Se pensaba que no iba a perdurar, que era un paréntesis para pocas palabras: “Nos acomodamos como si fuera un mientras tanto”, dijo a la diaria Graciela Loarche, psicóloga especialista en actuaciones psicosociales en desastres y emergencias sociales. Sin embargo, la emergencia sanitaria decretada ante la llegada a Uruguay de los primeros casos de covid-19 duró más de dos años, y aunque recientemente haya cesado, la pandemia no terminó.

Para Loarche, la pandemia es considerada un “evento extremo, como lo pueden ser los eventos naturales o las guerras”. La razón: comparten características similares, por lo extenso en el tiempo y por los niveles de impacto en la población. Las reacciones y secuelas también coinciden: reacomodos en lo psicológico, en lo psicosocial, en lo emocional. “Un corte abrupto en la rutina, que nos descoloca”, describió.

Si bien el corte abrupto fue un evento en común, las reacciones no siguen un patrón: según Loarche, para la mayoría va mitigándose, pero “es mucho más difícil cuando hay población vulnerable, porque quienes ya lo eran en lo económico, social, vincular, en las motivaciones para salir adelante y en la confianza en las instituciones, esos grados de vulnerabilidad aumentaron”.

Loarche habló de estilos de vida “destruidos”, de desempleo, menos ingresos o más soledad de la usual. Las enumeraciones continúan: ansiedad, conductas obsesivas y ataques de pánico como algunas de las reacciones y secuelas que, según la psicóloga, son las que más se ven. El quiebre, para muchos, “fue permanente”. Y el escenario de incertidumbre, característico de los primeros momentos de la pandemia, para Loarche, aún prosigue, junto a un escenario en el que se evidencia “la falta de políticas y acompañamiento en salud mental”.

A pesar de lo que prevalece, el contexto sanitario uruguayo está en “una situación muy privilegiada” debido a la alta tasa de vacunación, según sostuvo en diálogo con la diaria la viróloga Pilar Moreno. Explicó que Sudamérica es de las regiones con más tasas de vacunación contra la covid-19 en el mundo y que, puntualmente Uruguay, tiene más de 81% de la población con las dos dosis y más de 65% con las tres.

Asimismo, destacó que la ola de la variante ómicron desembocó en una inmunidad híbrida -es decir que gran parte de las personas vacunadas también tuvieron el virus-, que “se sabe que es muy potente para prevenir la reinfección con otras variantes, por lo pronto de las que conocemos hasta el día de hoy”.

La cuarta dosis contra la covid-19 aún continúa únicamente habilitada para los mayores de 70 años, mayores de 50 años con comorbilidades o que vivan en establecimientos de larga estadía, o similar, personas con síndrome de Down e inmunodeprimidos.

Recientemente, el director de Inmunizaciones del Ministerio de Salud Pública (MSP), Gabriel Peluffo, afirmó a El País que el ministerio no está proyectando disponer la vacunación de dicho refuerzo para toda la población, por la situación epidemiológica actual, con pocos casos y baja tasa de hospitalizaciones y mortalidad. En diálogo con la diaria, Victoria Franchetz, infectóloga e integrante de la Comisión Nacional Asesora de Vacunaciones, dijo que “en población general el beneficio hoy de la cuarta dosis es residual: disminuye un poco las nuevas infecciones y no hay cambios con respecto a la tercera dosis en enfermedad grave y muerte”.

En ese marco, aseguró que “no tiene sentido inmunizar ahora con cuarta dosis” al resto de la población. Cuando se decidió el cuarto refuerzo para la franja escogida, fue a partir de que se vio “lo que pasaba en el mundo y Uruguay, que las muertes estaban en personas con comorbilidades y adultos mayores”. Quienes tienen dos dosis y, mayormente, con más de 180 días de recibir la última, son a quienes se están viendo hospitalizados, según la infectóloga. “Hay que estimular a que todo el mundo tenga una tercera dosis”, dijo. En cuanto a la posibilidad de establecerse una dosis anual contra la covid-19, afirmó: “Uno podría imaginarse que en el correr del tiempo sea algo anual, pero no sabemos, todavía no se definió cuál va a ser el esquema primario”.

El hoy y lo que le sigue

No se puede hablar del día después: “Hacer futurología es muy difícil con un virus de ARN, porque cambian mucho, está en su naturaleza el mutar”, esbozó Moreno. No se sabe si las nuevas variantes que aparezcan serán más virulentas, pero se sabe que aparecerán. Lo que se puede afirmar, según Moreno, es que hasta el momento en Uruguay circulan dos sublinajes de ómicron -variante que sigue siendo la predominante-: la BA1 y la BA2. La segunda, más contagiosa que la primera, “poco a poco va aumentando” y “hay que continuar monitorizando cómo se comporta en la población”.

La influencia de la BA2 fue más alta en los países del sudeste asiático, porque “había una baja tasa de vacunación en la población mayor”. Para Moreno, este hecho evidenció que “hoy en día no sólo tenemos que ver cómo es la variante que circula, sino cómo es el contexto donde circula”. En el resto del mundo, actualmente circulan también otros tres sublinajes de ómicron conocidos hasta el momento: la BA3, BA4 y BA5.

Lo que se puede afirmar, además, es que el contexto actual dista del inicial a la pandemia. Moreno delineó que las vacunas existentes son “efectivas” para las variantes que circulan, “sobre todo para los casos graves”, que están en desarrollo nuevas vacunas, que también hay antivirales, y que se sabe cada vez más al respecto del virus.

Lo que se puede afirmar, además, es que el tapabocas pasó de ser una obligatoriedad a una recomendación, que volvieron los aforos completos en lugares cerrados y que el reporte diario de los casos de covid por el Sistema Nacional de Emergencia pasó a ser semanal. Según un relevamiento de la Usina de Percepción Ciudadana realizada entre el miércoles 13 y el lunes 18 de abril, 80% de las personas encuestadas coinciden con que la emergencia sanitaria haya cesado y 18% está en desacuerdo con la medida.

“Hay esa cuestión de desconfianza en el otro; recuperar la confianza va a ser un proceso”, afirmó Loarche. A su vez, remarcó la importancia de “tener información clara sobre esta nueva normalidad y lo que implica, que eso está faltando bastante a nivel masivo y para mucha gente trae el miedo a regresar a las rutinas”. Para Moreno, el cese de la emergencia sanitaria “va por el camino de la convivencia con el virus” y, aunque el uso de la mascarilla ya no sea obligatorio, “es recomendable sobre todo en las poblaciones vulnerables”. Y aunque se trate de convivir con el virus, deberá de ser “sin perderle la atención”.