Estamos terminando la cuarta semana con medidas de distanciamiento social y las consecuencias ya son muchas y varían a medida que pasan los días. En ese contexto, la Facultad de Psicología de la Universidad de la República (Udelar) recomendó, en una declaración, prestar “especial atención a los efectos secundarios e indeseados” de las medidas de aislamiento, y creó un comité académico para trabajar sobre esta contingencia y diseñar propuestas para atender distintas realidades sociales que genera la emergencia sanitaria.

“El miedo y el aislamiento social son tan peligrosos como el coronavirus; lo importante es encontrarnos”, afirma el decano Enrico Irrazábal, quien advierte que las medidas de distanciamiento físico dispuestas por la autoridad sanitaria, que son imprescindibles para evitar la propagación del virus y la saturación de los servicios de salud, no deben confundirse con el aislamiento social, que es “peligroso” porque puede llevar a “perder las coordenadas vitales: el tiempo, el espacio, los vínculos, las reglas de juego y de las relaciones”. Invita, incluso, “a militar en contra del aislamiento social”, de la mano de la tecnología y otras estrategias de conexión con el otro.

En la declaración aprobada por el Consejo, la facultad remarca la importancia de fortalecer los vínculos sociales (ver recuadro) y reafirma la necesidad de que las políticas públicas “jerarquicen la atención a los sectores más vulnerados en la sociedad” teniendo en cuenta que “los efectos de esta pandemia tienen y tendrán una expresión desigual en el conjunto de la sociedad”. Exhorta a “cuidar en extremo” que las restricciones de movilidad “no redunden en formas represivas y restrictivas de las libertades individuales y colectivas, ni en otras formas de violencia social”. Esto, agrega el decano, también es peligroso: “una cosa es una recomendación para no generar aglomeraciones y otra cosa es prohibir cuando no existe la prohibición”, opinó, y pidió tener cuidado para que esta situación no derive en “prácticas autoritarias”.

Los que cuidan

Una atención especial deben recibir los trabajadores que están “en la primera línea” en el sistema de salud, en los refugios, en las cárceles. Según Pérez, muchos dicen que “no están pudiendo pensar, que sólo están haciendo”, y para el psicólogo es necesario generar espacios de diálogo para pensar. Lo mismo vale para quienes están en lugares de decisión “resolviendo cosas que no esperaban, como despedir gente, decidiendo dónde se atiende, y están viviendo todo eso con un gran nivel de angustia y pocas instancias para pensar. No hay que parar todo para ponerse a pensar, pero hay que articular lógicas, porque, de lo contrario, los efectos que puede tener en otros planos pueden ser importantes”. “Veo miedo, incertidumbre, ansiedad también, que es una respuesta a la incertidumbre, que en general tapa la angustia; parece que la angustia es algo que no se puede nombrar, y en realidad, cuando empezás a hablarlo, simplemente poniéndole palabras se desinfla eso que estaba ahí”, expresa Pérez.

Pandemia en vivo y en directo

Robert Pérez, doctor en Salud Mental Comunitaria, grado cinco del Instituto de Psicología Social y consejero de la facultad, advierte que esta “es la primera vez que una pandemia se transmite en vivo y en directo, y es la primera vez que el mundo está paralizado”. Dijo que “el efecto que está teniendo eso es nuevo, tenemos pocos parámetros o evidencia previa”. A Pérez le preocupa que “no se están pudiendo visualizar los efectos de estas medidas, tanto las de mitigación como las de contención total, en la salud mental de la gente y en la vida cotidiana”. “Todo el discurso viene en torno a contener el efecto biológico del virus, y es cierto, capaz que en este momento es algo central, pero no debería ser un discurso único; junto con esa estrategia debería también poder pensarse en los efectos, que van a ser de largo plazo”, señaló.

A partir de demandas que ya llegaron a la institución y en coordinación con el Ministerio de Salud Pública (MSP), la facultad creó un comité de emergencia académico que trabajará en cuatro aspectos: discapacidad, adultos mayores, servicios de salud, y en una propuesta que apuntaría a crear una mesa de entrada para dar orientaciones y derivar a otros recursos. La facultad no se dedica a la asistencia, pero Irrazábal apuntó que, en el marco de las funciones de extensión, investigación y enseñanza, puede colaborar con organismos como la Administración de los Servicios de Salud del Estado (ASSE) y el MSP. Además, se publicaron en el sitio web de la facultad materiales para abordar los posibles efectos de la cuarentena (Violencia y convivencia, Reacciones ante la situación de emergencia, Cuidado comunitario y Ejercicio de derechos).

Pensar la diversidad

Algo en lo que insisten Irrazábal y Pérez es que, aunque el momento requiere “hacer”, es necesario “poder pensar más” en discursos que se vienen generando y podrían tener “el efecto contrario del que quieren producir”, dice Pérez, y pone el ejemplo de cómo hablamos sobre las personas mayores en este contexto de pandemia.

La Facultad de Psicología propone fortalecer los vínculos sociales para:

  • amortiguar el sufrimiento psíquico (miedo, ansiedad, soledad) que la situación de emergencia sanitaria puede producir;
  • generar mecanismos de protección en situaciones en las que pueden intensificarse situaciones de violencia familiar preexistentes;
  • promover formas de solidaridad y ayuda mutua;
  • garantizar la participación y la toma de decisiones de los distintos sectores de la población, especialmente los más perjudicados.

“Sabemos que son el sector al que más afecta el virus, el más propenso a morir, sobre todo los mayores de 80 años”, acota Pérez, y cita datos del Instituto Nacional de Estadística: en Uruguay hay 130.000 mayores de 80 años; un tercio de ellos viven solos, otro con otra persona mayor y el tercio restante con alguien de otra generación. “Son muchas personas muy mayores y muchas viviendo solas, es una población de riesgo en todo sentido”, señala, y propone pensar en forma distinta los mensajes, porque no se trata de una población homogénea. “No es lo mismo tener las necesidades básicas satisfechas que no tenerlas, y eso hace a las vulnerabilidades de los distintos grupos. No es lo mismo tener un ingreso y ser el sostén de la familia que tener que depender de la asistencia. Estos mensajes homogeneizadores quitan visibilidad de las diferencias, y eso dificulta el abordaje de las políticas”, advierte.

“No se está pudiendo visualizar los efectos que tiene cualquiera de estas medidas, tanto las de mitigación como las de contención total, en la salud mental de la gente y en la vida cotidiana”. Robert Pérez

El docente menciona, también, que en muchos casos “las personas más vulneradas quedan en situaciones de no poder decidir, no poder hacerse cargo de su propia vida”. Pone el ejemplo de los residenciales o las casas de salud, donde por decreto el MSP resolvió disminuir al mínimo las visitas presenciales y mantener las medidas de distanciamiento y protección, “y, sin embargo, en muchos lugares se suspendieron las visitas y nadie lo cuestiona, es más, se aplaude. No dudo de la buena intención, pero está en juego cuál es la noción de sujeto humano que tenemos y cuáles son las prioridades”, dice, y apunta que para las personas institucionalizadas y aisladas “los afectos son centrales y los influyen biológicamente”, por lo que se debería apuntar a que las visitas sean espaciadas y con los recaudos del distanciamiento físico, pero que no se suspendan.

El foco en los cuidados

Pérez plantea la importancia de generar “estrategias de visibilidad de la vida y de las actitudes solidarias, cooperativas, pequeñas estrategias de resistencia ante el aislamiento, ante el miedo, la angustia”, lo que tiene que ver, a su entender, con que “en situaciones estresantes es necesario poder cuidar al otro”. Se refiere a ejemplos que se han difundido en estos días: personas que bailan en sus casas, que cantan en sus balcones, maestras que enseñan a distancia o de vecinos del Euskalerría que jugaban al veo-veo desde los balcones. “Es necesario visibilizar eso”, dice Pérez, en contraposición, también, a los linchamientos públicos en las redes sociales que también se han difundido.

El psicólogo recordó que “salud y enfermedad son dos caras de la vida y son procesos, y todos tenemos procesos más saludables y otros más patológicos, que coexisten”. La cuestión es “cómo se les va poniendo límite a los procesos más patológicos y cómo se logran visibilizar los procesos más saludables mentalmente”, apuntó. Agregó que estas estrategias de resistencia y cuidado no son individuales, sino que “es algo que se tiene que producir socialmente. Esta pandemia nos está poniendo a prueba, pero es un momento interesante para construir algunas de las estrategias de resistencia en la vida cotidiana que promuevan salud mental, que promuevan comunidad, el cuidado del otro. Y eso es lo que no está visibilizado; lo único que se ve es la parte biológica del virus”, concluyó.

“Esta pandemia nos está poniendo a prueba, pero es un momento interesante para construir algunas de las estrategias de resistencia en la vida cotidiana que promuevan salud mental, que promuevan comunidad, el cuidado del otro”. Robert Pérez

Para el psicólogo sería importante poder implementar campañas masivas que apunten a poner el foco en el autocuidado y el cuidado del otro en la vida cotidiana: “no construyendo héroes, pero sí promoviendo el cuidado del otro. En situaciones de miedo, la gente se apega a lo más conservador, a lo más irracional; la xenofobia y el racismo se instalan rápidamente, y eso es lo que hay que combatir”. En este sentido, Irrazábal comentó que el tema está en agenda en el área de Salud de la Udelar para también poder aportar en este sentido. Los mensajes, aseguró Pérez, “van influyendo en la trama social de la subjetividad”, y entiende que si no hacemos nada, “por defecto se va a instalar lo peor: los linchamientos, la lógica individualista, y sabemos quiénes van a ser los perjudicados en ese caso”.

La contención psicológica telefónica aún no está disponible

El sábado, en conferencia de prensa, el secretario de la Presidencia, Álvaro Delgado, anunció que el lunes 6 se habilitaría un número de teléfono especial para consultas psicológicas. “Se está firmando una resolución del gobierno junto con la Administración de los Servicios de Salud del Estado (ASSE) para una línea de apoyo psicológico. Esto tiene que ver con una iniciativa que conversamos con la vicepresidenta de la República [Beatriz Argimón], que se la presentó al presidente, de apoyo y contención psicológica a cargo de personal especializado, las 24 horas. Vamos a estar anunciando el lunes una línea especial”, dijo, pero eso no ocurrió.

la diaria llamó al número de atención general de ASSE; la operadora respondió que el servicio no está operativo y que recién después de Semana de Turismo podría haber novedades.

Argimón aclaró a la diaria que desde el primer momento en el que pensaron en una atención de este tipo tuvieron claro que debía ser por intermedio de ASSE y no del Ministerio de Desarrollo Social, porque las personas a cargo de la atención tienen que estar especializadas. “Se trata de algo muy específico, de crisis agudas”, comentó. Argimón aseguró que se está trabajando en la conformación del equipo de especialistas y que se trata de una preocupación para el gobierno por casos de depresión que se pueden estar agudizando con el aislamiento físico.

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