El tiempo transcurrido desde que se declaró la emergencia sanitaria pesa en el cuerpo de las trabajadoras y los trabajadores de la salud. La constante atención para mantener la protección personal, las largas jornadas, la necesidad de contener los miedos y ser testigos del dolor de los pacientes y de las familias ha generado impactos en su salud mental. Estrés, ansiedad, miedo, angustia y tensión son algunos de los sentimientos que expresan los trabajadores y las trabajadoras de la salud en ámbitos de consulta, manifestó a la diaria Cecilia Durán, presidenta de la Sociedad Uruguaya de Psicología Médica y Medicina Psicosocial (SUPM) y docente del Departamento de Psicología Médica de la Facultad de Medicina de la Universidad de la República (Udelar).

Al inicio de la pandemia, cuando la situación sanitaria era totalmente distinta y los ojos estaban puestos en entender el comportamiento de un virus desconocido, poco se pensaba en los impactos de la pandemia sobre la salud mental del personal de la salud. Sin embargo, la SUPM ya estaba preocupada por este tema y, sin tiempo que perder, en marzo de 2020 realizó un primer relevamiento de los recursos disponibles en el sistema de salud a nivel público y privado para brindar atención psicológica a los trabajadores y trabajadoras de la salud, contó Durán. Con esa información, la sociedad elaboró una guía con recomendaciones para el personal de salud y para toda la sociedad para afrontar la crisis sanitaria. Además, dispuso ofrecer atención psicológica a personal de cualquier centro asistencial, mientras que el Departamento de Psicología Médica de la Facultad de Medicina se encargaría de atender al personal del Hospital de Clínicas, señaló la psicóloga. Ya en ese entonces, el personal de salud manifestaba sentimientos de “incertidumbre” en relación al comportamiento del virus y de la enfermedad, “altos niveles de estrés” y “ansiedad anticipatoria” por lo que estaba ocurriendo con el SARS-CoV-2 en Europa y podría eventualmente ocurrir aquí, como la “sobrecarga de los trabajadores” o el hecho de “no poder ingresar a un paciente en un centro de salud o tener que elegir entre una persona u otra”, comentó Durán.

En todo el sistema

En el contexto actual de la pandemia, con miles de casos y decenas de muertes por día de covid-19 y la amenaza de saturación del sistema sanitario, los efectos en la salud mental de los trabajadores y trabajadoras de la salud pueden ser mayores. Durán contó que quienes están en “el frente de batalla” relatan situaciones en que los pacientes “no pueden ingresar a los hospitales por falta de lugar”, y que “hay centros que están muy sobrecargados, por ejemplo, el Hospital Español”, primer centro de referencia de covid-19 de la Administración de los Servicios de Salud del Estado (ASSE). A estas situaciones se sumó en los últimos meses la escasez de recursos humanos por estar en cuarentena o aislamiento, los materiales finitos para la atención, y la incorporación de personal “sin tanta experiencia” para cubrir vacantes o para asistir a grandes cantidades de pacientes; todo esto genera “altos niveles de estrés” y de “exigencia” sobre el personal.

Durán sostuvo que los impactos en la salud mental del personal se dan por igual en todos los niveles de atención sanitaria. Consideró que a veces el foco se pone en el trabajo de los equipos de salud que trabajan en servicios de CTI por la vulnerabilidad de los pacientes y por la presencia cercana de la muerte, pero aclaró que en este momento todo el personal de la salud se enfrenta a las mismas situaciones sin importar el sector en que se desempeñen. Reconoció que la atención de los pacientes más graves tiene sus particularidades; por ejemplo, mencionó que por el estado de gravedad y las características de la enfermedad, los pacientes en CTI no pueden recibir visitas, por lo que los trabajadores de la salud, además de ser sus cuidadores, se convierten en el “sostén emocional” de ellos y de sus familiares, con los que están en contacto telefónico permanente para informarles sobre la evolución del paciente. Eso genera mayor “carga emocional” en los trabajadores, a la que en muchas oportunidades se agrega el momento de notificar el fallecimiento de un paciente, que tiene que realizarse por teléfono y en condiciones que no son las ideales ‒de forma presencial en un lugar privado que permita contener a la persona que recibe la noticia‒, manifestó Durán.

“Los sentimientos recurrentes que expresan los trabajadores de la salud son: estrés, miedo de contagiar a su familia, preocupación, tensión y dilemas éticos frente algunas decisiones que deben tomar en la asistencia”, dijo la especialista. Entre sus principales inquietudes está la posibilidad de llegar a tener que “decidir a quién salvar y a quién no”. Durán explicó que este es un sentimiento inevitable frente a la posibilidad de una posible saturación del sistema de salud. Además, planteó que llegar a ese punto puede generar “conflictos entre distintos criterios de atención” y sumar mayor presión y estrés a las determinaciones que deben tomar los trabajadores y las trabajadoras.

Durán recordó que en Uruguay el único estudio sobre el tema que ofrece cifras concretas fue realizado entre abril y mayo de 2020 por la Red de Atención Primaria de Maldonado de ASSE y el Programa de Practicantes y Residentes de la Facultad de Psicología de la Udelar. En ese entonces, el personal de salud encuestado había manifestado sentimientos de “incertidumbre”, “miedo”, “agotamiento diario”, “angustia”, “ansiedad” y “estrés”. Afirmó que ahora hay otros estudios en marcha.

Más herramientas

Este año, la SUPM cambió las dinámicas de atención al personal de la salud. La sociedad pasó a integrar el Comité de Emergencia Sanitaria del Sindicato Médico del Uruguay (SMU), junto a las sociedades científicas, la Federación Médica del Interior, el Sindicato Anestésico Quirúrgico y los núcleos de base del SMU. Allí se resolvió brindar asistencia al personal bajo un “modelo de intervención de crisis”, que reúne tres o cuatro sesiones en las que se brindan herramientas para que puedan “retomar el control de la situación”, explicó Durán. Asimismo se llevó a cabo una nueva instancia de recolección de datos sobre los recursos de atención disponibles y se encontró que varios centros de salud están dispuestos a brindar asistencia psicológica a su personal de forma honoraria.

Además, el Comité de Emergencia Sanitaria creó un Comité de Salud Mental, que integra la SUPM, la Sociedad de Psiquiatría del Uruguay, la cátedra de Psiquiatría de la Facultad de Medicina, el Departamento de Psicología Médica y la Coordinadora de Psicólogos. Uno de los proyectos del Comité de Salud Mental es generar acciones para “crear redes de apoyo emocional para el personal de salud en todo el país” y que la persona reciba “atención psicológica en el lugar donde trabaja”.

Otro proyecto del comité es trabajar en tareas preventivas para evitar que el personal de la salud contraiga patologías mentales. “A la prevención del estrés llegamos tarde, pero podemos trabajar en la prevención del síndrome de burnout o del estrés postraumático”, dijo Durán. Señaló que esta propuesta tendría que partir del Ministerio de Salud Pública, pero que por el momento la SUPM y otras organizaciones se están haciendo cargo “a mucho pulmón”. Durán comentó que una de las propuestas que estuvo sobre la mesa en el ámbito de salud mental del Comité de Emergencia es crear una línea telefónica específica para el personal de salud.

“La idea es que intentemos, varios actores, no sólo los que integran el Comité de Emergencia, que haya una preocupación para evitar secuelas de características psicológicas o psicopatológicas en los trabajadores de salud, que los necesitamos ahora y después de la pandemia. Esto sigue”, expresó Durán.

Fortalecidos

En un contexto donde sobran las malas noticias y asusta el desborde de la capacidad de atención del sistema de salud, es difícil encontrar una perspectiva positiva o deducir qué aprendizaje podemos rescatar de esta situación. Durán sostuvo que no se han estudiado las herramientas con las que cuenta el personal de salud para afrontar una situación inédita como esta, pero señaló que en el sistema de salud hay personal con diferentes niveles de experiencia y formación, y‒ aunque no es la única variable que se puede tener en cuenta como herramienta para afrontar la pandemia‒ en su opinión es “evidente que la formación y la experiencia dan técnicas para poder tomar algo positivo de una situación negativa” y “poder aprender de esa experiencia”. Asimismo, señaló que “el hecho de cuidarse y usar el equipo de protección personal, ser solidario con el otro, pedir ayuda, son formas de un afrontamiento activo de la situación”, y así los trabajadores y trabajadoras van adquiriendo “cierta fortaleza”. No obstante, apuntó que el problema es que “los recursos internos a veces se agotan”. Por eso, desde la SUPM “tenemos la necesidad de poner estos recursos a disposición”, expresó Durán.