La concepción, el embarazo, el parto y el puerperio se veían hasta hace poco tiempo como un proceso de salud-enfermedad, en el que la intervención médica era necesaria y alentada. Sin embargo, la evidencia indica que llegó el momento de cambiar el modelo asistencial y pasar a entenderlo como un proceso biológico y fisiológico en el que, si no aparece ninguna complicación, el rol médico debería limitarse al acompañamiento y el control. Desde 2015 el Ministerio de Salud Pública (MSP) tiene entre sus objetivos sanitarios la humanización del parto institucional y la reducción de la tasa de cesáreas; ayer, la cartera presentó una publicación sobre el tema que, según dijo a la diaria Ana Visconti, responsable del Área de Salud Sexual y Reproductiva del MSP, tiene el objetivo de transmitir al personal de salud y a las gerencias recomendaciones que permitan aplicar un cambio de modelo en todos los centros de salud.
En Recomendaciones sobre prácticas y actitudes en la asistencia del embarazo y nacimiento institucional están detalladas varias prácticas aconsejadas para las distintas etapas del parto y la etapa puerperal y también se señalan prácticas que solían realizarse frecuentemente pero que la última evidencia indica que no son positivas para la mujer ni para el bebé. Se apunta, por un lado, a los equipos de gestión clínica y, por otro, a las instituciones asistenciales. Visconti aclaró que esto se debe a que “de nada serviría que estas recomendaciones sean aplicadas solamente por el equipo asistencial sin el apoyo de la gerencia, porque hay cambios que deben realizarse desde la institución”, de hecho se incluye un plan de acción que apunta a un modelo de atención sanitaria humanizado-respetado durante el nacimiento.
Visconti detalló que “en la asistencia humanizada y respetada actúan tres grandes pilares: la mujer y la familia; el equipo de salud, al que hay que capacitar y sostener; y la asistencia propiamente dicha, que tiene que estar basada en buenas prácticas”. El objetivo de esta publicación es mejorar los tres puntos, y el eje transversal es la buena comunicación, para que las decisiones que tome la mujer sean informadas y a conciencia. Todas las recomendaciones del manual son para partos de bajo riesgo: “Estamos hablando de que se respete el tiempo de la mujer y su autonomía para decidir, pero obviamente, si la situación se separa de la normalidad, habrá que hacer intervenciones, que también tienen que ser consensuadas con ella, pero de repente ya no se puede respetar tanto los tiempos”, aclaró la especialista.
Entre las prácticas no recomendadas se incluyen el uso rutinario de rasurado perineal, la administración de antiespasmódicos para abreviar el tiempo de trabajo de parto o el uso rutinario de episiotomía (incisión en la vulva que se creía que facilitaba el parto). Según Visconti, que también es partera y ginecóloga, todas estas prácticas “se hacían porque en su momento se pensaba que daban resultado, pero ahora ya no se deben hacer”.
Por otra parte, señala buenas prácticas que todas las instituciones deben incorporar. Entre ellas se destacan el consentimiento informado verbal y escrito de los procedimientos clínicos, disponer de métodos de alivio del dolor (farmacológicos o no), y priorizar los deseos y preferencias de las mujeres, reduciendo al mínimo el número total de tactos vaginales.
En casa o el hospital
Entre las decisiones que debe tomar la mujer está el lugar donde va a parir. La recomendación del MSP es clara: no hay mejor lugar que el hospital. “En nuestro sistema de salud actual el parto institucionalizado es el que garantiza mejores resultados, es la acción que garantiza la salud del binomio madre-hijo”, puntualizó Visconti. De todas formas, la médica destacó que “estamos en un contexto de derechos sexuales y reproductivos, la mujer puede optar tener el parto en domicilio, porque es su derecho, más allá de la recomendación del ministerio”.
Según explicó, la insistencia en la institucionalización se debe a las características del sistema de salud uruguayo: “Es muy difícil en nuestro sistema que se brinde la atención inmediata en un centro hospitalario en caso de dificultades. En otros países, que tienen un sistema de salud regionalizado, la mujer puede ser internada en el hospital más próximo y no tendrá que recorrer grandes distancias, pero acá puede pasar que una mujer tenga que recorrer 30 o 50 kilómetros hasta el hospital más cercano”.
Parte del proceso que tiene lugar en el hospital es el trabajo previo al parto. Desde hace dos años el MSP empezó a estimular económicamente (pago variable por metas asistenciales) a las instituciones de salud que incorporen el curso de preparación para el nacimiento, por lo que cada vez se ven más las clases de parto pagas por la propia institución de salud. Esta decisión se tomó porque desde el MSP están convencidos de que “durante los meses de embarazo es el momento ideal para poderle brindar toda la información a la mujer sobre el proceso del embarazo y el nacimiento”, comentó Visconti, y agregó que “hasta hace unos años no todas las instituciones lo brindaban y las mujeres que querían recibir información tenían que buscarla fuera del sistema y muchas veces pagar por ella”. Las clases tienen que ser coordinadas por un obstetra-partera y deben ser al menos siete encuentros en los que se brinde información teórica y se hagan ejercicios de preparación para el nacimiento.