“Esto es una casa, la Casa Pando. Nos sirve para ir cumpliendo con la Ley [de Salud Mental] y para ir desinstitucionalizando a los pacientes, para que los pacientes no perduren en medios asilares, en los famosos manicomios en donde se los solía mantener”, expresó ayer Leonardo Cipriani, presidente de la Administración de los Servicios de Salud del Estado (ASSE), al inaugurar una residencia asistida en la ciudad canaria de Pando. A ella irán diez personas −ya llegaron dos− de las cerca de 800 que hoy están internadas en el hospital Vilardebó y el Centro de Rehabilitación Médico Ocupacional y Sicosocial (Ceremos, como se denominan ahora las excolonias psiquiátricas Bernardo Etchepare y Santín Carlos Rossi).
“Esto viene dentro de las políticas de desinstitucionalización que venimos llevando adelante para el cumplimiento de la Ley de Salud Mental, lo cual implica la desmanicomialización”, sostuvo Cipriani.
Pablo Fielitz, director de Salud Mental y Poblaciones Vulnerables de ASSE, explicó en diálogo con la diaria que la de Pando es “una residencia de mediana y larga estadía para gente que no tiene autonomía como para poder vivir sin apoyo”, en la que se prevé que estén más de dos años. Esta es una diferencia con las casas de medio camino que tiene hasta ahora ASSE: las de San Carlos, Buceo (Montevideo) y Mercedes (esta última se comenzó a diseñar en el gobierno pasado, pero se inauguró en 2021) y las que gestiona en conjunto con el Ministerio de Desarrollo Social (Mides), ubicadas en las ciudades de Minas, Treinta y Tres y otras dos en Montevideo, situadas en las calles Chimborazo y 19 de Abril.
Las residencias asistidas, las casas de medio camino y las viviendas supervisadas son tres de los dispositivos previstos en el Plan de Salud Mental, aprobado en 2019, para cumplir con la Ley 19.529, que propone una atención integral y comunitaria de estas patologías, pauta que la hospitalización sea el último recurso terapéutico y por el menor tiempo posible, y propone cerrar las instituciones asilares como el Vilardebó, las colonias y los sanatorios psiquátricos.
Los pacientes que llegan a una residencia asistida tienen menor grado de autonomía que los que son derivados a una casa de medio camino, en donde se supone que deben permanecer menos de dos años. Fielitz defendió la creación de residencias asistidas porque en 2021, cuando inauguraron la casa de Mercedes, tardaron en completar los cupos (cerca de 14) “porque no fue fácil la selección de pacientes que pudieran llegar a casas de medio camino, pero había perfiles de pacientes con mayores niveles de dependencia”, dijo.
En comparción con la de Buceo, la casa de Pando tiene una dotación diferente de recursos humanos: “Predominan los cuidadores y acompañantes terapéuticos, hay un solo enfermero, una auxiliar de enfermería y una nurse que coordina”, además de auxiliares de servicio, informó Fielitz; en cambio, la de Buceo tiene más personal de enfermería, que es una de las críticas que le ha hecho el gobierno al modelo propuesto por la anterior administración. “Apuntamos a que esta gente que viene de una residencia asilar pueda iniciar un proceso de vivir en comunidad; no es una casa de puertas cerradas, que se vaya integrando a la comunidad donde reside”, dijo Fielitz respecto de quienes llegan a Pando, y señaló que la casa está a una cuadra del centro de rehabilitacion psicosocial de Pando (que es de ASSE) y “relativamente cerca del equipo de salud mental” de esa ciudad.
Sobre la casa de Buceo, Fielitz expresó que “cumplió el objetivo de preparar a los pacientes para desarrollar una vida más autonoma”. En diciembre se cumplieron los dos años desde que llegaron los primeros pacientes a esa casa. Fielitz dijo que el Mides aportará soluciones habitacionales para muchos de ellos, para que vivan en viviendas asistidas; por el momento, no hay una fecha estipulada para esto, “habría que esperar un par de convenios relativamente a corto plazo”, dijo, y eso permitirá que se liberen cupos que podrán ocupar más personas que hoy residen en las colonias y en el Vilardebó.
Hacia la desinstitucionalización
Según detalló Fielitz, hoy viven en Ceremos alrededor de 550 personas y unas 300 en el Vilardebó.
Consultado por la prensa sobre si se llegará a cerrar estas instituciones en 2025, tal como establece la Ley de Salud Mental, Cipriani respondió: “En este quinquenio no lo creemos, esta es la primera casa que se genera con estas características”. “Tenemos que pensar que en las colonias estamos arriba de 400 pacientes, hay que ser muy cautelosos y tenemos que entrar a trabajar interdisciplinariamente, nosotros ya tenemos convenios con el Mides y estamos hoy en día atendiendo cuatro residenciales en conjunto; tenemos en Montevideo, en Treinta y Tres y en Minas. Este es un proceso que es largo y hay que llevarlo adelante”, agregó, y afirmó que están trabajando “para la creación de más” casas.
Fielitz detalló que “la idea es que las próximas casas que tengan estas características no sean solamente financiadas por ASSE” y que puedan ser construidas desde la intersectorialidad, tal como mandata a trabajar el artículo 11 de la Ley de Salud Mental, en el entendido de que “son dispositivos más sociales que sanitarios”. Tanto Cipriani como Fielitz reafirmaron que no es una tarea que corresponda sólo a ASSE o al Ministerio de Salud Pública, sino que se trabajará también con el Mides, con el Banco de Previsión Social (BPS) y con los gobiernos departamentales, para generar más espacios que permitan ir abriendo plazas alternativas al modelo asilar. Fielitz mencionó, también, el lugar que pueden tener “las organizaciones de familiares de personas con trastorno mental, porque de alguna manera también hay que aportar soluciones, no solamente reclamar soluciones, sino ser parte de la construcción de respuestas a esos problemas”, dijo.
El director de Salud Mental aclaró que este tipo de dispositivos serán necesarios en el futuro, porque “cuando ya no existan dispositivos asilares, va a haber pacientes nuevos con trastornos mentales severos que no tengan red de contención familiar”.
Además de las casas que gestiona ASSE sola y en conjunto con el Mides, mencionó que el organismo contrata cerca de 40 plazas en el Hogar Benito Menni, menos de diez en el Hogar Italiano, y que hay cerca de 36 pacientes del Vilardebó viviendo en residenciales y cerca de 100 de Ceremos que viven en Ituzaingó (en las proximidades de las colonias), en programas de egreso.
La otra vía en la que las autoridades trabajan para cumplir con la Ley de Salud Mental es en crear plazas de internación en hospitales generales. En ese sentido, Cipriani mencionó que “la obra más grande que va a realizar ASSE va a ser en el hospital Pasteur”, en donde se crearán 75 camas para hacer internaciones de personas con patología de salud mental y una puerta de emergencia específica. “Es una obra que están ya todos los procesos licitatorios y esperemos que la podamos terminar en este período”, confió. En diálogo con la prensa, agregó: “El Vilardebó no es digno, como estamos atendiendo a los pacientes; tenemos que empezar a hacer otras obras para irlo descongestionando, en total el sistema va a precisar 150 camas de agudos, vamos a hacer camas en hospitales generales en el interior para irlos atendiendo”, anunció, aunque no hay fecha de inicio para esto.
“La ley tiene muy lindo espíritu, pero cuando surge es extremadamente teórica, porque el país no estaba preparado para la aplicación en una forma inmediata”, afirmó Cipriani con respecto a la Ley de Salud Mental, que fue aprobada en 2017 por unanimidad.
Otros frentes
Tanto Fielitz como Cipriani comentaron que ahora están abocados a la inauguración de dos centros diurnos en Montevideo para usuarios problemáticos de drogas y en la remodelación del Portal Amarillo. Los dos centros diurnos serán en convenio con el Mides; uno de ellos estará ubicado en Guayabos y Frugoni −será para alcoholistas, dijo Fielitz− y el otro estará en la esquina de Paysandú y Río Branco y será para “politoxicómanos”. Según adelantó el director de Salud Mental, funcionarán de 9.00 a 17.00 y trabajarán psicólogos, operadores terapéuticos, talleristas, licenciados en Trabajo Social y un pisiquiatra.