero no tuvo andamiento. Hay que volver a pensarlo. Lo que sí hicimos fue vender habitaciones privadas, eso permitió recaudar cinco millones de dólares; pensamos seguir por ese camino. Con el Casmu vip tenemos el problema de la regulación del MSP; deberíamos ver qué nos permite hacer y qué no. Hay gente que está dispuesta a pagar por recibir una atención diferencial, si no lo hace acá lo va a hacer en Argentina o en Estados Unidos.

¿Eso es sólo en hotelería?

No, tiene que ver con la atención misma, por ejemplo, pago para que me vea hoy mismo un oftalmólogo. Creemos que hay que dejar libertad a las empresas para que puedan desarrollar espacios con los mismos médicos.

¿Qué le parece la propuesta de cambiar la forma de calcular la cápita en función de las patologías de los pacientes?

Lo que no puede pasar es que se vaya en detrimento de lo que se paga por cápita en Uruguay, que es poco. Los planteos no pueden ser bajar lo que se aporta a la salud, porque las instituciones no tiran manteca al techo. Si se aspira a mejorar la cápita, bienvenido sea; creo que tiene que haber un equilibrio. Si los partidos que aspiran a gobernar Uruguay piensan que el ajuste tiene que ir por el lado de la salud, están equivocados.

¿Pero le parece bien que se siga manteniendo como hasta ahora, por edad y sexo?

Sí, porque ya se está definiendo determinada demografía y patologías. Sabemos que las personas mayores de 65 años van a tener más carga de enfermedad que una persona más joven, y sabemos que la situación de la mujer es diferente a la del hombre.

Hace 15 días el semanario Brecha denunció una serie de irregularidades en hemoterapia del Casmu. ¿Hay alguna conclusión?

Hay, pero en este momento y hasta que asuma estoy llamado a silencio.