La cárcel Las Rosas, de Maldonado, es una de las unidades penitenciarias con mayores problemas del interior del país. Por eso, en abril de 2017 el Mecanismo Nacional de Prevención de la Tortura de la Institución Nacional de Derechos Humanos (MNP/INDDHH) emitió una serie de recomendaciones para el Instituto Nacional de Rehabilitación. En octubre y noviembre de 2018 y en marzo de este año, técnicos del MNP acompañados por especialistas en medicina y nutrición de la Universidad de la República visitaron la cárcel para hacer el seguimiento del cumplimiento de las recomendaciones sobre los puntos que generaban mayores conflictos y tensiones entre los presos: “las graves carencias en materia de salud, alimentación y seguridad”. Así lo expresa el Informe sobre la situación de la Unidad Nº 13 Cárcel Las Rosas Maldonado, que el MNP publicó el 13 de junio.

Condiciones de reclusión

En materia de seguridad, se recomendaba modificar las condiciones en las que estaban los presos en celdas de seguridad, reducir el hacinamiento y contar con recursos humanos que permitieran disponer de horas diarias de patio y participar en tareas educativas y laborales. La visita de octubre volvió a constatar superpoblación y hacinamiento en celdas del sector A (de seguridad), que tenían una capacidad para dos o cuatro personas pero alojaban a siete, ocho y hasta nueve personas, “muchas de ellas durmiendo sin colchón”; también se detectaron “problemas de higiene, carencia de abastecimiento de agua, falta de espacio y lugar de dispersión, así como falta de actividades laborales y educativas”. En palabras del MPN, las personas allí recluidas “presentaban condiciones de vida totalmente inapropiadas y gravemente vulneradoras de sus derechos”.

Salud

Entre las recomendaciones en temas sanitarios estaba la de lograr el acceso a una atención integral para las personas privadas de libertad, cosa que sigue sin cumplirse, según el informe. Sí se lograron las mejoras edilicias en la policlínica (aunque se detectaron filtraciones de agua en algunas habitaciones) y de algunas prestaciones, “con la creación de criterios internos asistenciales, organización de historias clínicas, mejoras en la atención odontológica, eliminación de señalización de las historias clínicas de portadores de VIH”.

La “escasa cantidad de profesionales” sigue siendo un problema. El jefe del equipo sanitario les informó a los técnicos que “aproximadamente 25% de los reclusos presentan patología psiquiátrica”. “Es de fundamental importancia disponer de una cantidad de psiquiatras y psicólogos suficientes en un amplio espacio de tiempo diario para poder abordar la prestación de salud en forma integral”, sostiene el informe. Menciona que el psiquiatra va los sábados a la cárcel, de tres a cuatro horas, que dos enfermeras administran la medicación en dos turnos, pero que no es sencillo corroborar que todas las personas la tomen, y que el centro cuenta con dos psicólogas “que atienden en otro lugar y realizan historias clínicas en paralelo, a las cuales no accede el resto del equipo sanitario”. Preocupan la concreción de interconsultas coordinadas: más de 60% no se concretan porque no hay móviles, oficiales o porque coinciden con la visita de los familiares.

Se identificaron dificultades en la implementación de los tratamientos para personas con VIH, “lo cual aumenta la probabilidad de complicaciones de la patología, así como también mayor resistencia del virus”, dice el informe sanitario. Referentes de salud de la cárcel respondieron que muchas veces los internos llegaron desde otras cárceles y la medicación siguió enviándose al centro anterior. Se halló que no se hace un seguimiento de quienes tienen enfermedades crónicas no transmisibles. Sí se logró que vaya un ginecólogo una vez al año para hacerles el PAP a las mujeres presas.

Alimentación

Se identificó que el área de cocina y el servicio de alimentación presentan condiciones “inadecuadas” en mantenimiento e higiene. El informe de esa área expresa: “La ingesta real estimada es insuficiente para cubrir los requerimientos de grasas, fibra, hierro y calcio tanto de los hombres como de las mujeres. La ingesta es suficiente en proteínas para hombres y mujeres. Tanto los requerimientos energéticos como los de hidratos de carbono son suficientes para mujeres, pero insuficientes para los hombres. Se destaca especialmente el bajo aporte de fibra tanto para hombres como para mujeres, así como el escaso aporte de hierro de la dieta de las mujeres quienes se encuentran todas en edad fértil”.

La preparación más frecuente para el almuerzo y la cena son los llamados “ranchos” (una especie de ensopado) de arroz, polenta o fideos con carne y vegetales, acompañados por un pan francés. Las verduras son zapallo, zanahoria, papa y boniato: nunca varían; las carnes son de pollo, de vaca o de cerdo. El equipo de nutrición analizó el rancho y halló que el peso de carne cocida por porción (900 mililitros por interno) era de 47,73 gramos. “No existe disponibilidad de frutas para ninguna situación y la variedad de hortalizas también es insuficiente reduciéndose”, dice el informe, que agrega que en ningún momento del año se sirve pescado.

El rancho se transporta en ollas que deben recorrer “una distancia de más de 100 metros a la intemperie”, y eso “determina tanto la temperatura como la inocuidad de los alimentos”, constataron los técnicos.