“Estamos en una situación en la que las perspectivas son que junio supere con creces el escenario [de la pandemia por la covid-19 en Uruguay] de abril y de mayo”, aseguró Jacqueline Ponzo, presidenta de la Confederación Iberoamericana de Medicina Familiar e integrante del Grupo Uruguayo Interdisciplinario de Análisis de Datos de la covid-19.

Ponzo alertó este martes en el Tercer Encuentro del Diálogo por la Vida sobre “una situación de altísimo riesgo para cualquier persona que esté en el territorio uruguayo, vacunada o no, de enfermarse y morirse por la covid-19”. Dijo que el número de casos activos, que supera la cifra de 36.000, podría ser “hasta del doble” debido a la cantidad elevada de casos no identificados. Además, expresó su preocupación teniendo en cuenta que junio es “el mes más duro desde el punto de vista climático” y advirtió que el sistema de salud se verá exigido “no solamente por la situación de la pandemia sino por el resto de los problemas de salud que tienen picos en el período de invierno”.

Teniendo en cuenta el actual escenario de la pandemia en Uruguay, distintos expertos que participaron en la actividad, titulada “No lograron blindar abril, tampoco mayo: necesitamos un cambio”, coincidieron en que la vacunación contra la covid-19 no es suficiente para frenar la pandemia y en que el gobierno nacional debe tomar medidas efectivas para reducir la movilidad.

Daniel López, epidemiólogo y miembro de la Organización Mundial de la Salud desde 1986, expresó su “alta preocupación por la inacción que se ha producido en Uruguay desde hace varias semanas”, que permitió llegar a una evolución de la pandemia y de las cifras de mortalidad “absolutamente evitable”. Según el epidemiólogo mexicano radicado en España, esta inacción tiene que ver con “la reticencia a tomar medidas no farmacológicas que puedan interrumpir adecuadamente la transmisión de la enfermedad”. Manifestó que “es urgente tomar medidas distintas a las que se están aplicando en este momento”, porque con más de lo mismo no disminuirá el ritmo de la pandemia en el país. “No es responsable apostar únicamente a la vacunación sin reducir drásticamente la movilidad y la interacción social”, enfatizó.

Por su parte, Gonzalo Bello, especialista en el análisis de la propagación de epidemias virales e investigador del Instituto Oswaldo Cruz de Río de Janeiro, sostuvo que es necesario que los agentes políticos y sociales reconozcan que la estrategia de Uruguay para hacer frente a la pandemia en 2021 “no fue exitosa” y que se debe “corregir el rumbo”. El experto uruguayo radicado en Brasil indicó que “la principal causa del fracaso de la estrategia fue no haber reducido la movilidad lo suficiente como para impedir la transmisión comunitaria del virus”. El gobierno nacional y una parte de la sociedad están incurriendo en “no reconocer el error de la estrategia asumida”, añadió. Sin embargo, destacó que la población uruguaya ha tenido “una respuesta excelente” a las restricciones de movilidad que se le han impuesto. “Lo que no le podemos pedir a la gente es que se autoimponga medidas más rígidas que las que el gobierno impone”, explicó.

Vacunación y variantes

Bello consideró que “las medidas de distanciamiento parcial adoptadas” por el gobierno de Luis Lacalle Pou, sumadas a la vacunación, “no fueron capaces” de interrumpir la transmisión de la variante P1, que genera preocupación. “Sin las vacunas Uruguay estaría en una situación epidemiológica muchísimo peor, pero si se hubiera controlado inicialmente la diseminación de la P1 no tengo dudas de que hoy estaría en una situación muchísimo mejor”, señaló.

Por otra parte, el investigador hizo referencia a la compleja situación que atraviesa el país teniendo en cuenta la alta transmisión comunitaria de la P1 en un contexto en que hay tantas personas vacunadas (casi 30% de la población está inoculada con las dos dosis). Uruguay está “creando las peores condiciones epidemiológicas” para que el virus “seleccione mutaciones adecuadas que permitan generar variantes todavía más preocupantes que la P1” y “más resistentes a la inmunidad” inducida por la vacunación, subrayó. A su vez, alertó que “una variante de preocupación que se genere en cualquier lugar del mundo y llegue a Uruguay nuevamente va a encontrar un terreno muy fértil para propagarse”. Agregó que nadie está protegido de esas variantes hasta que se “alcance una cobertura de vacunas elevada”.

En la misma línea, Rodolfo Vázquez, director del Departamento de Medicina Preventiva y Social de la Facultad de Medicina de la Universidad de la República (Udelar), recalcó que la aparición de nuevas variantes podría generar un aumento adicional de los casos, además de fallecimientos de personas vacunadas. Dijo que si bien en principio las vacunas son efectivas incluso contra la variante P1, al tener esta mayor transmisibilidad modifica la tasa R -o de reproducción del virus- y, como consecuencia, es “necesario inocular a más población para alcanzar la inmunidad de rebaño”. Advirtió que mientras se llega a la cantidad necesaria de personas inmunizadas “se seguirán produciendo olas que aumentarán los casos y los fallecimientos”. Además, indicó que pese a que el plan de vacunación se está implementando de forma rápida, “en el corto plazo el proceso está siendo lento para alcanzar la inmunidad de rebaño”. En el mediano plazo, a medida que haya más personas con cierto nivel de inmunidad, es esperable que “los futuros brotes sean más pequeños y menos letales, pero seguirán siendo una amenaza”.

Medidas no farmacológicas

Vázquez considera que “una evidencia relevante desde el punto de vista epidemiológico es que el distanciamiento físico sostenido tiene un gran potencial para reducir la magnitud de las olas y conducir a un menor número general de casos y fallecimientos”. En este sentido, afirmó que está demostrado científicamente que el confinamiento (lockdown) es una de las medidas que han sido útiles para disminuir los números de la pandemia. Un estudio con datos de Sudáfrica, Alemania, Brasil, España, Estados Unidos y Nueva Zelanda, durante el período de febrero a agosto de 2020, demostró que aquellos países en los que hubo confinamiento, desde el inicio de su implementación hasta tres semanas después, registraron una disminución en la incidencia diaria de casos. Por otra parte, se observó que en los casos de Brasil y Estados Unidos, que no tomaron esta medida, no hubo una baja considerable. Teniendo en cuenta esto, aseveró que “es técnicamente recomendable implementarlo como intervención adicional a la vacunación hasta que se alcance la inmunidad colectiva”.

El director del Departamento de Medicina Preventiva y Social de la Facultad de Medicina de la Udelar dijo que una de las “falsas oposiciones” que se expresan para no llevar a la práctica esta medida es que daña la economía del país. “¿La economía puede funcionar cuando una porción sustancial de los trabajadores padece una enfermedad que puede tardar cuatro semanas y hasta meses en recuperarse?”, se preguntó. “Es, en el mejor de los casos, idealista pensar así”, confesó. Asimismo, opinó que “las estrategias de salud pública que reducen la propagación de la covid-19 también protegen la economía”.

En consonancia, López señaló que “los toques de queda amplios, los cierres tajantes y los confinamientos severos son medidas que bajan la incidencia y reducen el número de fallecimientos”. Enfatizó que “terminan por ser medidas que permiten restablecer con más prontitud la actividad económica y social”, y añadió que cuanto antes se apliquen, “más efecto tienen”. Sin embargo, aclaró que desde el primer momento deben estar acompañadas de “apoyos económicos y mecanismos de protección social para los sectores afectados y los colectivos más golpeados”.