Hoy se cumple un año de la confirmación de los primeros casos de covid-19 en Uruguay y de la declaración de la emergencia sanitaria. La situación nacional ha empeorado en las últimas semanas y el contexto regional no es alentador: “El epicentro del virus está prácticamente trasladado a las Américas”, dijo Giovanni Escalante, representante de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) en Uruguay. De todos modos, Escalante valoró que Uruguay “se ha salido del promedio latinoamericano”: “No se han producido las dos grandes olas, como está pasando en el resto de América Latina: Uruguay ha tenido más bien una sola ola, después de prácticamente nueve meses de una curva muy aplanada y cuando la población aflojó los cuidados por cansancio”.

Una de las claves de la respuesta uruguaya estuvo, para Escalante, en “la preparación previa” que tenía el país. “Había una inversión en materia sanitaria, en aspectos sociales, que fue producto de una acumulación de varias décadas en un país que apostó a la inversión en el sistema de protección social. Su sistema de salud está fortalecido, ha pasado por múltiples reformas”, dijo. Valoró, además, el desarrollo del primer nivel de atención, que permitió la asistencia domiciliaria y que, junto con la instrumentación de la telemedicina, evitó que los usuarios congestionaran los servicios de salud.

La baja densidad poblacional es, de acuerdo con Escalante, un factor protector, así como el hecho de que el país no sea un hub aerocomercial, lo que facilitó que los primeros casos de SARS-Cov-2 no llegaran “tan precozmente como a otros países de América Latina, como ocurrió en Brasil, en Perú, en Chile”, comparó. “La ventaja fue que Uruguay ganó tiempo previamente y fue aprendiendo de lo que estaba sucediendo en China, después en Europa y progresivamente en los otros países”, apuntó.

El representante de la OPS dijo que el ministro de Salud Pública, Daniel Salinas, acertó al seguir la estrategia de Corea del Sur en la aplicación de rastreo, testeo y aislamiento de casos positivos, y dijo que eso permitió aplicar “un confinamiento inteligente, que no fue un confinamiento necesariamente forzoso para un gran volumen de población, sino más bien en circunstancias en que se hacía la aplicación intensiva de los test”. En ese sentido, destacó que Uruguay optara por hacer los diagnósticos mediante la técnica por PCR (en lugar de los test serológicos, que miden los anticuerpos una vez que se generaron, es decir, varios días después de haber tenido el virus) y elogió el despliegue de laboratorios de biología molecular para procesar las muestras.

Escalante calificó como “ejemplar” la respuesta de la población a las medidas recomendadas –como el uso de tapabocas y el teletrabajo, aplicadas oportunamente–, lo que permitió “que no fuera necesario recurrir a un confinamiento obligatorio”. “Se procuró evitar que el país entrara en un lockdown, en un cierre total, sino que se buscó continuar con las actividades económicas y hacer un buen balance entre las medidas de salud pública y las medidas económicas”, agregó. Saludó que “el gobierno logró una unidad de todos los partidos políticos, que han apostado por apoyar en estas medidas”, así como la conformación del Grupo Asesor Científico Honorario, algo que señaló como “una innovación que vale la pena recordar en América Latina”.

Cuestiones a mejorar

“Ahora el desafío va a ser el financiamiento del sector social, todos los países están teniendo este mismo problema”, dijo Escalante. Puntualizó que las personas que tienen mayor riesgo son quienes están en situación de pobreza, en situación de calle, que viven en residenciales o en zonas “muy dispersas”, pero también personas desempleadas, trabajadores informales, monotributistas y trabajadores independientes que perdieron el empleo. “Requieren una protección social, de repente una renta básica, un salario subsidiado o una tarjeta social para poder adquirir algún bien”, dijo, y recordó que la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Cepal exhortaron a todos los estados miembro a “construir puentes adecuados para lograr este balance entre los sectores sociales y sectores productivos”, porque “es fundamental lograr un sano equilibrio entre la economía y el sector social”.

El otro foco, según Escalante, hay que ponerlo en las enfermedades no transmisibles, que representan un verdadero problema en América Latina y a su vez representan un mayor riesgo de adquirir complicaciones producto de la covid-19. Para eso, dijo, hay que identificar los factores de riesgo. Entre ellos mencionó el sedentarismo y la mala alimentación producto de la ingesta de “alimentos con altos niveles de sodio, grasas y carbohidratos que van a producir obesidad, sobrepeso, hipertensión arterial o problemas metabólicos”. “La idea es que todos los estados miembro [de la OPS] presten atención a cuáles son las medidas para proteger a su población y prevenir la aparición de esos riesgos”, afirmó.

Acerca de Uruguay, dijo que “un problema fundamental es la epidemia de obesidad y sobrepeso en los niños” y señaló que por eso “es muy importante que Uruguay mantenga adecuadas las medidas de advertencias sanitarias nutricionales en todos los productos que tengan altos niveles de azúcares, grasas y sodio”. Consultado acerca de las modificaciones que tuvo el etiquetado en este período de gobierno –su postergación y la modificación del perfil nutricional con respecto al sugerido por la OPS–, respondió que “son decisiones soberanas de cada Estado miembro”. Agregó que durante estos años de discusión, elaboración e instrumentación de la medida lo que ha hecho la OPS, junto con otras agencias de Naciones Unidas, como FAO y Unicef, fue aportar evidencias: “Hemos puesto sobre la mesa las tendencias globales, los efectos, hemos hecho recomendaciones que son producto de las evidencias a partir de investigaciones, del metanálisis, de revistas indexadas con investigaciones muy profundas sobre los factores de riesgo, sobre los alimentos y las bebidas ultraprocesadas, y con base en eso se ha establecido un perfil de nutrientes con recomendaciones de cuáles deberían ser los límites y advertir del ‘exceso de’ cuando se atraviesa esos límites. Cada gobierno toma eso y lo va a aplicar en todo y en parte. Las decisiones de políticas son autónomas y soberanas y cada decisión va a tener efectos en el tiempo”.

Asimismo, recomendó “que se mantengan aquellas medidas de salud pública que van a favorecer que la población tenga comportamientos saludables, por ejemplo cero alcohol en el tránsito, que es una de las leyes más innovadoras en América Latina: son pocos los países que están aplicando esa medida y tiene efectos positivos”, afirmó. 

Vacunación: demoras y apuestas a largo plazo

En octubre de 2020 Uruguay se sumó al mecanismo Covax que crearon la OMS, la Alianza Mundial para la Vacunas y la Inmunización, la Coalición para la Promoción de Innovaciones en Pro de la Preparación ante Epidemias y Unicef, con el objetivo de garantizar a los países que participaran las vacunas para poblaciones prioritarias tan pronto fueran lanzadas en el mercado mundial. Uruguay reservó 1.500.000 dosis, pero todavía no se sabe cuándo llegarán. El jueves el presidente de la República, Luis Lacalle Pou, expresó en rueda de prensa: “El mecanismo Covax no ha sido el mecanismo que todos pensamos que iba a ser, de hecho todo el mundo ha conseguido las vacunas baipaseando el mecanismo Covax. Cuando uno participa en estos organismos internacionales supone que van a tener resultados más contundentes de los que tuvimos”.

En diálogo con la diaria, el martes anterior a esa conferencia de prensa, Escalante expresó: “Somos conscientes de que hay un gran desafío que es la disponibilidad actual de las vacunas, producto de que esta capacidad de producirlas está en sus inicios. Ha habido algunos temas de logística de esas vacunas, pero esperemos que se vayan superando con el tiempo. La idea es más bien cómo establecer una armonización en los tiempos para que todos los países inicien sus campañas de vacunación lo antes posible”.

¿Pecó de ilusa la OMS al confiar en que iba a lograr la distribución a tiempo de vacunas, y que los países pobres podrían tenerlas al mismo tiempo que los ricos? “Hay que ver las cosas sistémicamente, no de manera fragmentada. La viruela se ha erradicado en plena Guerra Fría. ¿Y quiénes son los que integran los organismos multilaterales? Los propios estados miembro. Depende de la voluntad de todos los gobiernos de confluir en sus intereses y decir ‘el interés supremo de este planeta es el bienestar de todos, no el interés de unos cuantos’. Porque el hecho de que yo compre el mayor número de vacunas para determinado país no va a resolver el problema por la sencilla razón de que en los otros países va a seguir circulando el virus y mutando. En la medida en que no introduzca las vacunas simultáneamente, eso va a seguir ocurriendo. Depende de la voluntad de los gobiernos, de que los gobiernos incidan en los organismos multilaterales y se discuta abiertamente apostar por estos mecanismos de distribución solidaria a precios más razonables”, respondió.

Para Escalante, las dificultades de Covax son propias de una iniciativa nueva. Recordó que es a través de un mecanismo similar –el fondo rotatorio de la OPS– que las Américas se abastecen de vacunas y jeringas desde hace décadas, logrando acceder a una inmunización mucho menos costosa que si adquirieran las dosis por separado. Reconoció que el éxito también depende de la inyección de dinero, y en ese sentido, saludó que la Unión Europea y otros países estén “comenzando a donar” fondos para Covax, “porque saben que ese es un mecanismo que va a lograr la equidad”.

“Nuestro desafío es que todos los países logren esta coordinación de sus campañas de vacunación, porque la idea no es una carrera por qué país comienza la vacunación primero, sino la carrera por que América Latina siga dando la talla en lograr cobertura óptima en todos los países”, que para la covid-19 está estimada en 70%. Señaló que esta pandemia es un problema global, no de un país, y mencionó, como ejemplo, que “América Latina fue el primer continente en eliminar la circulación del virus salvaje de la polio”. “Hemos sido el primer continente que ha podido erradicar muchas enfermedades prevenibles por la vacunación, entonces lo que tenemos que hacer es recordar todas esas estrategias que han permitido lograrlo”, dijo.

Además del suministro de vacunas, Escalante señaló el rol de la OMS, que creó un grupo independiente de expertos que se encarga de precalificar y calificar las vacunas, y dijo que la OPS creó una red de vigilancia de los eventos adversos atribuibles a la vacunación. Todo eso habla de un sello de garantía que la OPS espera que redunde en una mejor protección para la población.

Escalante dejará Uruguay y pasará a trabajar en El Salvador

El 9 de abril, Giovanni Escalante, médico peruano especializado en salud pública, gerencia social y políticas de recursos humanos, dejará de ser el representante de la Organización Panamericana de la Salud en Uruguay. Ocupa el cargo desde el 26 de octubre de 2016.

¿Con qué expectativa llegó hace cuatro años y medio y con qué idea se va del país?

Me voy gratamente complacido por haber conocido más la sociedad uruguaya. Me habían dicho que Uruguay era la Suiza de América por el desarrollo de sus políticas públicas, que era un país que había fortalecido sus instituciones. Uruguay ha sido un país de avanzada, porque muchas de las políticas de salud y las políticas sociales se fueron implementando en el tiempo y realmente lo he comprobado. He visto cómo funcionan las instituciones, hay mucha mayor transparencia, menor corrupción, no tiene índices muy altos de violencia, si bien preocupa mucho la violencia contra la mujer y los suicidios. Es un país que debe ser visto como un referente en América Latina y debería ser un país que aprecie lo suyo, pero que también se abra al mundo. Yo creo que es muy importante esta capacidad que se va a ir generando en el tiempo de que Uruguay pueda colaborar con otros países para generar mejores prácticas en América Latina y el mundo. Así que me voy agradecido. [Mi estadía] se ha caracterizado por un diálogo muy transparente, he estado en el anterior gobierno y en este, y la constante ha sido la transparencia, un diálogo muy fluido. Hemos trabajado de la mano con las autoridades pero también con los distintos actores, hemos logrado diversificar un trabajo no solamente con el Ministerio de Salud Pública, sino también con ASSE [Administración de los Servicios de Salud del Estado], con las intendencias, con la Universidad [de la República].

¿Qué otro aspecto tendría que mejorar Uruguay? ¿Hay algunas alertas en las que habría que trabajar?

Hay que mirar más allá de lo que ha sido la covid-19, poner luces largas para ver lo que se está viniendo. Uruguay está comenzando a tener mayor proporción de mayores de 65 años, y eso va a ir creciendo en el tiempo. Es una población que ha disminuido el número de nacimientos por debajo del nivel de reemplazo y eso a la larga va a tener un impacto en los sistemas de protección social, porque se necesita reemplazar a aquellas personas que están jubiladas con personas que entran activamente a un mercado laboral, pero para eso se necesitan gurises y después jóvenes. En Uruguay se ha infantilizado la pobreza porque hay unos bolsones recurrentes de pobreza. ¿Cómo hacer que esos factores se resuelvan en el tiempo para asegurar que todos tengan las mismas oportunidades para salir adelante?

Se necesita, también, revisar todo el tema de las políticas migratorias. En este mundo hiperconectado tiene que haber facilidades migratorias en cada uno de los países de las Américas, porque ese es el destino de los países. Donde hay un flujo muy dinámico de la población, es necesario que [el migrante] pueda tener las mismas oportunidades laborales en cada uno de los países, por las características que tiene América Latina. Se necesita revisar algunos instrumentos que han tenido vigencia, como el Reglamento Sanitario Internacional, y en eso estamos trabajando. Se había revisado en 2005, pero ahora, con todo el asunto de la pandemia, hay que mirarlo de nuevo. Los países comenzaron a tomar determinadas medidas para proteger a sus poblaciones, pero las fronteras son muy porosas, las personas circulan muy dinámicamente, sin pasar a veces los controles fronterizos oficiales, y ahí está el aspecto humanitario: la migración es un derecho humano. ¿Y qué pasa con las personas que tienen alguna condición de salud? Hay que tratar a otro ser humano como igual, eso se tiene que proteger a lo largo y ancho de los países. Hay que comenzar a mirar la sostenibilidad de los sistemas de salud, porque los sistemas de salud que garantizan el acceso a cobertura universal son fundamentales, ahora lo estamos viendo: los sistemas que son fragmentados, mal financiados, no han dado respuesta, la gente saturó los servicios y hubo un colapso. Todas esas son las luces de alarma que estamos viendo en todos los países en América Latina, y Uruguay tiene mucho que dar en todo eso. Una responsabilidad de este y los futuros gobiernos es lograr mantener sus sistemas sociales con este esquema de protección social en salud.