Hace más de un año que la Cámara de Diputados aprobó, sin los votos de la oposición y de algunos legisladores de la coalición, el proyecto de “voluntad anticipada” para la internación de personas en situación de consumo abusivo de drogas, de las diputadas Nibia Reisch, del Partido Colorado, y Silvana Pérez Bonavita, de Cabildo Abierto. Desde el año pasado, la iniciativa está a consideración de la Comisión de Salud Pública del Senado, a la que esta semana asistieron integrantes de la Fundación Madres del Cerro para pedir que avance en la aprobación.

El texto establece que “toda persona mayor de edad psíquicamente apta que padezca adicción a las drogas, en uso de su plena capacidad determinada por profesionales médicos psiquiatras, podrá expresar su voluntad de ser sometido a una internación para recibir un tratamiento de desintoxicación, rehabilitación y reinserción social”, en las condiciones y duración de la internación “indicadas por el médico y el equipo profesional tratante”. La internación compulsiva –aunque sea con “voluntad anticipada”– no termina de convencer incluso dentro de la coalición de la que surgió el proyecto, y a nivel del Frente Amplio históricamente tampoco generó consensos.

El proyecto plantea tres procesos: la desintoxicación, la rehabilitación y la reinserción social. La presidenta de Madres del Cerro, Gabriela Jost, consideró que una intervención prolongada “no quiere decir que la persona tiene que estar años” internada, sino que tendría que cumplir “todas las etapas, sin dejar pasar ninguna”. La parte de la desintoxicación –que son los primeros tres meses– “es la más difícil”, pero luego “se van adecuando” a volver de a poco a su ámbito familiar y social, acompañados por el equipo de profesionales que intervino. “No es que por uno, dos o tres años se va a sacar a la persona de su ambiente”, sostuvo Jost, según consta en la versión taquigráfica de la sesión.

Los senadores que integran la comisión expresaron que existe la voluntad de que el proyecto se apruebe en ese ámbito, aunque coincidieron en que se debe realizar algunas modificaciones, de redacción y de contenido, antes de someterlo a votación. De todas maneras, adelantaron que “naturalmente” el proyecto podría ser aprobado en el primer semestre de este año.

El senador del Partido Nacional Amín Niffouri consideró que una aclaración necesaria tiene que ver con el proceso de desintoxicación, rehabilitación y reinserción social. “Cuando un ludópata firma para que no lo dejen entrar más a un casino, ¿por cuánto tiempo es? Hasta que él levante la firma”, dijo, y en ese sentido planteó que “se deben tener las garantías” de que una persona adicta que en su momento pide la internación voluntaria “cuando quiera salir se le pueda decir que todavía no es posible porque está en un tratamiento”. Consideró que dejar bien claras estas cuestiones evitará que después exista un problema como, por ejemplo, “que una persona denuncie que lo tienen encerrado hace un año, quiere salir y no lo dejan”.

El consumo “no permite tener un juicio sano”

Además de Jost asistió a la comisión Victorio Ponce de León, director de la comunidad terapéutica Bethania, una organización de Brasil dedicada a la atención de adicciones, que cuenta con cuatro centros en Uruguay: uno en el departamento de Artigas, que tiene 40 cupos; otro Paysandú, con 30, y dos en el departamento de Canelones, con 30 y 40 cupos respectivamente. Según se indica en el sitio web de la organización, la rehabilitación que promueven se basa en “los fundamentos de la terapia cognitivo-comportamental” acompañado de un “Programa Espiritual de los 12 Pasos (fundado por Alcohólicos Anónimos) adaptado a la realidad del dependiente químico (adicto a las drogas) y la terapia ocupacional (trabajo que se desarrolla dentro de las tareas de granja)”.

Ponce de León, que se presenta como operador terapéutico en el portal web de la organización, se manifestó afín a la internación por voluntad anticipada, en el entendido de que “el individuo precisa la internación por largos períodos” porque el consumo “no permite tener un juicio sano” y, por eso, cuando la persona lo tiene, “puede decidir qué quiere para su vida, algo que no puede hacer cuando está consumiendo”. Según aseguró, desde hace “más de diez años” las internaciones exitosas en Bethania “han sido de libre y forzada voluntad”. “Libre porque todos los individuos llegan por sus propios medios”, pero “de forzada voluntad” porque “las circunstancias los llevan a una internación”.

Cuando un individuo dice que quiere internarse, “seguramente el deseo del momento sea ese”, pero algunos días después de una desintoxicación biológica entiende que se siente bien y que no necesita la internación, sostuvo Ponce de León. Sin embargo, “la realidad muestra que si bien 24 horas después de dejar de consumir ya se produce la desintoxicación biológica”, desde el punto de vista neurológico todavía se mantiene. Por lo tanto, “entendemos que no alcanza con una breve desintoxicación biológica” y que el período de internación debe ser prolongado, apuntó.