La dermatitis atópica es una de las afecciones cutáneas crónicas e inflamatorias más frecuentes. Suele comenzar en la infancia y puede estar presente hasta la edad adulta o desarrollarse por primera vez en la adultez. “No está claro qué es lo que la desencadena, sí se sabe que hay determinados factores que la predisponen y la mantienen en el tiempo”, explicó a la diaria Agustina Acosta, profesora adjunta de la cátedra de dermatología del Hospital de Clínicas, especializada en dermatología pediátrica.
Detalló que si bien no se trata de “tener alergia a determinada cosa, comida” o textura, se relaciona con las alergias, por ejemplo, asma o rinitis. “Padres o madres que tengan alguna alergia pueden tener un hijo que desarrolle dermatitis atópica” porque le transmiten un componente genético que, al “activarse”, genera lesiones.
Si bien no se sabe con exactitud el origen de la patología, está claro que hay factores que influyen en su desarrollo. Algunos de ellos son los cambios de estación y el estrés. La dermatitis se manifiesta en la piel seca que luego se inflama, se lesiona y “genera mucha picazón”.
La edad de desarrollo varía, aunque la gran mayoría, “85% de los casos, aparecen antes de los cinco años de edad”, dijo Acosta. Por otra parte, hay diferentes formas de desarrollo; “los brotes disminuyen antes de la adolescencia o continúan en la adultez, en esa edad, en la que también se pueden desarrollar por primera vez, son más severos” y afectan aún más la calidad de vida.
“El estrés es uno de los desencadenantes más comunes en la edad adulta”, pero aclaró que no es que genere la dermatitis, sino que la desarrolla. “Seguramente ya había un desencadenante genético previo, que por algo no se desarrolló en la niñez y se da luego”, acotó Acosta.
Tratamientos
Los tratamientos disponibles son variados y personalizados. Se evalúa el brote y luego se receta lo más adecuado. Según la especialista, lo más básico consiste en la higiene y en baños con el jabón pertinente. En estos casos se recomienda usar jabones syndet, con ph neutro o ácido, ya que son “los más parecidos a la piel”, y también se recomienda evitar los jabones perfumados debido a que son más alcalinos.
También se sugiere aplicar luego del baño y en diferentes momentos del día cremas reparadoras de la barrera cutánea, para hidratar. Cuanto más hidratada está la piel, menos se inflama y por ende también disminuye la picazón. “En casos leves, que son la mayoría, se agregan corticoides en crema y la lesión mejora”, explicó Acosta.
Para los casos moderados o severos, Uruguay ya cuenta con inmunosupresores. Para este tipo de casos también se utiliza fototerapia debido a que, “a diferencia de lo que se podría pensar, en estaciones de temperaturas altas las manifestaciones disminuyen” y mejora notoriamente, entonces en invierno suelen aplicarse rayos controlados que también hacen a la mejoría. La novedad en tratamientos disponibles en Uruguay son “fármacos biológicos o pequeñas moléculas” que son específicas para este tipo de dermatitis.
Por último, Acosta remarcó que además de tratar las lesiones es “muy importante” disminuir la picazón, que cuando es permanente no permite que el paciente realice con normalidad actividades cotidianas, incluso es un trastorno para dormir. Además, si “la persona no se rasca la inflamación disminuye”, acotó.
De todas maneras, ningún tratamiento es curativo porque la piel está afectada genéticamente, aunque con los tratamientos disponibles hasta ahora se puede lograr “que el paciente esté bien” y que permanezca entre cuatro meses y un año sin manifestar brotes.