El fin de semana falleció un niño a causa de la bacteria estreptococo; era uno de los varios que cursan la infección que se incrementó los últimos días. Ante la “percepción de un aumento” de infecciones, la Sociedad Uruguaya de Pediatría (SUP), en conjunto con la Diplomatura de Infectología Pediátrica, el Departamento de Pediatría y el Departamento de Emergencia Pediátrica de la Facultad de Medicina de la Universidad de la República, publicaron un comunicado en el que explicaron de qué se trata y cuáles son los síntomas más frecuentes y las variantes que se pueden presentar.
Mónica Pujadas, pediatra y presidenta de la SUP, aclaró a la diaria que el comunicado dice que el aumento se percibe porque “la dificultad para tener los números exactos [y saber cuántas personas y de qué edades cursan la afección] es que las enfermedades causadas por estreptococo no se vigilan” específicamente, es decir, “no tienen notificación obligatoria y eso complica” obtener los detalles.
Puntualizó que lo que sí hay es recepción y confirmación desde los laboratorios sobre los análisis de cultivo que permiten observar aquellos casos que hayan cultivado estreptococo. “Si bien todavía no se cuenta con los números finales, se observa un aumento”. Según Pujadas, en un par de semanas se tendrán datos más concretos, en general y de determinadas instituciones, entre ellas, el hospital Pereira Rosell.
También se refirió al niño que falleció a causa de la bacteria y aclaró que ese tipo de casos invasivos “son los menos”, pero puede suceder que se desarrollen complicaciones que son difíciles de controlar o tratar.
De igual manera, consideró importante resaltar que “no estamos ante una pandemia”, sino que lo que se observa es un contexto epidemiológico “muy particular” en el que hay “un aumento de muchos gérmenes y virus que en niños provocan llagas y erupciones”. Acotó que “las bacterias también aumentaron y generaron la necesidad de una mirada especial”.
Explicó que el aumento de la circulación de los agentes mencionados es un fenómeno mundial que se desarrolló después de la pandemia por coronavirus, un período que generó “un silencio inmunológico”, es decir, que mientras prevalece el virus pandémico, “el resto de los virus y las bacterias se presentan en menor proporción”. Por ello, en 2020, “no hubo casi circulación de otros gérmenes'', pero, a medida que la pandemia cede, “otros virus comienzan a aumentar” y se presentan, sobre todo, en niños pequeños “que aún no estuvieron expuestos” a los contagios.
La bacteria
Según el comunicado, la infección es causada por la bacteria Streptococcus pyogenes –estreptococo del grupo A–, una bacteria que “de manera frecuente” causa infecciones en niños, niñas, adolescentes y adultos. Las manifestaciones pueden ser muy variadas e ir desde “cuadros leves”, por ejemplo, de faringitis, pero también puede ocasionar, aunque “con menos frecuencia”, infección invasiva severa, como bacteriemia, osteomielitis, artritis, neumonía, meningitis, fascitis necrotizante y síndrome de shock tóxico estreptocócico. Aun así, la información remarca que los cuadros graves son los menos frecuentes.
De todas maneras, alertan que si bien la enfermedad invasiva representa la minoría de los casos, a raíz de su presentación clínica, puede ser “muy poco específica” y se “debe prestar atención” a determinados síntomas que pueden ser el inicio de una afección por esta bacteria.
Algunos de los síntomas que se pueden presentar son “mal aspecto en general”, es decir, la sensación de que el niño no está bien o que no mejora aunque reciba tratamiento, fiebre, específicamente “chuchos o sensación de mucho frío”, confusión o desorientación, dificultad para respirar, frecuencia cardíaca rápida o presión arterial baja, cambios en la coloración de la piel, piel húmeda o sudorosa, y dolores corporales “inespecíficos”.
Ante cualquiera de los síntomas mencionados o ante “cuadros febriles” con piel enrojecida y áspera, manchas puntiformes rojovinosas o habones –urticaria–, los profesionales recomiendan consultar.
Faringitis estreptocócica y escarlatina
Por otra parte, los especialistas hablaron de la presentación de la faringitis estreptocócica y la escarlatina. La faringitis presenta como principales características dolor de garganta de inicio agudo, sin resfrío previo, fiebre, dolor de cabeza o abdominal, náuseas y vómitos, y a veces –ante el examen físico eritema faringoamigdalino– petequias en paladar, placas blancoamarillentas en la faringe y amígdalas, úvula congestiva y edematosa, mal aliento y ganglios cervicales inflamados.
En tanto, la escarlatina es “una de las manifestaciones de la infección causada por la bacteria” y ocurre en un “bajo porcentaje” de quienes presentan la infección estreptocócica de la garganta y, “con menos frecuencia”, de las que tienen en la piel. La escarlatina consiste en una faringitis acompañada de una “erupción áspera generalizada” y, en algunos casos, puede generarse a partir de una herida en la piel, aunque no haya faringitis previa.
Las bacterias “pueden encontrarse en la nariz y garganta”. “Al igual que otras infecciones respiratorias”, se propagan a través de las secreciones y contacto con las gotitas de la tos o el estornudo de una persona infectada. Otra de las posibles formas de contagio es a través del contacto con superficies contaminadas con esas secreciones respiratorias.
Ambas presentaciones de la afección “responden rápidamente” al tratamiento con antibióticos y “presentan buena evolución”, pero en algunos casos aparecen complicaciones y varias no son prevenibles aunque se aplique un tratamiento. Algunas de las posibles complicaciones son fiebre reumática –“enfermedad inflamatoria que puede afectar el corazón, las articulaciones, la piel y el cerebro”–, enfermedad renal, infecciones de oído, infecciones de la piel, abscesos en la garganta, neumonía, artritis u osteomielitis –infección ósea–.
Prevención
Para prevenir ambas enfermedades, las recomendaciones son los mismos cuidados generales que se sugieren para cualquier infección respiratoria; proteger la tos o estornudos, utilizar tapabocas, lavarse las manos con frecuencia, evitar compartir vasos, botellas, cubiertos, toallas y otros objetos de uso personal, ventilar los ambientes diariamente, limpiar y desinfectar las superficies y evitar hacinamiento.
Además, aclaran que si bien “no existe una vacuna para prevenir la infección”, ante la presencia de los síntomas y signos mencionados “es importante” consultar al pediatra para establecer un “diagnóstico oportuno” y evitar “la automedicación con antibióticos”.
En cuanto a los niños con síntomas respiratorios, incluyendo el dolor de garganta, indican que no deben concurrir a centros educativos, deportivos o a reuniones sociales, y deben reintegrarse a las actividades luego de “encontrarse sin síntomas por más de 24 horas y de haber recibido más de 24 horas de antibiótico”.