Las fiestas pueden ser motivo de festejo, pero también de shock y de tragedia, y eso lo tienen claro quienes trabajan en puertas de emergencias. “En esta época del año aumentan 20% las quemaduras de niños”, afirmó en diálogo con la diaria Beatriz Manaro, vicepresidenta de la Sociedad de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética del Uruguay y que se encarga, además, de hacer cirugías reparadoras en la Unidad de Quemados y Cirugía Reparadora del Centro Hospitalario Pereira Rossell (CHPR). “Las sociedades científicas estamos tratando de que sea cero pirotecnia”, afirmó; en ese sentido están en alianza con la Sociedad Uruguaya de Pediatría, el Sindicato Anestésico Quirúrgico y la Unidad de Quemados del CHPR. La propuesta es que ningún niño ni adolescente manipule explosivos. “Los niños inventan nuevas superbombas, o encuentran bombas que no explotaron; los fuegos artificiales tienen pólvora y generan quemaduras importantes, lesiones oftalmológicas severas, amputaciones parciales de dedos o de manos”, detalló. Pidió, además, que los comerciantes no les vendan pirotecnia a niños y adolescentes. El acceso más fácil es un problema, y eso se ve, por ejemplo, si se considera que departamentos fronterizos como Artigas y Rivera son de los que presentan mayor tasa de niños lesionados.

Además del daño directo por quemaduras, los niños reciben mordeduras de perros. Manaro explicó que los animales tienen una percepción más alta del ruido y que eso les genera miedo y desorientación “y hace que el animal, cuando se lo vaya a tocar, a raíz del miedo, muerda”.

Los niños autistas son afectados especialmente. Manaro explicó que no pueden reconocer a qué se deben las explosiones y que eso “les genera un estado de ansiedad muy importante: son ruidos tan estridentes que les alteran su estabilidad emocional”.

La propuesta de “cero pirotecnia” evitaría también las lesiones en adultos, que también son significantes en estas fechas, pero los profesionales van al menos por el primer escalón: proteger a los más chicos y que los fuegos sólo sean usados por personas idóneas. Se recomienda, además, que los adultos al manipular los explosivos tengan protección ocular y ropa no inflamable, y no apuntar nunca a otras personas, animales u hogares, además de hacerlo al aire libre y de comprar pirotecnia autorizada.

Esta campaña la iniciaron en 2018, con un resultado positivo: las quemaduras en niños aumentaron 15%, 5% menos que lo que crecían habitualmente. Manaro cree que es posible cumplir con la reducción del uso de pirotecnia, y afirmó que en Chile en 2000 se aprobó una ley que prohíbe su uso y “hace que nadie pueda usarla excepto autoridades gubernamentales o de provincia”.

Otros riesgos veraniegos

Además de los riesgos del uso de pirotecnia, en verano se incrementan las consultas por quemaduras por la exposición al sol y a fuegos de campamentos. Manaro recordó que no se puede exponer a los niños al sol entre las 11.00 y las 16.00, y recordó que el verano pasado una bebé de un mes estuvo internada en la unidad tras sufrir quemaduras por estar a esas horas al sol en una playa montevideana. En cuanto a los riesgos para quienes acampan, dijo que muchas veces las brasas se tapan con arena y que terminan quedando al alcance de los niños. Otro peligro es la exposición a ollas con comida caliente. “Los niños son niños y exploran”, acotó, y comentó que tienden a destapar las ollas y husmear qué hay dentro; las quemaduras por comida son más severas que las que ocurren con agua caliente.

En un país con altos consumos de mate, la cirujana mencionó que 80% de las quemaduras son por agua caliente: de esa proporción, en menores de cinco años 80% son por el mate, a lo que ahora se suma la jarra térmica, agregó. En ese campo, también hay cosas por hacer: Manaro comentó que en Chile se reguló la importación de jarras térmicas, y que “lograron pedirla con ciertas características: que no se abra la tapa cuando se caiga, que no sea demasiado largo el cable” para que no quede al alcance de los más chicos.

Primeros auxilios

La quemadura es evolutiva y sigue quemando en profundidad, hacia capas más internas de la piel, explicó la médica. Por eso, lo recomendable es poner el área quemada en agua fría (si es de la canilla, enfriarla un poco con hielo). También se puede envolver a los niños en toallas mojadas mientras se va a un centro de salud o se espera al médico.

En caso de mordeduras, el área también debe cubrirse con compresas o con una toalla limpia y se debe recurrir a un centro de salud. Antes que nada, no hay que desesperarse, aclaró.

Unidad de quemados pediátrica

La Unidad de Quemados y Cirugía Reparadora del Centro Hospitalario Pereira Rossell depende de la Administración de los Servicios de Salud del Estado, pero por ser un centro de referencia nacional a nivel pediátrico, atiende a niños que se asisten en el sector público y en el privado. El Fondo Nacional de Recursos financia el tratamiento y la rehabilitación de los casos de mayor gravedad: con 20% de la superficie corporal con quemaduras de segundo grado superficial; 10% del cuerpo con quemaduras de segundo grado profundo; 5% de tercer grado y áreas especiales (cuello, mamas, periné, genitales y vía aérea). La rehabilitación está a cargo de un equipo interdisciplinario integrado por psicólogos, psiquiatras, asistentes sociales, fisioterapeutas, pediatras especializados y cirujanos plásticos especializados en quemaduras de niños.

Cada año, la unidad atiende entre 1.500 y 2.000 niños de cero a 14 años y un promedio de internación de entre 100 y 120 niños al año. De ellos, 15% aproximadamente requiere cirugía plástica.