Agustín es el único niño de Villa del Carmen (Durazno) con diabetes. Tiene 12 años y desde su diagnóstico, en 2015, tuvo varias complicaciones con su enfermedad por problemas para tener un acceso continuo a una alimentación adecuada para diabéticos. Su madre, Patricia Martínez, con el apoyo de integrantes de la Organización de Trabajadoras Sexuales OTRAS, hizo una solicitud al Instituto del Niño y Adolescente del Uruguay (INAU) para poder garantizar una alimentación acorde a su diagnóstico. Tras una reunión con las autoridades, el INAU “gestionó una canasta alimenticia y solicitará apoyo a través de la presentación de transferencias económicas a la familia, más un seguimiento del Centro de Estudio y Derivación”, informó a la diaria Natalia Argenzio, directora en representación de la oposición en el organismo.

“El mismo año del diagnóstico nos mudamos a nuestra vivienda de Mevir y para empezar con una alimentación adecuada los vecinos nos regalaron una canasta y el alcalde de Villa del Carmen hizo los papeles para tener una canasta mensual”, contó a la diaria la mamá de Agustín, que tiene otro hijo de 11 años y no cuenta con los recursos económicos para hacer frente a la dieta especial que necesita Agustín. Luego de las gestiones del alcalde, consiguieron un apoyo a través de Uruguay Social que duró alrededor de dos años porque el Ministerio de Desarrollo Social (Mides) lo retiró en 2017. “Pedí la renovación pero no me la dieron, vinieron a visitarme y al tiempo me dieron la respuesta de que la canasta no le pertenecía porque al tener “piso de baldosa y calefón se consideraba una familia de media-alta clase social”, explicó Martínez. Lo que no sabían es que “el calefón se lo regaló UTE a todos los del plan, cuando nos mudamos”, agregó.

Después de perder el apoyo del Mides, comenzaron las descompensaciones e internaciones de Agustín por no seguir una dieta adaptada para su diabetes. “Le daba menos insulina de la que tenía que darle para corregir su glucemia porque a veces en la última del día, que además es la fija, no se la daba porque no tenía nada para darle de comer”, agregó Martínez. Además, durante el día, el niño también comía lo que su madre podía ofrecerle: “Le daba lo poco que tenía para comer”, insistió. Por otra parte, recuerda que hace dos años, en una de las internaciones de su hijo, vivió una situación en el hospital Pereira Rosell que le generó “estrés y depresión”, según contó. “Un grupo de asistente social y psicóloga me dijeron que me podían sacar a mi hijo por no tener los cuidados adecuados que necesita”, relató.

Durante la pandemia la situación empeoró para la familia. “Bajó el trabajo y se complicó más lo económico, ahora estoy trabajando en una escuela como auxiliar de servicio, pero igual no me da”, explicó Martínez, que antes de la pandemia se dedicaba al trabajo sexual. Por este motivo, desde el año pasado un grupo de personas que se enteró de la situación a través de Twitter ayuda a la familia con el pago de la mensualidad de su vivienda. “Todo surgió a mediados de 2021, cuando a través de Twitter nos enteramos del caso y un grupo de 12 personas decidimos ayudar”, contó a la diaria Ana Silvera, una de esas personas que colaboró con la familia. “Entre todos les pagamos la mensualidad de Mevir y les mandamos canastas con alimentos”, detalló. Este año la colaboración comenzó a complicarse porque se redujo el grupo y por diferentes motivos, por lo que no pudieron enviar más nada. “En marzo enviamos la última ayuda; Patricia pidió una canasta porque estaba muy complicada, y también enviamos algunos útiles para el primer año de liceo de Agustín”, dijo Silvera.

El miércoles 20 fue la última vez que Agustín se descompensó “por comer carne roja”, contó su mamá, quien lo tuvo que llevar a la policlínica de Villa del Carmen porque había empezado con vómitos. Desde ese centro de salud lo trasladaron a Durazno y por último al Pereira Rossell, donde aún permanece. El niño está estable y, según Martínez, el sábado le darán el alta. “El diagnóstico fue alteración del metabolismo, bajo peso y deshidratación”, explicó Martínez.

La diferencia, esta vez, fue que la mamá de Agustín se propuso no irse de Montevideo sin una solución para su hijo. “Con el apoyo de OTRAS me dirigí al INAU, pensé en encadenarme pero al final nos recibieron y ahora me voy con algo solucionado”, agregó. Por el momento, Martínez sabe que en Villa del Carmen le van a proporcionar una canasta semanal para Agustín, pero por ahora no le confirmaron el apoyo económico. “Golpeé muchas puertas en mi pueblo, nadie me ayudó y celebro no volver a irme sin una ayuda”, concluyó.

La vulneración de los derechos

La directora del INAU reconoció que junto con su equipo está trabajando en “buscar mejoras en los procesos de gestión para lograr el acceso a derechos, con las grandes dificultades que transversalizan a las familias hoy”. También dijo que “hay mucha demanda en el territorio y déficit de equipos para dar respuestas que no pueden esperar, porque los tiempos de las infancias son hoy”.

Asimismo, hizo hincapié en que “preocupa mucho el incremento de la vulneración de los derechos, el aumento de la demanda en las puertas de entrada del INAU” debido a que “en 2021 hubo más de 30.000 oficios recibidos desde el Poder Judicial, aumentaron las situaciones de violencias, hubo sobrecupos en el sistema de protección y, en contraparte a este aumento, no se ejecuta el 100% del presupuesto”, según la directora.