La convocatoria de la Asociación de Funcionarios de Casa de Galicia (Afuncag) para la concentración en la puerta del sanatorio era a las 18.00. Sin embargo, la despedida comenzó varias horas antes, cuando quienes pisaban el edificio por última vez fueron sacados a la fuerza. Alrededor de las 16.00, un grupo de funcionarios salió del edificio para sacarse la última foto grupal frente a la fachada y no pudo volver a entrar.
“Vino la contadora [Alicia] Rossi y nos dijo que nos teníamos que retirar, que no iba a permitir que ocupáramos el sanatorio ni que lo destruyéramos; le contestamos que nada más ajeno a nosotros, porque lo que estamos pasando es un duelo y lo único que queremos es que los trabajadores se despidan dignamente de la institución”, contó a la diaria Alessandra Vera, una de las representantes de Afuncag, que junto a Lorena Herrera negoció en el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS) en las instancias tripartitas de las últimas semanas. Luego de que los echaran y de que Rafael Fraga, el jefe de mantenimiento de la institución, cerrara la puerta a la fuerza, y, tras discusiones con el grupo de trabajadores y socios que ya estaba en el lugar, la Policía colocó un vallado.
Vera se desempeñaba como enfermera desde hacía cinco años en el cuarto piso de Casa de Galicia y en cuidados intensivos. “Fue mi primer trabajo en la salud. Esto es familia, de verdad es mucho más que un lugar de trabajo”, contó Vera. En cuanto al gremio, aclaró que “no se disuelve porque aún hay que firmar el último preacuerdo con las empresas”, y luego de eso entrarán en la comisión de seguimiento que plantea el documento en uno de sus puntos, “para controlar que la redistribución sea correcta”, detalló. Por el momento, los trabajadores no médicos aún esperan la convocatoria del MTSS para firmar el documento; este jueves, en asamblea y por unanimidad, aceptaron un preacuerdo que, entre otras cosas, establece que las cinco empresas –Círculo Católico, Hospital Evangélico, Universal, Cudam y Crami–, que también absorberán a los socios, contratarán a 21 funcionarios no médicos cada 1.000 usuarios.
“Pasar el proceso de negociaciones, que fueron muy extensas y agotadoras, fue muy difícil. Tanto el gobierno como las empresas fueron muy intransigentes, se quieren llevar a los socios pero no a los funcionarios”, opinó Vera. Concluyó que “si bien no logramos lo que queríamos, mejoró mucho la propuesta en comparación con las de los inicios de las negociaciones”.
Las horas pasaban y cada vez llegaban más socios y trabajadores a la puerta del sanatorio, muchos de ellos junto a sus familias, que también acompañaron con angustia. Además, algunos sindicatos y los ómnibus, con bocinazos constantes, también acompañaron. Aunque las vallas impedían acercarse a la puerta, todos se abrazaban, recordaban momentos y muchos lloraban sin consuelo. Las vallas amarillas se fueron vistiendo de blanco porque, al caer la tarde, eran decenas los globos que se ataron a ellas, en los que habían escrito los números de historia clínica de los pacientes, así como mensajes y agradecimientos. “Gracias mamá”, “hasta siempre” y “es culpa de ustedes, ladrones” fueron algunos de los mensajes que dejaron los presentes.
El 23 de diciembre de 2021, la Justicia decretó el cierre inmediato de actividades en Casa de Galicia y dispuso la liquidación de sus bienes, luego de que dos meses antes Alberto Iglesias, el último director de la mutualista, se presentara voluntariamente ante el juzgado letrado de consenso de primer turno por no poder hacer frente a las deudas que desde hacía años arrastraba la institución.
Casa de Galicia se fundó el 1º de octubre de 1917. Hoy, casi 105 años después, llegó a su fin y lo único que seguirá funcionando por el momento son los cuatro institutos de medicina altamente especializada (IMAE; tres cardiológicos y uno de diálisis). Fernando Cabrera, uno de los síndicos de la Liga de Defensa Comercial (Lideco), informó a la diaria que el comprador del inmueble definirá qué hacer con los IMAE, es decir, “si seguirá contratando sus servicios, si contrata otro o lo brinda él mismo”.
Este martes, la sindicatura publicó el aviso para licitar el sanatorio y todos los bienes muebles que forman parte de él. La comercialización del resto de los bienes, como las policlínicas y la sede social sobre la avenida 18 de Julio, así como otros activos y participaciones accionarias que pudiera tener Casa de Galicia en otras sociedades, se hará en próximas etapas, informó Cabrera.
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“Hasta el último minuto”
Gran parte de quienes asistieron a la puerta del sanatorio eran socios. No concurrieron sólo este jueves: en todas las instancias anteriores, desde diciembre de 2021 hasta la fecha, muchos de ellos asistieron a las negociaciones y mostraron el apoyo incondicional a la institución y a sus trabajadores. El jueves, varios de los presentes no hicieron más que mirar hacia arriba el símbolo del sanatorio, con lágrimas en los ojos y resignación de quien dio pelea mientras pudo.
“Desde 40 años era socia. Acá nacieron mis hijos y mis nietos. Mi esposo murió acá, al igual que mi madre, y mi hermano hasta ayer trabajó acá”, relató a la diaria Ana María Betancur, una de las tantas socias presentes. “Son muchos recuerdos. Esto me ha costado una enfermedad, nunca me imaginé algo así”, agregó. “Pensé mucho si venía o no, pero vine porque quería acompañar hasta el último minuto”, dijo. Betancur se atenderá en el Círculo Católico, el prestador que le asignaron. “Voy a probar, pero sin duda que no va a ser como esto, eso lo tenemos muy claro”, adelantó. En cuanto al cierre de la mutualista, opinó que “fue muy desastroso” y que no sabe, y “a esta altura ya no interesa, quiénes fueron los culpables”.
José Fernández y su esposa, luego de 67 años de socio él y 63 ella, también acompañaron el cierre. “Acá tuve cinco operaciones al corazón. Me trataron igual o mejor que en mi casa”, cuenta Fernández a la diaria. “A los que fundieron [Casa de Galicia] hoy no los nombran. Hoy aquí estamos nosotros, los que la defendemos”, agregó su esposa, que cuenta que estuvo presente cuando se colocó la piedra fundamental. “Ojalá que les hagan lo que nos hicieron a nosotros, el que mal hace mal acaba”, deseó Fernández fluctuando entre la tristeza y la rabia. Contó que también se atenderán en el Círculo Católico, pero, a diferencia de tantos otros, no se lo asignaron ni será a partir de abril, sino que se habían afiliado por su voluntad hace varios meses. “Cuando vimos que la situación comenzó a empeorar, incluso antes de que llegara [Alberto] Iglesias, nos cambiamos”, explicó Fernández. “Nos duelen los doctores amigos, los funcionarios. A muchos los van a dejar en la calle”, agregó su esposa.
Sandra Montes es una de las socias más activas de la institución. Acompañó varias de las instancias de negociación y lucha porque, entre otras cosas, nació en Casa de Galicia y allí también perdió a muchos seres queridos. “Siento tristeza y mucho dolor”, expresó a la diaria. Consideró que lo que pasó es una injusticia, una acumulación de faltas”, pero que, a pesar de todo, “la lucha continúa, vamos a reagruparnos, no queremos que quede ni un funcionario en la calle”. En cuanto a la parte cultural, porque Casa de Galicia, desde sus inicios, fue mucho más que un centro asistencial, Montes adelantó que “se hará una nueva sede para poder continuar con nuestras raíces”.
Además de dolor, se sentía la incertidumbre del después, sobre todo entre los funcionarios. En el caso de los médicos, aún seguían sin saber su destino laboral, porque en paralelo a la despedida del sanatorio, los representantes del grupo estaban en una nueva instancia de negociación en el MTSS.
“Me desempeñé como auxiliar de registros médicos diez años”, contó a la diaria Gimena Sclavo. En cuanto al desarrollo final del centro, consideró que “todo estuvo mal desde todo punto de vista, tanto para los funcionarios como para los socios”. “Nadie nos escuchó nunca, no hay nada totalmente definido aún en cuanto a nuestros puestos laborales”, lamentó. De la misma manera, Marcelo Platero, funcionario de Casa de Galicia durante 38 años, expresó a la diaria una “terrible angustia e indignación por cómo fuimos tratados los trabajadores, que dimos todo hasta el último minuto”.
El duelo se extendió por los alrededores del sanatorio. Desde la óptica de enfrente, que funciona desde 1998, su dueño miraba hacia Casa de Galicia con lágrimas en los ojos. “Este cierre es una tristeza total para el barrio; me vino hipertensión arterial, gastritis, de todo”, relató a la diaria. Agregó que, al igual que él, toda su familia era socia, incluso su mamá, que tiene 91 años. “Tenían que salvarlo porque desde el quiosco, el de la parada de taxis, la panadería, el bar, todos perdemos”, agregó el comerciante. Junto a su familia, se atenderá en el Círculo Católico. También se pregunta: “¿Qué hace mi mamá, con 91 años, en un prestador nuevo?”, llora y no logra seguir hablando.
Con la misma conmoción, sentado afuera del quiosco, Marcelo Carbone, vecino y socio del sanatorio, observa y casi no puede hablar a causa de la angustia. “Hace años que venía mal, pero nunca imaginé que se llegara a esto”, cuenta a la diaria. “Desde hace 64 años era mi segunda casa, hoy fui como diez veces en el día”, agrega. Por último, cuenta que tiene que ir al médico, pero no tiene ganas de ir a su nuevo prestador. “Nadie ayudó a Casa de Galicia, nadie de los que tienen poder”, reclama.
Seguir la lucha
Al caer la noche, varios gremios que también asistieron a apoyar leyeron proclamas y llamaron a todos los trabajadores de la salud a seguir la lucha en Casa de Galicia o en cualquiera de sus destinos. Por otra parte, también expresaron las diferencias internas que se registraron, durante las negociaciones, entre Afuncag y los representantes del PIT-CNT y de la Federación Uruguaya de la Salud (FUS), diferencias que reafirmó el sindicato que nuclea a los funcionarios.
“También tuvimos que pelear contra quienes supuestamente tenían que acompañar la lucha, y nunca perdonaremos la altanería de quienes nos quisieron entregar desde el primer día, vaya a saber con qué fin”, exclamó Vera al final de la jornada, en una proclama que leyó en nombre de Afuncag. “En la mesa de la FUS están varios de los responsables que cerraron Casa de Galicia, cuando la FUS debería ser una herramienta de lucha y de organización”, agregó. Finalizó resumiendo que en todas las instancias, “debates, asambleas, huelgas, todas y todos hemos definido nuestro destino; ese es nuestro principal motivo de orgullo”.
Sobre las 20.00 ya se habían leído todas las proclamas, pero cada vez había más globos blancos en alto y continuaban los llantos, los abrazos y los cantos. Adentro ya se habían apagado las luces de varias áreas del edificio, pero afuera las velas y los sentimientos de todos los que en algún momento formaron parte de la institución aún iluminaban la fachada.