La mutación de los virus es parte de su evolución natural y esperada, e implica un cambio biológico o químico en su material genético. Algunas de esas mutaciones son deletéreas para el virus, es decir que terminan matándolo; la mayoría son neutrales y otras logran ser ventajosas, explicó el jueves Jairo Méndez Rico, asesor regional de enfermedades virales y emergentes de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), en una charla sobre la mutación del SARS-CoV-2 destinada a periodistas de la región. Cuando las mutaciones son ventajosas para un virus es porque le permiten alcanzar sus objetivos: mejorar su capacidad para entrar a una célula para infectarla y, así, replicarse, y/o escapar de la respuesta inmune (que se pueda alcanzar de manera natural o a través de las vacunas).

La Organización Mundial de la Salud (OMS) tiene dos categorías de variantes: de interés y de preocupación. Las de interés encierran cambios genéticos que causan transmisión comunitaria y podrían generar algún efecto en la salud pública, pero no llegan a ser de preocupación. Se convierten en variantes de preocupación cuando se demuestra que son más transmisibles, que aumentan la virulencia, o disminuyen la eficacia de las medidas de protección de salud pública, del diagnóstico, o de las vacunas o de las terapias para combatirla, detalló Méndez Rico. Aclaró que hasta el momento las variantes de preocupación se han clasificado principalmente porque se ha demostrado que tienen una mayor capacidad de transmitirse y no por su virulencia o por eludir las medidas de salud pública.

Hasta ahora, la OMS ha identificado cuatro variantes de preocupación: la B117 (detectada inicialmente en Reino Unido), la B1351 (identificada originalmente en Sudáfrica), la B1128, más conocida como P1 (detectada inicialmente en Manaos, Brasil) y la B1617 (detectada por primera vez en India).

Según informó Méndez Rico, en las Américas 37 países o territorios han confirmado hasta ahora al menos una variante de preocupación: la B117 se ha reportado en 34 países o territorios; la B1351 en 17, la P1 en 21 países o territorios, y la B1617 en ocho países.

Méndez Rico remarcó que “si bien algunas variantes han demostrado mayor capacidad para transmitirse, no son más agresivas ni más severas”, que “el impacto que puedan tener en reinfecciones o para escaparse de la respuesta inmune todavía no se ha establecido”, que las vacunas que han sido licenciadas de emergencia por la OMS protegen contra estas cuatro variantes, y que no ha habido problemas para diagnosticarlas.

Fernando Mota, investigador de la fundación Oswaldo Cruz de Brasil, que tiene uno de los cinco laboratorios de referencia de la red regional de vigilancia genómica de la OPS, expresó que la variante P1 no ha demostrado ser más virulenta, pero que la rapidez con que se transmitió en Manaos generó una “alta mortalidad” allí debido a “la sobrecarga que se provocó en el sistema público de salud”. “La P1 domina actualmente el escenario de Brasil y no tenemos la misma situación que tuvimos en el norte a fin de año”, comparó.

Tanto Méndez Rico como Mota insistieron en que las medidas para impedir la propagación de las variantes de preocupación no difieren de las estipuladas para el SARS-CoV-2: distanciamiento físico, uso de tapabocas, lavado de manos, vacunación y vigilancia epidemiológica.

“Debemos enfocarnos en detener la transmisión, independientemente de cualquier variante”, precisó Méndez Rico, porque, tal como dijo, “cuanto más se transmite el virus, más probabilidad hay de que ocurran mutaciones”. Consultados sobre las posibilidades de cerrar las fronteras para evitar la propagación de las nuevas variantes, ambos expertos dijeron que esa es una medida “débil” porque “un virus de transmisión respiratoria se puede transmitir con mucha facilidad por una única persona que pase por la frontera”, que puede ser asintomática. Las medidas más efectivas son el testeo, el aislamiento de casos positivos, el seguimiento de las cadenas de transmisión, y corroborar el cumplimiento de las medidas de salud pública, insistieron. “Las fronteras no van a parar el virus, son las medidas las que van a parar la diseminación del virus o, mejor dicho, la amplificación del virus”, resumió Méndez Rico.

En cuanto a la llamada “variante andina” -la OMS no recomienda llamarle por el lugar de procedencia a las variantes para no estigmatizar poblaciones-, Mota precisó que se denomina variante C37; se estima que resultó de un proceso de cambios de la variante B111 que se cree que circulaba en Perú a fines de diciembre. Agregó que se ha encontrado un aumento de casos de C37 en Perú y en Chile, pero que “no está asociado a ningún aumento inusual de la transmisión”. Aclaró que se la está estudiando, pero que por ahora no es catalogada “de interés ni de preocupación”.