El sábado se conmemora el Día Mundial de la Seguridad del Paciente, fecha establecida por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Este año la consigna es “Medicación sin daño” y se trata de una propuesta que plantea promover prácticas de medicación seguras, que permitan prevenir errores y reducir posibles daños en los pacientes. Según la OMS los daños causados por la medicación representan “50% del total de los daños evitables en la atención médica” y, si se evitaran, podrían ahorrarse “42.000 millones de dólares del gasto sanitario total en todo el mundo”.

En diálogo con la diaria, Mario Godino, especialista en medicina intensiva, explicó de qué se trata la seguridad del paciente, resumió los avances en Uruguay y comentó cómo afectó la pandemia, sobre todo, en la ingesta de medicamentos sin indicación.

“La seguridad del paciente se transformó en una disciplina médica, es un área que al principio era nueva pero se fue nutriendo” de elementos, evidencia y “personas vinculadas a la salud, que se unieron al movimiento”, contó Godino. En resumidas cuentas, lo que se plantea es reducir el daño que pueden sufrir los pacientes durante la asistencia sanitaria, porque si bien “ha tenido avances desde todo punto de vista”, toda asistencia conlleva riesgos.

“Lo que propone la seguridad del paciente es generar concientización y la cultura de lo seguro”, pero además “aplicar herramientas y prácticas” para lograr que tanto los profesionales de la salud como los pacientes y sus familias tengan disponibles recursos para integrar a su práctica diaria y así “disminuir todos los riesgos innecesarios que puedan producir daño durante cualquier tipo de asistencia”.

Según Godino, los riesgos o daños en “80% de los casos responden a un problema sistémico”, es decir, a sistemas que están mal diseñados o que fallan. Esas fallas pueden ser de comunicación, transferencia de cuidados, eventos adversos asociados a la medicación, entre otros.

Entonces, el objetivo del concepto de seguridad es disminuir al mínimo posible estos riesgos con herramientas que tienen tres grandes pilares. El primero es generar “una cultura de lo seguro dentro del ámbito de la asistencia” y que “todos los trabajadores sanitarios tengan en su modelo mental los riesgos y las posibles formas de prevención”, lo segundo es “aprender de las cosas que salen mal” y analizarlas “de verdad” para llegar a la raíz de los errores y saber qué cosas del sistema habría que cambiar. Por último, ser consciente de que hay disponibles “muchas prácticas seguras”, que van desde la higiene de manos hasta la correcta identificación del paciente.

El origen

Según Godino, el concepto de seguridad del paciente comenzó a gestarse en 1999 con el trabajo del cirujano Lucian Leape, un académico de Harvard. “Leape fue contratado por los seguros de salud norteamericanos para hacer un estudio de daños y lesiones en hospitales de Nueva York”, pero apuntando a la mala praxis, es decir, “al mal ejercicio de la medicina”, recordó Godino. Cuando el cirujano implementó el estudio descubrió que “había una cantidad de eventos que generaban daños y que no tenían mala praxis ni mala intención”, sino que eran cosas que “salían mal”. Leape analizó esos eventos y vio que eran “una cadena de cosas que fallaban” y errores “no sólo de una persona sino del mal funcionamiento de un sistema”.

Un tiempo después publicó el libro Errar es humano y planteó que en Estados Unidos “10% de los pacientes que se hospitalizaban sufrían un evento adverso”. Con los años, esas afirmaciones generaron una reflexión que derivó en la búsqueda de las mejoras.

Finalmente, en 2004 la OMS tomó el tema en la Alianza por la Seguridad del Paciente e instaló el objetivo, actualizando diferentes temas según el período. “En aquel momento el organismo mundial puso tres grandes retos mundiales en pos de la seguridad” que al mencionarlos “parecen simples”, pero representan grandes desafíos.

El primero fue “unas manos limpias son unas manos seguras” y se proponía concientizar al personal sanitario, los pacientes y sus familias sobre la higiene de manos como algo fundamental para contribuir a la higiene en el sistema sanitario. El siguiente fue “una cirugía segura salva vidas”, objetivo que implementó la check list para “asegurar que el especialista no se iba a olvidar de ninguno de los pasos que tiene que hacer para que las cosas salgan bien”, algo que al principio era subestimado por los profesionales “hasta que se dieron cuenta de que era muy importante y ayudaba a repasar una cantidad de aspectos de la cirugía”, sobre todo porque la herramienta “te asegura que estás preparado ante cualquier evento no esperado”. El tercer reto global, que es la “medicación sin daño”, apunta a impactar en grandes grupos de problemas relacionados a la medicación.

Consultado sobre la adhesión del sistema sanitario de Uruguay a la consigna, recordó que nuestro país se unió en 2006. Las primeras capacitaciones se incorporaron en los primeros cursos del Ministerio de Salud Pública en 2015.

Sobre cómo se mide la seguridad del paciente en Uruguay, Godino manifestó que hasta ahora nunca hubo un estudio epidemiológico nacional que mida el índice de eventos adversos –que “no son fáciles de medir”–, pero que sí se han tomado cifras de países que lo han hecho y “no distan demasiado de la realidad uruguaya”. Los estudios en esos lugares coinciden, entre otras cosas, en que un porcentaje significativo de los pacientes que se hospitalizan puede sufrir un evento adverso. “Es el punto de partida para saber que hay algo con una frecuencia importante en lo que trabajar”, agregó.

En cuanto a organizaciones civiles que colaboran o contribuyan a los objetivos contó que en Uruguay desde 2008 existe una normativa guiada por las políticas sanitarias del MSP, que establece que cada institución sanitaria “debe tener una comisión de seguridad del paciente” y se guía por la política ministerial. Además, mencionó que hay diversas organizaciones civiles, de pacientes, que contribuyen de diversas formas.

Agregó que desde la seguridad se sostiene que los pacientes y sus familias tienen que formar “parte del engranaje porque son especialistas en sus enfermedades”, porque nadie mejor que ellos conoce lo que está sintiendo, y “no sería bueno tomar ninguna decisión” sin incluirlos. Recordó que el lema del primer congreso vinculado fue “nada sobre mí sin mí”.

Medicación sin daño

Antes de centrarse en el objetivo de 2022, Godino aclaró que la seguridad del paciente abarca todo el ámbito sanitario, ya que hay riesgos vinculados a los hospitales, a la internación domiciliaria, a la atención ambulatoria y a la asistencia en policlínica, pero de diversa magnitud.

Lo que se sostiene como “un problema en todo el sistema sanitario es la medicación”. Según el internista, la más vinculada al medio hospitalario “se centra en las medicaciones de alto riesgo”, sector en el que se debe tener una “buena protocolización e identificación del paciente”, por ejemplo, para que no reciba por error algo que no debe ingerir. Agregó que también puede haber errores de prescripción, “algo que mejoró mucho con la historia clínica electrónica” porque permite que sea más clara la indicación. Por otra parte, los errores también pueden estar vinculados a la preparación de la medicación y a su administración.

Otra de las áreas que dan lugar a errores tiene que ver con las medicaciones que “se ven o que suenan iguales” porque la industria, “que tiene una finalidad comercial”, muchas veces diseña medicamentos con cajas y nombres parecidos pero con finalidades diferentes. De todas maneras, según Godino, la industria “ya comenzó a colaborar con el tema”.

Por último, explicó que también se corren riesgos a nivel ambulatorio, por ejemplo, en cuanto a la polifarmacia. Ejemplificó el caso con un paciente que fue trasplantado, que toma “entre 14 y 16 medicamentos”. Por eso es importante que “se vaya de la consulta con una indicación clara”, señaló.

También se refirió al efecto de la pandemia en la medicación y automedicación o medicación sin receta. “Hubo países en los que se llegó a tomar tóxicos por recomendación de alguien, la información circulaba por redes sociales”, algo que de alguna forma “incentivó” la automedicación, precisó.

Por último, Godino mencionó que durante los próximos días las instituciones de salud se iluminarán de color naranja, el color que representa la seguridad de los pacientes. Además, se llevarán a cabo algunas actividades vinculadas; por ejemplo, el miércoles expondrá en el Colegio Médico del Uruguay Riccardo Tartaglia, un especialista italiano que participó en la implementación de la ley de seguridad del paciente en Italia, país en el que el objetivo se reforzó como un derecho y genera un entorno beneficioso para avanzar en el estudio y el análisis de las prácticas.

Alianza de pacientes

Una de las organizaciones de pacientes que contribuyen con la causa es la Alianza de Pacientes Uruguay, una asociación civil fundada en 2018. “Trabajamos en favor de incluir la perspectiva de los pacientes expertos en los diferentes niveles del sistema de salud”, explicó a la diaria Agustín Menéndez, uno de sus integrantes. Agregó que la alianza se conforma por líderes y referentes de las diferentes organizaciones que hay en el país. “En Uruguay hay entre 60 y 70 organizaciones de pacientes organizadas por patologías”, detalló.

Entre las actividades que realizan durante todo el año hay congresos, programas de formación, trabajo en conjunto con sociedades científicas e instituciones de salud. “Lo principal como objetivo es que el sistema sanitario incorpore la visión de los pacientes en el trato de las patologías”, porque “saben y quieren ayudar”, concluyó.