Uruguay fue seleccionado para continuar la línea de trabajo que implementó hace varios años, a través de diversas políticas de salud, por ejemplo, con la creación de una guía nacional para el abordaje de las hepatitis a nivel nacional. Se trata de implementar el Proyecto de Evaluaciones de la Hepatitis para Ampliar las Pruebas y los Tratamientos -HEAT, por sus siglas en inglés -, un proyecto impulsado e implementado por la Coalición para la Eliminación Mundial de la Hepatitis -CGHE, también en inglés-.

Este miércoles, el secretario general de la Salud, Miguel Asqueta, acompañado de las responsables de varios programas de la cartera y con la participación de representantes de la CGHE, realizó la presentación oficial del proyecto, que se pretende implementar a la brevedad.

Daniela Olivari, una de las investigadoras participantes, detalló las fases del trabajo de recolección de datos, que consiste en aplicar la Primera Encuesta Nacional de Evaluación de Hepatitis C y B, en las que participarán diversas instituciones públicas y privadas vinculadas a la salud.

En primer lugar, remarcó que el objetivo de la encuesta es “ampliar las pruebas y los tratamientos del virus de las hepatitis C y B, bajo la dirección de la CGHE”. En ese sentido, se procederá a buscar los objetivos que tratan de “identificar las estrategias viables para aumentar las pruebas de detección y los modelos de atención comprobados”. Luego, se desarrollarán “recomendaciones de políticas que ayuden a lograr la erradicación” de ambos virus.

Fases

La primera fase del trabajo consta de establecer un grupo de trabajo local, conformado por el MSP y varios de sus departamentos y áreas programáticas, el Fondo Nacional de Recursos, la Universidad de la República, prestadores de salud, laboratorios públicos y privados e integrantes de la sociedad civil.

La segunda fase trata de “evaluar la carga de hepatitis y la capacidad de los laboratorios”. En este punto se recopilarán datos ya existentes, del período 2015-2020, que se obtendrán a través de una encuesta que completarán las instituciones participantes. La tercera y última fase es el modelado del proyecto.

“Entre la fase uno y dos se encuentra el proyecto en este momento, se estima que lleve entre cinco y seis meses”, acotó la investigadora. “En la segunda fase se sacarán datos que puedan hacer a la estrategia y al plan de erradicación” y todo “será devuelto a la comunidad médica y a la sociedad civil”, contó.

Por último, Olivari destacó que el proyecto cuenta con el aval de la Comisión Nacional Ética en Investigación del MSP y es de interés ministerial. También aclaró que en el trabajo no participa la industria farmacéutica.

Experiencia internacional

Jorge Mera, consultor e integrante de la coalición internacional, acotó que “tener un tratamiento para la hepatitis C es muy importante” porque se trata de las “pocas enfermedades crónicas que se pueden curar hoy en día”.

Explicó que la CGHE es un actor no gubernamental que firmó un convenio con la Organización Panamericana de la Salud para trabajar por la enfermedad en diversos territorios y a nivel global. A modo de ejemplo, contó que los pueblos indígenas de Estados Unidos, con los que él trabaja, sufren la mayor tasa de incidencia y mortalidad por hepatitis C. Por ese motivo, en 2015 se lanzó un programa de eliminación similar al de Uruguay. “Se basaba en un tamizaje universal que evaluaba a todas las personas mayores de 18 años”, y que, además, otorgaba “tratamiento, asistencia primaria, estrategias para cubrir costos” de lo mencionado y también del rastreo de contactos.

“Cuando se lanzó el proyecto sólo se detectó entre 6% y 7% de infectados con hepatitis, pero luego de dos años de aplicación se identificó 55%”, indicó. De esos, un significativo número iniciaron el tratamiento y finalmente “71% se curó”.

El objetivo “es tener un mundo libre de la amenaza de la hepatitis C, fortalecer metas nacionales y subnacionales y construir una base de datos y poder detectar zonas con mayores problemas”, acotó Mena.

Por último, resumió cinco interacciones claves del proyecto: que todos los establecimientos de salud tengan políticas de seguridad para los inyectables, que haya bancos de sangre seguros, que aquellos grupos de pacientes que se inyectan “drogas recreacionales” lo hagan de la manera más segura posible, lograr identificar a todos los pacientes que tienen la infección y, finalmente, poder tratarlos.

El mes pasado, en el Día Mundial contra la Hepatitis, el MSP anunció que incluirá el test de detección de hepatitis C entre los exámenes de los controles de salud, propuesta que Asqueta recordó en la presentación del proyecto.

Los virus de la hepatitis B y C causan la infección e inflamación del hígado y se transmiten, en términos generales, por la sangre y mediante relaciones sexuales sin protección. Otras vías de transmisión son la vertical -de madre a hijo- y el contacto con sangre infectada. Según datos del MSP, en Uruguay una de cada 100 personas adquiere la infección por hepatitis C y una de cada tres de esas personas se cura espontáneamente transcurridos los seis meses de la enfermedad, sin tratamiento.