Una mujer de 32 años falleció el 1° de junio en la ciudad de San Carlos, en el departamento de Maldonado, tras ser encontrada por sus familiares, inconsciente, en el baño de su casa. Los demás integrantes de la familia que vivían con ella también resultaron afectados. La hipótesis “más factible” de la Dirección Nacional de Bomberos es que el desenlace fatal haya ocurrido como consecuencia de una intoxicación por monóxido de carbono procedente de un calefón a gas, informó a la diaria Pablo Benítez, el vocero de la institución. Personal de Bomberos retiró el calefón, la garrafa y sus conexiones correspondientes con el fin de enviarlos a la Unidad Reguladora de Servicios de Energía y Agua (Ursea) para realizar la pericia de los artefactos y constatar si falló su sistema.

Benítez advirtió que las intoxicaciones por monóxido de carbono “son un problema real” y que en los días más fríos se han incrementado en forma importante. “Estamos teniendo muchas personas que presentan síntomas de intoxicación, trabajamos hasta en diez incendios por día en el país a causa de artefactos de calefacción”, detalló.

En Uruguay se registran más de 100 casos y al menos 20 muertes anuales por intoxicación con monóxido de carbono, un gas que no se percibe (no se ve ni se huele) y no provoca síntomas irritativos, por lo que puede inhalarse durante horas sin ser percibido. Esta patología de origen ambiental, frecuente en el período invernal, se produce por mala combustión de estufas, calefones, cocinas y cocinillas, generadores, motores –que funcionan a leña, gas o supergás, nafta o querosene–, y por combustión de carbón y braseros en ambientes sin recambio de aire. Es una intoxicación asociada no sólo a las temperaturas bajas sino también al encierro en ambientes interiores y que preocupa porque es potencialmente grave y deja secuelas. “Hoy los casos más graves y la causa más frecuente son los calefones a gas instalados en el baño”, aseguró, en diálogo con la diaria, Amalia Laborde, profesora titular y directora del Departamento de Toxicología de la Facultad de Medicina de la Universidad de la República y del Centro de Información y Asesoramiento Toxicológico (CIAT).

Foto del artículo 'Los calefones a gas son la causa más frecuente y más grave de intoxicaciones por monóxido de carbono'

Una de las novedades del artículo “Escenarios de exposición a monóxido de carbono que orientan la sospecha clínica de intoxicación aguda”, que se publicó en mayo en la Revista Médica del Uruguay, es que el equipo que ocasionó más casos de intoxicación, de un total de 111, fue el calefón a gas (20,7%), comentó Laborde, quien fue una de sus autoras junto con María Noel Tortorella, profesora adjunta del CIAT. Si bien todos los datos incluidos en la publicación son de 2017, esta es una realidad “que permanece” hasta la actualidad, dijo la directora del CIAT. La media de edad entre las personas expuestas a una mala combustión de un calefón a gas fue de 11,9 años y el departamento con mayor tasa de intoxicaciones fue Maldonado. “Hemos hecho varias reuniones con los médicos de Maldonado –por medio de las actividades que podemos hacer desde la academia y desde el CIAT– y ellos están muy preocupados porque han visto casos muy graves”, relató.

Hasta el estudio de 2017, la mayor cantidad de intoxicaciones se generaba por los braseros, las estufas a gas o las garrafas de tres kilos con accesorios en ambientes muy cerrados sin ninguna renovación de aire, explicó Laborde. Sin embargo, desde 2017 observaron un impulso importante a través de la publicidad de la venta de calefones a gas que ya incluyen todos los elementos para poder ser conectados a una garrafa. “Ahora es una opción económica y es comprensible que las personas necesiten acceder a esto”, sostuvo, pero tiene su contracara. La “hipótesis” de las investigadoras es que la compra de estos equipos está generando “instalaciones que no son apropiadas”, porque no se tiene en cuenta que ningún calefón a gas puede estar dentro del hogar, añadió. “Algún paciente nos dijo ‘yo no lo puedo poner afuera porque me lo roban y si le pongo una reja, al final me sale más caro’”, contó. La directora del CIAT remarcó la “inequidad” que genera esta situación que, además, “pone a las personas en un alto riesgo”.

Según Laborde, estos equipos “seguramente” están siendo utilizados por familias de menores recursos porque el calefón clásicamente es eléctrico. “El brasero también era una fuente asociada con las familias de muy bajos recursos y muy carenciadas”, recordó. Pero aclaró que las intoxicaciones por monóxido de carbono son un problema que afecta a toda la sociedad. “Lo que cambia, según los ingresos y el acceso a la calefacción de la población, es la fuente que las genera”, subrayó.

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Síntomas

A lo largo de los años, la intoxicación por monóxido de carbono ha sido definida como “una enfermedad ‘oculta’, causada por un tóxico ‘silencioso’, que induce síntomas “camaleónicos”, o como un gran ‘imitador’ de enfermedades”, según advirtió el artículo publicado en la Revista Médica del Uruguay. Dos son las razones principales de esta consideración: por un lado, la inespecificidad de sus síntomas, que admiten otros diagnósticos de patologías frecuentes y, por el otro, la falta de noción de exposición por ser un gas imperceptible por los sentidos.

“Las secuelas más comunes son neurológicas, aunque también pueden ser cardiovasculares porque el otro órgano que sufre mucho la hipoxia es el corazón. Hay personas que incluso han sufrido infartos, aunque en esos casos ya tienen un terreno que facilita esa isquemia cardíaca”, señaló Laborde. De acuerdo a este estudio descriptivo transversal de los casos sospechosos consultados en el CIAT durante 2017, los graves representaron 40,5%, mientras que 13,5% fueron moderados, 41,4% leves y 4,5% asintomáticos. La cefalea fue el síntoma más frecuente (24,6%), seguida por la pérdida de conocimiento transitoria (20,1%), los vómitos (13,1%), las náuseas (13,1%), los mareos (12,5%), debilidad muscular (4,7%) y, en menor medida, les siguen la disnea (ahogo o debilidad para respirar), hiporreactividad (pérdida del tono muscular), dolor torácico, convulsiones, coma, hemiparesia (disminución de la fuerza o parálisis de un lado del cuerpo), confusión y acúfenos (percepción de ruido en los oídos o en la cabeza).

Quienes más episodios de intoxicación por monóxido de carbono sufrieron fueron los jóvenes entre 15 y 29 años (25,2%), seguidos por los niños y adolescentes entre seis y 14 años (19,8%) y los más chicos, de cero a cinco años (13,5%). Según Laborde, este tipo de episodios en niños y adolescentes “repercute mucho” porque el monóxido de carbono es un neurotóxico: “En un cerebro en desarrollo esto implica realmente un riesgo no sólo de morir o de dejar secuelas clínicamente ostensibles, sino además de disminuir las potencialidades de neurodesarrollo del cerebro”, advirtió. En el caso de los más pequeños este tipo de episodios pueden generar dificultades de atención y de aprendizaje, enfatizó.

La directora del CIAT dijo que otro dato que les llamó la atención fue que los niños que diagnosticaron siempre se afectaron junto a otros adultos. Sin embargo, en el caso de los adultos hay diagnósticos de personas solas. “Por lo tanto, nos parece que quizás pueda haber un subdiagnóstico. Esto implica que si no se diagnostica igual se puede tratar, puede mejorar, pero hay un alto riesgo de que esa situación se vuelva a repetir e incluso se cronifique con una exposición a bajo ruido”, recalcó.

Recomendaciones de prevención

  • No utilizar braseros dentro del hogar
  • Antes de dormir, apagar los artefactos de combustión
  • Los calefones a gas deben estar en espacios ventilados
  • Los calderetas y generadores deben estar en espacios ventilados
  • No utilizar hornallas ni el horno para calefaccionar el ambiente
  • Revisar chimeneas y salidas al exterior de estufas al comienzo del invierno
  • Mantener el ingreso de aire aun en los días más fríos
  • No dejar motores encendidos en lugares cerrados
  • Revisar la salida de gases de automóviles, controlar que no haya fugas al interior