Hace más de 20 años que la bioética es un tema que se discute en el Parlamento. En 2000 Jaime Trobo -entonces diputado del Partido Nacional (PN)- impulsó el primer proyecto de ley para crear una comisión nacional de bioética y presentó la propuesta junto a un grupo de legisladores. Tres años después, se volvió a tratar un nuevo proyecto que fue aprobado por Diputados, pero no prosperó. Finalmente, en 2021 el diputado Rodrigo Goñi (PN), junto a un grupo de legisladores, presentó a la Comisión de Ciencia, Innovación y Tecnología un nuevo proyecto de ley que, con algunos cambios, por ejemplo, en su integración, sigue sosteniendo como pilar fundamental la creación de una comisión nacional.
Hace pocos días, la Comisión de Ciencia, Innovación y Tecnología acordó recibir en las próximas sesiones a expertos en el tema y a las delegaciones de las comisiones de bioética del Colegio Médico del Uruguay y del Ministerio de Salud Pública, así como a la Unidad Académica de Bioética de la Facultad de Medicina de la Universidad de la República, según consta en la versión taquigráfica de la sesión.
Según dijo Goñi a la diaria, la idea es que el documento se apruebe este año en Diputados porque “todos los partidos están afines” a apoyar este tipo de espacios. “La comisión sería un espacio institucional y público” para reflexionar y orientar cuestiones que son “cada vez más relevantes”, entre ellas, “el impacto de los avances de la ciencia y la tecnología en la sociedad” en relación con la “preservación de lo humano”, dijo el diputado. Opinó que “todos los adelantos de la ciencia y la tecnología generan impactos que tienen que estar orientados a la bioética” porque es la ciencia “que reflexiona” sobre estas áreas, con el fin de “establecer algunos límites y reglas para preservar el conocimiento” que se genera. Se busca crear un espacio que “consolide debates complejos y necesarios” en un mismo ámbito.
Según el proyecto de ley, al que accedió la diaria, la comisión sería de carácter “independiente, pluridisciplinario y plural” y se encargaría de asesorar al Estado, elaborar estudios e informes acerca de conflictos éticos del campo de la salud o que tengan importancia para la preservación de la vida humana, la relación del ser humano con el medioambiente y el acceso a los progresos y los avances del conocimiento en las áreas de la salud, la biología y la medicina. Entre otras cosas, también deberá emitir recomendaciones, promover foros de interés nacional y patrocinar ámbitos de debate.
El grupo estaría compuesto por 15 miembros y sus respectivos suplentes serían seleccionados por una comisión especial de selección que se creará para la tarea. Según el proyecto, las candidaturas para la integración de la comisión deberán presentarse a título individual en un plazo de 90 días desde la aprobación y publicación de la ley.
Las asociaciones científicas, colegios de profesionales y universidades públicas y privadas, así como organizaciones de la sociedad civil, podrán apoyar la presentación de candidatos, aunque los miembros electos no representarán a la institución, asociación u organización que los postula y actuarán con “total independencia”.
En su exposición de motivos, el documento, que se compone de 11 artículos, amplía la fundamentación del diputado que lo impulsó. Agrega que la creación de la comisión “constituye una asignatura pendiente en la agenda de la bioética y los derechos humanos”.
En el proyecto se apunta que existen compromisos internacionales asumidos por Uruguay “que es conveniente cumplir”, entre ellos, la Declaración Universal de Bioética y Derechos Humanos aprobada en 2005, que dispone la creación de espacios que evalúen problemas éticos, legales y científicos. Este es un compromiso que Uruguay asumió y con el cual “está en debe”, según Goñi.
La oposición y la academia
Por su parte, el diputado frenteamplista Luis Gallo dijo a título personal -dado que la bancada del Frente Amplio todavía no discutió el proyecto- que le parece “un tema trascendente e importante”. Agregó que la comisión “hace falta” sobre todo para que reúna “al conjunto de comisiones de bioética que están distribuidas”.
Recordó que es un tema vinculado a varios decretos y leyes, lo que demuestra que se trata de “una asignatura pendiente que tiene Uruguay” desde hace mucho tiempo. “Luego de que lo ingresara el PN derivó en otro proyecto en 2003”, que “se votó en el Senado y volvió” a Diputados, pero consiguió la media sanción. Cuando Goñi refrescó el tema, en 2021, Gallo, según cuenta, le propuso retomar el proyecto que obtuvo la sanción porque “los conceptos generales son los mismos”, aunque “había aspectos para mejorarle”, pero eso finalmente no ocurrió.
El proyecto impulsado por Goñi “es más concreto”. En resumen, Gallo manifestó estar de acuerdo con la propuesta, cree que los alcances “son loables”, pero, también a título personal, cuestionó si el proyecto de ley “tiene que colgar del Poder Legislativo, como detalla la propuesta”, o “si el mecanismo de elección debe ser el que se plantea”, pero señaló que “son cosas a analizar”.
Óscar Cluzet, integrante del Comité de Bioética de la Academia Nacional de Medicina, dijo a la diaria que el proyecto “es bienvenido” sobre todo por los cometidos que plantea y la importancia que le da a la materia. En este sentido, consideró que “es la primera vez” que observa una propuesta con una formulación tan clara y la valoró como “muy adecuada”, ya que “la mayoría de las problemáticas sociales tienen profundos componentes éticos”.
En cuanto a la convocatoria de los parlamentarios a la academia para que puedan opinar sobre el proyecto de ley, dijo que hay antecedentes recientes de propuestas presentadas por diversos académicos, y en ese contexto la academia “seguramente hará oír su voz en cuanto a las características generales del proyecto”. Agregó que en algunos puntos, por ejemplo, “de integración”, llegado el momento “la academia hará llegar sus sugerencias”.
Cluzet puntualizó que este tipo de propuestas, en su ejecución, deben valorar algunos puntos fundamentales. En principio, la “solidez y admisibilidad de los ciudadanos [que la integren] para desempeñar ese papel” y, por otra parte, “apartar de la bioética toda desviación de orden político”.
Por último, dijo que “la inmensa mayoría de los temas tienen connotaciones éticas”, aunque “está claro” que en particular lo tienen “las ciencias de la vida”, entre ellas, la medicina. También esta comisión “debería referirse” a una serie de avances científicos y a la ética ambiental, “que hacen a la calidad de vida del ser humano que ahora se encuentran en un punto de deterioro”, entre otros.