El Grupo de Estudios Interdisciplinarios sobre Psicodélicos, conformado por investigadores de la Universidad de la República (Udelar) y del Instituto de Investigaciones Biológicas Clemente Estable (IIBCE), concluyó recientemente una investigación sobre la ayahuasca en Uruguay en la que trabajaron durante 2019 y 2020. Los datos de este estudio financiado por la Junta Nacional de Drogas, que aún no están publicados, incluyeron una etapa observacional realizada en un centro de Montevideo que mezcla curanderismo vegetalista con enfoques de psicoterapia y utiliza este brebaje con propiedades psicodélicas para el tratamiento de trastornos por el consumo de sustancias. Justamente, lo que diferencia a las sustancias psicodélicas de otros fármacos es que estas “permiten inducir y transitar estados de percepción alterada, pensamientos y emociones que no pueden ser experimentadas, a no ser en sueños o durante tiempos de exaltación religiosa”, según los investigadores estadounidenses Louis S Goodman y Alfred Gilman.
Ignacio Carrera, profesor adjunto de la Facultad de Química de la Udelar e integrante de este grupo de investigación, señaló a la diaria que el resultado de la experiencia está determinado por tres elementos indisociables: la sustancia en sí misma, la persona que la experimenta (el set, la estructura mental del sujeto) y el contexto de consumo (setting). Teniendo en cuenta esto, Ismael Apud, psicólogo, antropólogo y docente de la Facultad de Psicología, acotó a la diaria que “los efectos que puede producir la ayahuasca son muy diversos, por lo que un adecuado setting y un cuidado en la selección de las personas que participan en este se hace esencial para minimizar riesgos y maximizar beneficios”.
La ayahuasca se obtiene a partir de la cocción en agua de plantas de la selva amazónica y es utilizada desde hace cientos de años por pueblos de Brasil, Colombia y Perú. En Uruguay esta preparación es utilizada por grupos religiosos, espirituales y de terapias alternativas desde la década de 1990, según los trabajos de investigación etnográfica de Apud y del antropólogo Juan Scuro, profesor adjunto de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. El Santo Daime y la Unión del Vegetal son religiones “ayahuasqueras” nacidas en la Amazonia brasileña que han salido al mundo, al igual que los chamanes peruanos o colombianos, y hace ya varios años que llegaron a países como Uruguay, en donde estas plantas y sus ceremonias no eran conocidas, relató Apud. Otra línea presente en el país es la del Camino Rojo, un movimiento espiritual de raíces indígenas mexicanas y estadounidenses que se caracteriza por realizar diferentes rituales en los que utilizan psicodélicos. En estos casos, son utilizados en un contexto curanderil y espiritual pero también se han observado contextos “más citadinos”, en grupos de ayahuasca neochamánicos, que reúnen elementos del chamanismo con diversos elementos culturales y filosóficos.
Además, la ayahuasca ha despertado el interés de la ciencia, en el denominado “renacimiento de los estudios psicodélicos”. En países como Brasil se han desarrollado estudios clínicos para sus potenciales aplicaciones en aflicciones como la depresión y los trastornos de uso de sustancias. “Actualmente hay una gran heterogeneidad de usos, y cada uno de ellos conlleva distintos settings, contextos culturales, propósitos; todo eso va a incidir en los efectos de la ayahuasca”, recalcó Apud. Lo mismo sucede con las características personales. El nivel socioeconómico de la persona; su contexto cultural; si tiene un problema de salud que quiera aliviar, son elementos que van a repercutir en las experiencias. La ayahuasca y los psicodélicos en general son contraindicados para personas con historial o riesgo de trastornos psicóticos.
Efectos sobre las emociones
En el estudio, que contó con un enfoque etnográfico y psicológico a cargo de Apud y Scuro, se aplicó una escala que mide los rasgos de personalidad de los participantes, que se denomina Zuckerman-Kuhlman-Aluja Personality Questionnaire. Además, se les realizaron entrevistas en profundidad en las que se indagó sobre las experiencias de los participantes. La muestra final fue de 18 personas y la media del grupo fue de 37 años.
Apud relató que en este caso se trató de un setting psicoterapéutico orientado por un psicólogo, al que las personas concurren a tratar de lidiar con problemas relacionados con las adicciones. “Las experiencias durante las ceremonias de ayahuasca son muy removedoras, los usuarios piensan mucho sobre su vida, sobre cómo manejarla y sobre sus relaciones no sólo con los otros, sino también con la adicción”, contó. Los psicodélicos, según la literatura, provocan “determinados efectos” sobre las emociones, pero también sobre cuestiones relacionadas con la empatía y la conexión con el otro, agregó. Esas cuestiones tienen que ver con lo social, con aquellos mecanismos psicológicos que regulan las actitudes sociales de las personas, aclaró.
“Nuestra hipótesis era que estas experiencias generarían cambios a mediano y largo plazo sobre la personalidad de los participantes. Principalmente, en esos rasgos que tienen que ver más con las disposiciones mentales para la socialización”, explicó. Dijo que encontraron muchos tipos de experiencias pero que tuvieron un fuerte peso aquellas relacionadas con las emociones sociales, como la empatía, ponerse en el lugar del otro, perdonar y perdonarse. “Sugerimos que todo esto puede ser un catalizador de los efectos terapéuticos de este tipo de dispositivo”, expresó. “Los participantes de este ritual de ayahuasca tenían puntajes significativamente más altos principalmente en una faceta de la personalidad que se denomina calidez social”, puntualizó.
Composición química y resultados
Por otra parte, Carrera adelantó que para este trabajo, además, analizaron muestras de ayahuasca de algunos usuarios que utilizan la bebida con fines rituales. “Vimos que la composición química de la ayahuasca es la esperada según la literatura”, señaló. Es decir, es similar a la que reportan trabajos previos de investigación que analizan muestras de otros países, por ejemplo, Brasil y Perú.
La composición química usual de la ayahuasca incluye una sustancia conocida como dimetiltriptamina (DMT) y otras de la familia de las llamadas “beta-carbolinas”(entre las que se encuentran la harmina, la tetrahidroharmina y la harmalina) que entre otras funciones protegen a la DMT para que no sea destruida por el organismo mediante la enzima llamada monoamino oxidasa (MAO) y logre su efecto en el cerebro. “Algunos trabajos químicos en Europa han detectado ayahuasca con algunos adulterantes, como pueden ser fármacos inhibidores de la MAO que se agregan a la bebida. Esto es importante y delicado porque el perfil de toxicidad de un brebaje así adulterado con un fármaco puede ser mucho más alto”, explicó. Además, Carrera detalló que para este trabajo desarrollaron una metodología original para analizar de forma cualitativa y cuantitativa los componentes de la ayahuasca.
Desde el punto de vista farmacológico, el trabajo –que fue realizado por el IIBCE y dirigido por la investigadora en neurociencias Cecilia Scorza– utilizó los compuestos de ayahuasca de forma pura en proporciones similares a las encontradas en las muestras analizadas para estudiar el comportamiento de animales de experimentación. “Se encontró que los animales presentaron algunas conductas asociadas a la activación del sistema serotoninérgico al administrar la mezcla de componentes [DMT y beta-carbolinas]”, indicó Carrera. El sistema serotoninérgico está implicado en diversas e importantes funciones relacionadas con el estado de ánimo, además de emociones, respuesta al estrés, apetito, sueño, entre otras. “Estas conductas también fueron observadas como consecuencia de la administración de DMT pura, o de la mezcla de beta-carbolinas (sin DMT). Esto resulta interesante porque sugiere que además de permitir que la DMT sea activa vía oral, sin degradarse por acción de la MAO, las beta-carbolinas también pueden presentar una importante acción psicoactiva per se”.
Estos resultados, que los investigadores aclararon que aún son incipientes debido al reducido tamaño de la muestra, podrían indicar que la ayahuasca así como el dispositivo ritual potencian “cuestiones vinculadas con las emociones sociales y con mecanismos psicológicos de predisposición a la sociabilidad” que, a su vez, causarían efectos en la personalidad. “Estos efectos psicológicos parecen ser característicos de las sustancias psicodélicas en general, así como de los rituales de ayahuasca en particular”, sostuvo Apud.
El antropólogo y psicólogo estimó que actualmente miles de personas participaron por lo menos una vez en estos rituales con ayahuasca en Uruguay, y que si bien los participantes asiduos siguen siendo un número pequeño, este número se ha ido incrementando en los últimos años. “En general, los grupos que conocemos siguen determinadas pautas y reglas que minimizan los riesgos y tratan de buscar el mayor provecho de consumo”, destacó. “Pero también sabemos que hay usos a nivel internacional que han generado debates en torno a determinados grupos y casos que han sido problemáticos y están ahí. Uruguay no es ni va a ser la excepción porque pueden aparecer”, añadió. Por eso, reflexionó, es importante que los académicos investiguen el tema y se pueda avanzar hacia lugares donde la ciencia, los grupos que consumen y las autoridades políticas se articulen para llegar a “los mejores escenarios”. El asunto está, concluyó Carrera, “en favorecer los programas de investigación que aporten para un uso cuidado de estas sustancias, para poder potenciar sus beneficios y minimizar sus riesgos”.
Interdisciplina y psicodélicos
El grupo de Estudios Interdisciplinarios sobre Psicodélicos es un núcleo de investigación financiado por el Espacio Interdisciplinario de la Universidad de la República. Involucra a varias disciplinas: antropología, psicología, química, farmacología y neurociencia. Se dedica a la generación de conocimiento sobre diferentes aspectos relacionados con las sustancias psicodélicas con el fin de contribuir al desarrollo de políticas públicas.