“Tengo un problema con las drogas” se denomina la campaña y el programa de sensibilización contra el consumo de drogas que hace un mes presentó la Cámara de la Construcción del Uruguay, junto al Sindicato Único Nacional de la Construcción y Anexos (Sunca). En los spots de la campaña participan Alejandro Ruibal, el presidente de la cámara, y Daniel Diverio, secretario general del Sunca. “Cuesta decirlo, pero cuando uno piensa en los amigos, compañeros, familiares que sufren con esto y su entorno es necesario reconocerlo”, dice el relato en primera persona que muestran los spots en los que participaron Ruibal, Diverio y diferentes trabajadores y trabajadoras de la construcción.
En diálogo con la diaria, el presidente de la Cámara de la Construcción y el secretario general del sindicato contaron cómo se elaboró la campaña, con qué fines y el impacto que generó tomar el problema como propio y ponerle su imagen y su voz. A su vez, se refirieron a la relación de los empresarios con los trabajadores y a la importancia de construir proyectos en conjunto, además de discutir por otros, como el quinto fondo social para salud mental y adicciones, sobre el que los empresarios y los trabajadores ya empezaron a trabajar.
Según Ruibal, el Sunca aceptó rápidamente la propuesta de elaboración de la campaña, algo que es resultado de “la madurez” de las dos partes. La relación con el sindicato es la acumulación de muchas cosas y de muchos años, es conocimiento de las dos partes, madurez de los dos lados, entender que la industria como concepto “no existe sin trabajadores y empleadores”, explicó. Para que la industria crezca tiene que haber entendimiento, en el proceso los interlocutores son muy importantes, tan importantes como la formación y como contar con “personas que hace muchos años estamos en la industria”, añadió. Resaltó que como presidente incentiva el diálogo, “pero no lo inventó”. “Hace años que tanto desde el lado de la cámara como del sindicato empujamos hacia el intercambio para que las empresas nacionales podamos tener un buen lugar en la industria. También debo decir que tenemos nuestros temas y nuestras discusiones”, señaló.
Para Ruibal, ya fue necesario evaluar la campaña. “Iba a un comercio y quizás, sobre todo los adultos mayores, me cuestionaban” y era porque entendían que “en la campaña me refería a un problema [sólo] mío, entonces se lo conté al equipo y la respuesta fue que estaba causando impacto”, y que eso es positivo porque la campaña llega, contó. A partir de esto, agregó que hablar del tema en primera persona “era un riesgo” que aceptó, aunque “mucha gente no lo entienda”, pero lo que es seguro es que de todas maneras “causa un choque”. Además de entender el consumo abusivo de drogas como un problema de la sociedad y de todos los trabajadores “más allá del rubro”, el empresario especificó que vivió de cerca la situación de un amigo que “no se pudo salvar”. Un amigo de toda la vida falleció “por causa de la adicción, joven y en situación de calle. Aunque intentamos, no lo pudimos ayudar y esa fue una oportunidad que perdí. También por eso cuando me plantearon la campaña acepté y les dije que no me tenían que explicar mucho porque ya lo pasé”, explicó. En tanto, valoró que en la implementación “no hubo demoras” y no se esperó a contar con fondos del Estado. “Se habló, lo hicimos y se implementó”, dijo.
Sobre la importancia de la campaña dentro de la industria de la construcción, Ruibal consideró que, si bien no es algo puntual del sector sino “de toda la sociedad”, hay algunos puntos que justifican que la concientización tenga especial hincapié dentro del rubro. “Lo que queríamos con la campaña es romper la inercia y hacer que la gente sepa que puede pedir ayuda y luego facilitarle los medios y mecanismos”, porque se trata de una industria con 100.000 vinculados directos y 200.000 indirectos. Es un volumen “muy grande” que no sólo abarca obreros, porque “el problema de las drogas también está en mandos medios y superiores”, pero además porque “muchas veces está en riesgo la vida propia pero también la del otro”. En el sector trabaja “mucha gente joven” con el físico, entonces, hay más controles físicos “que antes” y por eso hay situaciones que “se detectan más”. “Antes se tomaba vino en las obras, nadie controlaba nada”, recordó. Para Ruibal la concientización acompaña un cambio dentro de la construcción que se desarrolla hace años y que busca cuidar al trabajador, con situaciones que ya no se permiten, pero también con cambios en las herramientas y las vestimentas que se utilizan.
Los servicios que se brindan están disponibles en www.tengounproblema.uy y se puede llamar por consultas o en caso de necesidad de asistencia al teléfono 1722 (Intoxicaciones), a Emergencias (911) y a la Junta Nacional de Drogas (*1020). Ruibal comentó que hasta el momento la recepción ha sido satisfactoria, de hecho, hay 15 trabajadores que están en tratamiento. Luego de que la persona pide ayuda se la deriva a un especialista en salud mental que define el tratamiento más adecuado y a partir de allí se hace la derivación a un centro. “Ha llamado gente que no es del sector y la derivamos a otros lugares”, sostuvo Ruibal.
Si bien la recepción ha sido “satisfactoria” en el primer mes de aplicación, Ruibal adelantó que se hará una evaluación de la campaña para ver “cómo fue recibida en general”, pero sobre todo para detectar el impacto en los trabajadores y “evaluar para corregir y mejorar”. De todas maneras, con la recepción que tuvo hasta el momento “es un golazo”. Consideró aún más positivo que quienes tienen problemas de adicciones ya no tengan que dejar de trabajar si están en tratamiento. Para el presidente de la cámara, además de la intención de “derribar la primera barrera y lograr que se hable del tema” y que se solicite ayuda, es que quienes padecen la adicción no se queden sin trabajo porque luego “nadie” los quiere contratar. “Es importante que durante el tratamiento el trabajador se pueda mantener activo, y no es fácil porque nadie quiere un problema. Por eso que la cámara esté en el tema ayuda a que el involucramiento [de las empresas] sea mayor y que ya no dependa de cada una”, consideró.
Un paso más: se creará nuevo fondo social para salud mental
“Aquello de encontrar un trabajador alcoholizado que es despedido por notoria mala conducta” se transformó en un trabajador o trabajadora que puede ser encontrado alcoholizado o con una espirometría positiva, “y más que el despido, se trata de buscar una alternativa”, porque se considera “una enfermedad”, acotó Diverio. Sobre la campaña opinó que más allá de destinarla a los integrantes del sector de la construcción, “había que aportar al conjunto de la sociedad”, intentando abrir puertas para que otros se integren “a este proceso de tener a las drogas como tema central y discutirlo como tiene que discutirse”. “Pienso que el tema de las drogas es un problema general porque, consumas o no consumas, tenés un problema con las drogas”, puntualizó. “Se puede ser parte en primera persona, pero también a través de familiares, vecinos, o compañeras y compañeros”, agregó.
Puntualmente sobre la industria de la construcción, al igual que Ruibal, llamó a no pensar sólo en el obrero como persona con un conflicto vinculado a las adicciones o como usuario destinatario de la reciente campaña. Continuando con el ejemplo, cuando se realiza una espirometría simultánea en las obras, también se incluye a los mandos medios, los ingenieros y los arquitectos, “porque muchas veces, las definiciones que toman algunos mandos en condiciones físicas o de su salud jodida ponen en riesgo al conjunto de los trabajadores y trabajadoras”, por eso hay que mirarlo como “lo miramos nosotros: como un tema general, no particularmente de un trabajador, de diez trabajadores o de la construcción”.
Pero esta visión y la implementación de nuevas políticas y servicios no ha sido de un día para otro. Diverio recordó que antes hubo un proceso en la industria de la construcción, en el que desde hace “muchos años” se viene trabajando en la prevención de los siniestros laborales. En 2014 se votó la ley de Responsabilidad Penal Empresarial, lo que “permitió modificar mucho las normativas, porque a partir de ahí hubo mayor disposición del sector empresarial de buscar modificaciones” a las pautas de seguridad e higiene para que bajaran las cifras de siniestros laborales. A su vez, se generaron otras normativas, aumentó la cantidad de prevencionistas, las horas de asamblea, y recientemente en las instancias tripartitas “se empezó a hablar de trabajar sobre el tema de la adicción”.
El secretario general del Sunca adelantó que, además de la campaña y el programa contra adicciones que ya está en marcha, se está trabajando en conjunto con la Cámara de Construcción en un fondo que, además de las adicciones, abarque a la salud mental. Comentó que algunas experiencias permitieron avanzar, por ejemplo, las plantas de UPM o Montes del Plata. “En este último convenio colectivo uno de los puntos fundamentales de la plataforma, más allá del salario y las condiciones de trabajo, era justamente la creación de un quinto fondo social que atendiera la situación sanitaria, de salud mental y de adicción”. Ya existen cuatro fondos sociales: Fondo Social de la Construcción, Fondo de Cesantía y Retiro de la Construcción (Focer), Fondo Social de Vivienda de la Construcción (Fosvoc) y Fondo de Capacitación de la Construcción (Focap). Los fondos sociales son administrados y dirigidos por delegaciones del sector trabajadores y del sector empresarial.
El nuevo fondo tiene “la misma característica” de los primeros cuatro, “va a ser de parte de los trabajadores y también del sector empresarial”. En principio, la idea es empezar a recaudar para tener financiación y luego tener estructura propia y logística, es un proceso “a mediano plazo”. En este marco y mientras el quinto fondo es una realidad, se lograron “algunos convenios financiados por el resto de los fondos”, para que el trabajador, empresario o director de obra, tenga un lugar donde consultar. Según Diverio, se pudo asumir “el 75% del costo de la atención” a través de los fondos sociales. A mediano o largo plazo el objetivo es tener “alguna estructura propia, que no es sencillo, pero la idea es que no sea por un tema económico que un trabajador no pueda hacerse un tratamiento”.