El Ministerio de Salud Pública (MSP), la Administración de los Servicios de Salud del Estado (ASSE), la Junta Nacional de Drogas y otras instituciones asociadas al programa Familias Fuertes presentaron este lunes un análisis preliminar con datos sobre la iniciativa, luego de un año de implementación, y, como consecuencia del “éxito” del programa, las autoridades anunciaron que a partir de esta Rendición de Cuentas tendrá presupuesto con la finalidad de que se convierta en una política de Estado.

En el estudio se sistematizaron de forma general los principales resultados de los cuestionarios de evaluación previa y posterior a la intervención del programa Familias Fuertes, una “herramienta de recolección de datos para evaluar el impacto” en jóvenes, adultos responsables y familias en conjunto. Las respuestas corresponden a 68 familias que pasaron por el programa durante 2023.

A los adolescentes se les hicieron 15 preguntas y a los adultos responsables 20, y en los dos grupos las preguntas se aplicaron antes y luego de la participación. El cuestionario reunió varias dimensiones, entre ellas, comunicación efectiva intrafamiliar, que refiere a “la capacidad de incorporar herramientas que apunten a la comunicación efectiva” entre adolescentes y adultos referentes que participan en los talleres y “vínculos familiares y afectivos”, que refiere a la capacidad de incorporar aspectos claves para el desarrollo de vínculos basados y enmarcados en una “relación de amor y límites”.

Las familias que participaron son de diversos departamentos: Artigas, Canelones, Florida, Maldonado, Montevideo, Rivera, Rocha y Tacuarembó. Algunas de las características en común son que en 94% de los núcleos familiares el adulto responsable es mujer y sólo en el 6% es varón; a su vez, 84% son madres, 4% abuela o abuelo, otro 4% hermana o hermano, 4% padre y 3% tutor, y el promedio de edad es de 41 años. Los adolescentes que participaron fueron 68% mujeres y 32% varones, y en lo que respecta a la edad, 63% tiene entre diez y 12 años, mientras que 37% tiene entre 13 y 14 años.

Según las respuestas de los adolescentes al cuestionario preparticipación en Familias Fuertes, “siete de cada diez desarrollaban de forma poco frecuente” comunicaciones “efectivas”, vínculos familiares “afectivos” y rara vez se establecían “reglas o límites” con amor, mientras que su determinación, autonomía y responsabilidad eran “bajos o pobres”. Luego de participar en el programa, la relación se invirtió: 72% dijo establecer conversaciones casi siempre y 28%, rara vez.

En el caso de los adultos ocurrió algo similar. En cuanto a la comunicación efectiva, antes de participar, 80% dijo que las establecía rara vez y 20% de forma frecuente, mientras que luego de participar en Familias Fuertes los porcentajes se invirtieron. La dimensión del cuestionario “comunicación efectiva” es la de mayor impacto, porque antes de pasar por el programa sólo 19% de los adultos dijo desarrollar casi siempre una comunicación efectiva con los adolescentes, y luego de la intervención ocurrió con “mayor regularidad” en 91% de los casos.

A su vez, el impacto y la dimensión del cambio en las dos partes, es decir, a nivel familiar, preintervención, marcó que la comunicación era poco frecuente en 77% de los casos, y posparticipación este porcentaje lo alcanzaron los diálogos más frecuentes. En resumen, los cambios que se observaron, tanto en adultos como en adolescentes, son “significativamente importantes”.

Pueden ser facilitadores de Familias Fuertes, en los departamentos a los que llega el programa, quienes pertenecen a las instituciones que firmaron el convenio para implementar el programa en Uruguay: funcionarios del MSP, de ASSE y del Instituto del Niño y Adolescente del Uruguay (INAU). De todas maneras, cada vez que los formadores de la Organización Panamericana de la Salud –los encargados de ofrecer la formación en Uruguay y en todos los lugares a los que llegó el programa– llegan al país, se envían invitaciones a todas las intendencias departamentales y, en caso de que deseen participar, se les asignan cupos.

Para las familias, el programa consta de siete sesiones, cada departamento debe contar con seis facilitadores, dos por grupo y dos de apoyo, y los formadores aconsejan que para que la familia “egrese” debe haber participado por lo menos en cinco instancias ininterrumpidas.