A dos meses de terminar su paso por el decanato de la Facultad de Medicina de la Universidad de la República, cargo en el que se desempeña desde 2018, Miguel Martínez conversó con la diaria sobre varios puntos relacionados con la carrera de doctorado en Medicina, el hospital universitario y el rol de la institución durante el transcurso de la pandemia. Además, destacó que por segunda vez consecutiva la carrera fue acreditada por el Sistema de Acreditación Regional de Carreras Universitarias (ARCU-SUR), un acuerdo entre ministros de Educación del Mercosur y estados asociados.

Aunque destacó que en el proyecto de Rendición de Cuentas que ahora pasó al Senado se aprobaron los presupuestos para algunos proyectos de la facultad –por ejemplo, para atacar patologías relacionadas con la próstata y para financiar el Centro de Información y Asesoramiento Toxicológico–, el dermatólogo criticó que el Parlamento sea el que defina el destino de los recursos: “¿está bien que el poder político defina a dónde tiene que dirigir la plata una universidad que es autónoma?”, inquirió Martínez, y dijo ver “una fuerte mezquindad que atenta contra la autonomía universitaria”.

¿Cómo se viene desarrollando la investigación dentro de la facultad?

Muy bien. Entre 80% y 90% de la investigación en salud del país se realiza en la Facultad de Medicina. Tenemos tres tipos de investigación que se desarrollan en paralelo. La básica, que abarca enormes sectores del interés social e investigadores de un enorme nivel y desarrollo. Luego, la interrelación entre lo clínico y lo básico, con varios laboratorios vinculados, y, por último, la investigación clínica, que conlleva ensayos y está en un particular desarrollo. La investigación fue uno de los puntos más destacados para obtener la acreditación.

¿Cómo es la relación actual con el hospital universitario?

Vivimos un momento histórico con el Hospital de Clínicas. Estamos trabajando en las cosas que estamos de acuerdo pero también en las que no. Para mí, lo que se está haciendo en ese centro es una redignificación de la tarea médica. Yo vi al Clínicas caer en varios períodos. Las cosas que se comenzaron a implementar hace algunos años, desde el punto de vista asistencial, le devuelven la dignidad al usuario. Veo que puede ser que vuelva a tener el rol de avance que tuvo en algún momento, ese que decía por dónde iban las cosas.

¿Cómo les fue con los pedidos de financiamiento que plantearon en la Rendición de Cuentas para investigación?

Bien, se aprobaron los presupuestos para dos proyectos: para un tratamiento integral para atacar patologías relacionadas con la próstata y otra partida económica para financiar el Centro de Información y Asesoramiento Toxicológico que funciona dentro del Clínicas. También se aprobó una partida económica para reforzar otro proyecto que ya había sido aprobado sobre Oncología.

¿Quedaron conformes?

A nosotros nos fue bien, pero hay un problema a nivel universitario. El dinero sale de un lado y se pone en otro. En la Rendición de Cuentas la universidad fue castigada como pocas veces yo recuerdo, no les dieron un peso a los incrementos. Entonces me pregunto, ¿está bien que el poder político defina a dónde tiene que dirigir la plata una universidad que es autónoma? Es una asignación que nos deja en problemas, porque si bien la institución es autónoma y podría pasarles los fondos a otras áreas, en un año van a querer ver cómo va el programa al que se le asignó el presupuesto. Veo una fuerte mezquindad que atenta contra la autonomía universitaria.

¿Qué opina sobre la propuesta de un nuevo Hospital de Clínicas?

Lo que me parece una buena propuesta es que el Estado invierta en la salud de la población. Tirar abajo el Clínicas sería un disparate. El planteo que se puede llevar adelante es uno intermedio, [por ejemplo], en zonas de ese predio médico levantar algo complementario que abarque la mejora de los niveles donde hay mayor dificultad, pero no tiene mucho sentido volver a invertir de cero. Los problemas que tiene son horizontales, no tiene que crecer hacia arriba. Hay que pensar en el hospital que ya hay, así que espero, por la gente, que haya dinero suficiente para que se logre el mejor proyecto posible.

En 2020 hubo algunas denuncias por estudiantes de instituciones privadas que realizaban sus prácticas en instituciones de la Administración de los Servicios de Salud del Estado (ASSE), ¿eso se regularizó?

Estamos utilizando los mismos espacios de siempre. Cuando hablamos de ASSE, nos referimos a una situación en Montevideo y otra en el interior, donde sí hay, pero sobre todo en algunas instituciones privadas, estudiantes [de instituciones privadas] haciendo sus prácticas. Sucede que la Facultad de Medicina no es muy comparable con las otras facultades, ni en números ni en nada. De todas maneras, una enseñanza que es para todos tiene que ser priorizada. Si se dio alguna situación en particular, por ejemplo, en la Asociación Española, hubo algunas cuestiones que creo que se van a solucionar, pero la Facultad de Medicina es demasiado importante.

¿En qué sentido?

No hay que olvidar que nuestros productos se vuelcan a la sociedad y, de alguna manera, eso siempre se nota. En ese sentido, la formación no se financia con lo suficiente. Hay problemas que visualizamos como futuros pero no tienen que ver con la consulta en particular, sino con el poco estímulo [económico] que se recibe, claro está, en este momento que no se nos da un peso para el crecimiento de estudiantes que terminan en médicos, licenciados y tecnólogos. Por un lado, decimos que tenemos la necesidad, pero cuando llega la hora de poner el dinero, lo ponemos en otro lado. Lo vivo como una enorme contradicción. Tenemos que tener un aporte más significativo por el aporte social que significa.

Otro reclamo, si se quiere histórico, que también se reiteró en 2020, es el pago de las prácticas estudiantiles, ¿qué sucede con eso?

Es un tema viejo. Hace muchísimos años, alrededor de 1987, se llegó a la reflexión de que la carrera requería de un espacio de práctica. Hasta ese momento, de la totalidad de estudiantes que había, un octavo de ellos podía hacer el internado, que no era obligatorio, era por concurso y eran tres años rotando por diferentes especialidades. Cuando se revisa la carrera de Medicina, se ve que había una enorme diferencia entre el que había hecho el internado y el que no, entonces se decidió que fuera para todos. Pero para hacer eso posible se redujo a un año, y lo que ocurrió es que eso se mantuvo sólo dos años. A partir de ese momento, el número de estudiantes fue creciendo, lo que evidentemente hizo crecer el número de egresos, pero el Estado no le dio ni un peso más a la facultad para esos pagos. En pesos actualizados, seguimos teniendo el mismo dinero que en aquel entonces, pero tenemos muchos más internos.

¿Y cómo siguió el asunto?

Pensamos si bajar los sueldos o bajar el porcentaje de prácticas pagas. Al principio, poníamos una prueba y a los 20 que no entraban no se les pagaba y lo hacían igual. Ahora el asunto es más grave, porque a los que se les paga se les paga muy poco y hay cada vez un número más elevado que no tiene financiación. En este momento, de aproximadamente 400, 120 no tienen financiación. Los salarios son muy bajos, va a ir empeorando. La mejor solución sería decir que pagamos cada año en función de la demanda, porque además son quienes salen a trabajar a los hospitales.

¿En qué consiste y qué significa la reacreditación de la carrera?

La acreditación significa que te consideran en determinadas condiciones que te permiten ser acreditado y, a su vez, te dan una serie de lineamientos de todo lo que te van a exigir para la próxima postulación. La reciente acreditación, que también es una certificación, debió haber salido hace tres años, pero se atrasó por la pandemia. La carrera de Medicina es la única que tiene dos acreditaciones consecutivas. Se acredita a las carreras de las facultades que voluntariamente se presenten, para establecer algún parámetro de movilidad, debido a que el flujo estudiantil es cada vez más grande. No sólo con los estudiantes. Es una especie de cédula que dice que la facultad, entre un conjunto muy grande de facultades, cumple con los requerimientos que se establecieron. Los evaluadores que llegaron a Uruguay fueron a los hospitales [en los que se desempeñan los estudiantes], los paraban y les preguntaban a ellos mismos por la carrera, y quedaron más que conformes con eso y con los planes de la facultad.

¿Qué devolución hicieron los evaluadores?

El escollo que nos plantearon es la numerosidad de estudiantes. Para orientar con números, como carrera de Medicina tenemos 2.200 estudiantes que ingresan en primer año y se reducen con el paso de los años, al punto de que son entre 700 y 800 los que terminan el internado. Para los evaluadores no fue fácil comprender que la Facultad de Medicina tenga cursos de medicina completos en Montevideo y también en el interior del país, por ejemplo, en Salto y Paysandú. Además, es gratuita, asisten de todos los estamentos sociales y la capacidad de desarrollo de los estudiantes no depende de su situación económica previa. La acreditación implica un reconocimiento a quien haga la carrera de Medicina en la facultad, y tenemos una carrera que cumple con los requerimientos que nosotros queremos: ingreso libre, con internado pago; para gente que es de otro país es visto como un producto más que aceptable. La acreditación anterior se obtuvo en 2012 y la actual, que se postergó por la pandemia, tiene una validez de seis años.

¿Impactó el cambio de gobierno nacional en la facultad?

El cambio de gobierno fue raro, porque coincidió con la pandemia. De lo que sí estoy convencido es de que lo que se hizo fue poner el hombro, de forma independiente a cuál fuera el partido de gobierno. Se hicieron desde guantes hasta máscaras, y todo codo a codo. Lo que no podés dejar de pensar es que eso se traduzca en el presupuesto que nos acaban de dar. Fue muy importante la organización de los centros de salud y la investigación [durante la pandemia], pero cuando llega el momento de reconocerlo, no se hace.

A dos meses de dejar el decanato ¿qué balance hace?

Uno nunca se va conforme, siempre piensa en lo que quedó por hacer. Igual hicimos una gestión que trató de mejorar la carrera en el interior del país y que mejoró lo arquitectónico. De todas maneras, de la carrera de Medicina no te vas nunca.