El dispositivo se llama Dinabang y es un instrumento portátil que permite la cuantificación de la fuerza de la musculatura en tiempo real, lo que ayuda al o a la fisioterapeuta a controlar de forma más eficiente la recuperación de los pacientes y permite una rehabilitación más rápida y segura de las lesiones, explicó a la diaria el fisioterapeuta y magíster en Ciencias Médicas Darío Santos, que participó en el proyecto y el desarrollo de la idea inicial.

La Universidad de la República (Udelar) firmó el 30 de octubre un convenio protocolar de licenciamiento de tecnología Dinabang, en el que, tal como explicó a la diaria la prorrectora en Investigación de la Udelar, Cecilia Fernández, la universidad cede a la empresa Movi el permiso de producir y comercializar el producto. “Se produce un convenio de transferencia tecnológica, pero la propiedad intelectual sigue siendo de la Universidad”, manifestó Fernández. Aclaró que, por la ordenanza de propiedad intelectual de la Udelar, “el conocimiento que se produce en la Universidad es propiedad de la Universidad”, por separado de la autoría, que corresponde a sus inventores y no cambia. En el convenio se explicita que la Udelar seguirá vinculada para permitir el perfeccionamiento del dispositivo.

La tecnología

El nombre del dispositivo fue propuesto Franco Simini, profesor del Núcleo de Ingeniería Biomédica (NIB) de las facultades de Ingeniería y de Medicina de la Udelar. “Dina” proviene de la raíz griega para decir fuerza y “bang” es una onomatopeya de explosión, dijo Simini a la diaria. “Este nombre se refiere a la fuerza explosiva que el fisioterapeuta evalúa y trata de limitar para evitar desgarros durante los ejercicios de rehabilitación”, complementó. Añadió que lo que la Universidad acaba de licenciar es “algo muy complejo y específico”: “Es una nueva forma de evaluar y acompañar la rehabilitación de miembros inferiores y una nueva propuesta de conocimiento clínico con el instrumento que la acompaña”, expresó.

Esta tecnología está diseñada para realizar mediciones de fuerzas y movimientos, por ejemplo, cuando el paciente dobla y estira la pierna durante el tratamiento, comentó Santos. Dinabang “tiene un feedback” tanto para los profesionales que la utilizan –fisioterapeutas, profesores de educación física, médicos deportólogos, médicos fisiatras, entre otros– como para los usuarios, comentó el fisioterapeuta. Para los profesionales, el dispositivo permite la “monitorización del ejercicio durante un proceso de rehabilitación, no sólo de lesiones de ligamento cruzado anterior, sino también de prótesis de rodillas y otros tratamientos”, que permite asegurar una “progresión de los ejercicios con un margen de seguridad”, expresó Santos. Para eso, el dispositivo deja “configurar alarmas de fuerza y de ángulo, tanto superiores como inferiores, para asegurar que el movimiento y el esfuerzo realizado por el paciente se encuentren en los niveles deseados, evitando posibles lesiones o trabajo ineficiente”. En el caso del feedback para el paciente, Santos comentó que le posibilita ver su progreso: “Cuánto mejoró en su fuerza, en su rango de movimiento de la rodilla o en qué velocidad hizo el ejercicio durante todo el proceso de rehabilitación”.

El fisioterapeuta señaló que esta tecnología, da la posibilidad de “dar valor y registrar” su actividad”, algo que “antes no se podía hacer. Era algo subjetivo y basado en la experiencia” del profesional. “Ahora se puede documentar y enseñar para que lo haga otro novel fisioterapeuta y lo pueda reproducir”, agregó. El dispositivo móvil registra los valores y vía bluetooth los transmite a una aplicación que puede estar instalada en un celular o una tablet, o enviar la información directamente a la histórica clínica electrónica del paciente.

Santos ya ha aplicado la tecnología en ciertas circunstancias, previo a la cirugía de rodilla de algunos pacientes, “para mejorar la fuerza” y acercarse “al valor de la fuerza de la rodilla contralateral que está sana, y así el individuo que se opera puede ser rehabilitado más rápido”.

¿Cómo surgió?

En este caso, como en muchos otros, la idea original surgió de una casualidad. En 2016 Santos estaba pensando en su tesis de doctorado; en su ejercicio como fisioterapeuta con bandas elásticas ya había detectado la necesidad y el conocimiento que se podría obtener “al medir lo que uno está haciendo y darle valores, para que así otros lo puedan reproducir”. En medio de ese proceso, llegó a su consultorio Francisco Veirano, un docente del Instituto de Ingeniería Eléctrica (IIE) de la Facultad de Ingeniería, para hacer la rehabilitación posterior a una cirugía de ligamento cruzado. Durante los tres meses que duró su rehabilitación, Veirano y Santos conversaron sobre la física y la mecánica de la rodilla en el proceso de rehabilitación. Así surgió la idea de desarrollar un mecanismo que aportara al proceso de recuperación de los pacientes. El paso posterior fue presentar, junto con Simini, la propuesta para tutorear a estudiantes de grado de Ingeniería que estuvieran interesados en esa temática y desarrollar el proyecto. El grupo quedó conformado por los entonces estudiantes del IIE – ahora ingenieros– Jorge Andrés Domínguez, Rodrigo Barboza y Agustín Fernández. Poco después comenzaron a trabajar. Santos se encargó de enseñar a los ingenieros la parte “biomecánica, es decir, la aplicación de la física al conocimiento del movimiento en la articulación de la rodilla” y Simini y Veirano profundizaron “sobre lo que es la ingeniería eléctrica para desarrollar el hardware que permitiera ensamblar dispositivos que dieran origen a Dinabang”, relató el fisioterapeuta.

El proceso en sí mismo comenzó en 2017. Fue apoyado por docentes y estudiantes del NIB de las facultades de Ingeniería y Medicina (por Medicina intervino la Unidad de Investigación en Biomecánica de la Locomoción Humana del Hospital de Clínicas) y por instituciones externas a la Udelar: la Agencia Nacional de Investigación e Innovación; el Ministerio de Industria, Energía y Minería; el Laboratorio Tecnológico del Uruguay; Antel; la Fundación Julio Ricaldoni, con el programa de Apoyo a Emprendedores, y la Agencia Nacional de Desarrollo. El proyecto culminó con éxito. Los noveles ingenieros Domínguez y Barboza siguieron con la idea y hoy son los dueños de Movi, la empresa con la que la universidad firmó el convenio.

Generación de conocimiento y de empleo

El rector de la Udelar, Rodrigo Arim, planteó durante la firma del convenio que una de las virtudes que tiene el país es la “capacidad de coordinar institucionalmente”, y eso quedó demostrado en el desarrollo de esta tecnología. Asimismo, se congratuló de que jóvenes egresados de la Universidad sean capaces de participar en el “diseño e implementación de una tecnología” y de que tengan “la voluntad de iniciar un proceso de transformar este dispositivo en un producto que impacta en la salud y que de por sí es un vector de transformación tecnológica en el país y de incremento de las capacidades” institucionales.

Arim señaló que una de las misiones institucionales más importantes de la educación terciaria es la transferencia tecnológica, promover la creatividad de sus estudiantes y “darles las herramientas, formas y espacios de investigación que permitan construir nuevo conocimiento y nuevas aplicaciones del conocimiento a distintas áreas”.

María Simon, la decana de Ingeniería, sostuvo que la firma del convenio es parte de un camino largo que comenzó con el proyecto de fin de carrera de un grupo de estudiantes del IIE. Señaló que en el proceso de elaboración de los proyectos finales, los estudiantes enfrentan dificultades para importar componentes electrónicos, y mencionó la necesidad de modificar algunas normas para facilitar ese tipo de compras. “Todo está pensado como si nosotros fuéramos consumidores y no generadores de elementos originales”, dijo la decana. Comentó que esta situación se hace más difícil en la elaboración de hardware, industria que no ha tenido el mismo desarrollo que la del software. “En general, en el país se desarrollan más sectores bastante primarios que tienen tecnología incorporada, software o servicios, y queda por el medio la parte fabril, la parte de producción material”, manifestó Simon.

“Vale mucho la pena incorporar toda área de producción [de hardware] porque genera empleo, bienes importantes, y se pueden encontrar en ella oportunidades interesantes” como esta, asociada a “la fisioterapia y a la recuperación”, planteó la decana. “Un elemento útil para personas en general, que podemos devenir pacientes, y para los médicos y fisioterapeutas, obviamente”, comentó.

Para deportistas

Dinabang puede ser utilizado para el entrenamiento de alto rendimiento deportivo y la prevención de lesiones, por ejemplo, utilizando el “cálculo de índice de asimetrías”, explicó Darío Santos. “Los valores entre porcentajes deben ser simétricos de una pierna respecto de la otra. Si uno detecta, en deportistas, una asimetría en los valores de fuerza, y eso pasa desapercibido, puede ser motivo de lesiones musculares”, comentó el fisioterapeuta. Franco Simini destacó el uso de la tecnología en deportología y señaló que en ese sentido se ha mostrado interesado el Maestro Washington Tabárez.