El lupus es una enfermedad que afecta principalmente a mujeres jóvenes y las incapacita muchas veces para desarrollar actividades laborales. Además, se presenta en forma más grave y a más temprana edad en mujeres que no son caucásicas.
El lunes 10 de mayo es el Día Mundial del Lupus, una fecha “para hacer visible lo que es invisible frente a los ojos de la sociedad y de la comunidad médica”, dijo a la diaria, Ernesto Cairoli, médico clínico en enfermedades autoinmunes e investigador del Institut Pasteur de Montevideo. “Es un día para reflexionar sobre la necesidad de políticas de apoyo para este grupo de pacientes que viven todos los días con esta enfermedad”, añade.
Se trata de una enfermedad autoinmune, lo que significa que el sistema inmunitario además de proteger a la persona contra las infecciones genera una respuesta equivocada que daña al propio cuerpo. En este caso, “no hay órgano que escape a la agresión del lupus”, explica Cairoli. Se afectan principalmente la piel, las articulaciones, los riñones, además de las plaquetas, los glóbulos blancos y rojos.
El desarrollo del lupus depende de varios factores que tienen que coincidir para que se produzca la enfermedad. Por un lado, tiene que haber un factor medioambiental, por ejemplo, una exposición prolongada en personas que son susceptibles a los rayos solares de mucha intensidad. Pero hay otras condiciones, como la toma de anticonceptivos orales o fumar tabaco, que también “favorecen el desarrollo en alguien que tiene predisposición” a la enfermedad, señala el investigador. Además está el factor hereditario, que tiene una incidencia de poco peso, y también hay un componente que depende de las hormonas y sus variaciones.
Entre los 15 y los 35 años, nueve de cada diez personas con lupus son mujeres. “Esto marca un neto predominio sobre del género femenino; en la medida en que pasa el tiempo y aumenta la edad, ya cuando el paciente tiene 50 o 60 años, la enfermedad sigue predominando en mujeres pero no con tanta diferencia en relación con los hombres”, detalla Cairoli.
A su vez, el lupus afecta en mayor medida a las mujeres que no son caucásicas, entre ellas latinoamericanas y afrodescendientes. “Son grupos étnicos que tienen riesgo de tener mayor predominancia de afectación por lupus; aparece a edades más tempranas y se presenta en forma más grave”, asegura. En Puerto Rico, 250 mujeres de cada 100.000 habitantes tienen lupus, mientras que en los países nórdicos -como puede ser Suecia o Noruega- la relación baja a entre 30 y 50 mujeres por cada 100.000 habitantes. Si bien no hay cifras oficiales a nivel local, para Cairoli, Uruguay posiblemente supere las cifras de España, que tiene entre 75 y 90 personas con lupus cada 100.000 habitantes.
El lupus depende de un cúmulo de síntomas y a veces el tiempo que transcurre entre la manifestación y el diagnóstico puede ser de meses, o incluso años. Entre las alteraciones más frecuentes para sospechar de que una persona padece esta enfermedad se encuentran la fatiga, el decaimiento, los dolores articulares y musculares y la presencia de alteraciones en la piel que se desencadenan por una exposición solar, que se llama fotosensibilidad.
El tratamiento para esta enfermedad se ajusta a cada paciente. “No hay un paciente con lupus que sea igual a otro. Los tratamientos tienen matices porque los pronósticos son distintos en cada uno, según el órgano principalmente afectado”, sostiene Cairoli.
Pero en líneas generales, la hidroxicloroquina es el medicamento angular en el tratamiento de lupus. Además, las personas con esta enfermedad se deben proteger del sol, llevar adelante una dieta balanceada y sana, hacer ejercicio físico y suspender el hábito del tabaco siempre que sea posible.