La modalidad no es una novedad en el mundo, pero hasta octubre de 2022 aún no había llegado a Uruguay. Gracias a la iniciativa de la Sociedad Uruguaya de Mastología (SUM), apoyada por el laboratorio Roche, contar con un sistema de acompañamiento para pacientes oncológicos durante su tratamiento comenzó a ser una posibilidad en nuestro país. Aunque todavía queda coordinar las formas de implementación en los diferentes centros de salud, la primera barrera ya fue superada: hay 42 enfermeras de ocho departamentos del territorio nacional preparadas para desempeñar esta tarea.

Para comprender la concepción detrás de este rol, que surge en la década de 1980 en Estados Unidos, el nombre utilizado supone una pista clave. La idea de navegar implica un camino a recorrer, obstáculos que sortear y movimientos por hacer. Carlos Acevedo, presidente saliente de la SUM, explicó a la diaria que la persona que recibe un diagnóstico de cáncer suele sentirse “absolutamente abrumada y paralizada”. A la incertidumbre sobre su estado de salud y las consecuencias que este tendrá en su vida personal, se le suma el “periplo” dentro del hospital. Hay que “saltar de ventanilla en ventanilla”, coordinar citas, esperar resultados, y analizarlos. En ese trayecto, marcado por una gran carga emocional, la presencia de alguien que acompañe, organice y solucione se vuelve fundamental.

El navegador busca “servirle de referente a la persona que tiene cáncer, para poder guiarla a través del sistema de salud y apoyarla psicológicamente”, dijo Acevedo. Su trabajo consiste en agendar estudios, orientar a los pacientes, y mantener con ellos un contacto permanente. Si bien lo más habitual es que sean nurses, en otros países existen navegadores que no lo son, que provienen de organizaciones sociales y se forman específicamente para esta labor, trabajando junto a investigadores.

Tratamiento especial

Aquí el curso duró seis semanas y fue dictado por dos profesionales de Brasil, Fernanda Pautasso y Edilene Varela. Como se impartió virtualmente, además de uruguayas provenientes de Canelones, Colonia, Maldonado, Montevideo, Rivera, Rocha, Salto y Soriano, también participó personal de la salud de Paraguay, Bolivia, Perú y Ecuador. La condición para inscribirse era trabajar en algún servicio de oncología o mastología. Según indicó el presidente saliente de la SUM, esta fue la primera etapa del proyecto y se espera que en los próximos meses sea posible efectuar la segunda, dedicada a la implantación de los programas de navegación en servicios públicos y privados. El objetivo es diseñar distintos planes en función de las condiciones de cada centro y luego ofrecer un monitoreo de su funcionamiento.

En Uruguay el cáncer constituye la segunda causa de muerte después de las enfermedades cardiovasculares, con el cáncer de mama en primer lugar, que tiene un promedio de 2.000 casos por año. A pesar de estas cifras y de las características complejas de la afección, quienes la atraviesan suelen enfrentarse a un sistema de salud “un poco impersonal”, que no contempla las particularidades de estos casos y en el que las personas no suelen ser el centro de atención. Para Acevedo, propuestas como la del curso de navegación de pacientes son necesarias para que quienes lo necesitan tengan “una especie de tratamiento especial” acorde a la delicadeza de situaciones en las que “los tiempos apremian mucho”. Ese es el resultado más importante de la navegación, que agiliza el inicio del tratamiento tras el anuncio del diagnóstico.

Consultado al respecto del programa, el subdirector del Instituto Nacional del Cáncer, el oncólogo Luis Ubillos, manifestó a la diaria que ya existen algunos centros de asistencia en los que figuras similares a la de los navegadores ayudan a coordinar y sortear las diferentes fases de cada tratamiento. Coincidió en lo planteado por Acevedo sobre lo que significa la presencia de estas personas en el desarrollo a nivel temporal, y destacó que todas las iniciativas del estilo “son bienvenidas”.