“La biodiversidad de los insectos está amenazada en todo el mundo”, afirma una investigación de Francisco Sánchez-Bayo, de la Universidad de Sydney, Australia, publicada el 31 de enero en la revista Biological Conservation. El trabajo, una revisión exhaustiva de 73 estudios sobre extinción de insectos, revela “tasas dramáticas de disminución que pueden llevar a la extinción del 40% de las especies de insectos en las próximas décadas”, afirman los autores en el resumen de la publicación. En los ecosistemas terrestres, los organismos más afectados son los lepidópteros (como las mariposas), himenópteros (abejas, avejorros, avispas y hormigas) y cleópteros (escarabajos); en ecosistemas acuáticos detallan el impacto en cuatro tipo de organismos: odonatos, plecópteros, tricópteros y efemerópteros, entre los que están, por ejemplo, las libélulas y los caballitos del diablo. Paralelamente, aumenta la cantidad de un pequeño número de especies que ganan los espacios que van dejando las que desaparecen; se estima que aumente la presencia de moscas domésticas y cucarachas.

Tal como reseña una nota publicada ayer en BBC News, los insectos constituyen la mayoría de las criaturas que viven en la tierra, y brindan beneficios para otras especies, incluida la humana: “Ellos proveen comida para aves, murciélagos y pequeños mamíferos; polinizan alrededor de 75% de los cultivos en el mundo; reponen los suelos y mantienen controlado el número de plagas”, detalla la nota.

La pérdida del hábitat a causa de la expansión de la agricultura intensiva y la urbanización es la principal causa de la disminución de especies, determina el artículo. Le sigue la contaminación, principalmente a causa de pesticidas sintéticos y fertilizantes. En tercer lugar están los factores biológicos, a causa de patógenos y de especies introducidas en los ecosistemas. En cuarto lugar está el efecto del cambio climático, que influye especialmente en regiones tropicales.

“Se necesita urgentemente un replanteamiento de las prácticas agrícolas actuales, en particular una reducción seria en el uso de pesticidas y su sustitución por prácticas más sustentables y basadas en prácticas ecológicas, para retardar o revertir las tendencias actuales, permitir la recuperación de poblaciones de insectos en declive y salvaguardar los servicios ecosistémicos vitales”, expresa la investigación.