Si bien el convenio se firmó en octubre de 2022 y el servicio funciona desde abril de 2023, este jueves la Facultad de Psicología de la Universidad de la República y el Municipio B presentaron de forma oficial el servicio especializado en atención psicológica a personas víctimas de discriminación racial. El convenio indica que la propuesta busca “cubrir una necesidad históricamente postergada”, contemplando que hasta el momento no ha habido mecanismos para garantizar el derecho a la salud física y mental “de las personas afectadas por estos fenómenos sociales hasta el momento en nuestro país”.

El servicio ofrece tres tipos de prestaciones: consulta de asesoramiento, orientación psicológica y proceso psicoterapéutico individual focal, y la modalidad de cualquiera de las tres prestaciones se brindan en el anexo de la facultad u en formato online, por videollamada a través de Zoom o de Whatsapp, y cualquiera de los formatos debe coordinarse por correo electrónico ([email protected]). Pueden acceder las personas mayores de diez años que residan en los barrios comprendidos en el Municipio B: Cordón, Parque Rodó, Palermo, Barrio Sur, Ciudad Vieja, Centro, La Comercial, Tres Cruces y parte de Aguada.

La facultad formó un equipo técnico de referencia con dos docentes y 12 estudiantes de la Licenciatura en Psicología que realizan su práctica preprofesional en el servicio, y para la financiación anual el municipio entregó 700.000 pesos a la facultad. Además de la atención, en la práctica se deben analizar los aspectos psicosociales del racismo desde una “perspectiva de género intersectorial”, con un enfoque “competente y amigable” en el que las personas puedan buscar contención y apoyo de forma individual, familiar o grupal.

El proyecto surgió por demanda. Además de que “el carácter estructural del racismo afecta a las personas afrodescendientes en el acceso a servicios adecuados” para el tratamiento de su salud mental y que hasta el momento Uruguay no contaba con servicios en atención psicológica especializada para esta población, expertos y activistas identificaron “una serie de problemas que surgen a partir de vivir de forma constante situaciones de discriminación por motivos raciales”; por ejemplo, humillación, hostilidad y violencia física, emocional o sexual.

Según datos recabados hasta el momento, quienes han sufrido discriminación racial pueden presentar diversos síntomas, entre ellos, ansiedad o hipervigilancia, estrés crónico, alteración en el descanso hasta el punto de padecer insomnio, dificultades en la memoria, “menor disposición a correr riesgos” y depresión, que “en casos graves” alcanza niveles de deseos de autoeliminación.

Además de la atención personalizada, otro de los objetivos de la iniciativa es hacer un máximo de diez talleres con “grupos de interés” para abordar las experiencias de forma colectiva, generar al menos un artículo científico con análisis sobre las experiencias y entregar un informe anual acompañado de la Rendición de Cuentas. En principio el convenio se firmó por un año con posibilidad de renovarse dos períodos más con “previa evaluación favorable” de las dos partes.

Un servicio con historia

En la presentación del servicio participaron diversos profesionales y activistas de la lucha antirracista, tanto uruguayos como extranjeros. Uno de ellos fue el licenciado en psicología y diplomado en afrodescendencia y políticas públicas Óscar Rorra. En su intervención hizo un repaso sobre la militancia de los estudiantes afro, que también inició en la Facultad de Psicología.

Rorra recordó la existencia de un pequeño grupo de estudiantes afro de diferentes facultades que en 1999 comenzó a captar estudiantes universitarios con la consigna de “empezar a participar en un grupo de estudio” sobre el tema del cual él formó parte. Para eso “una de las primeras luchas” fue tener entrevistas con decanos de diferentes facultades. La primera etapa “fue de convencimiento”, de hacer entender “la existencia del racismo en Uruguay”, porque desde aquella época y “todavía se sigue luchando contra las personas que creen que acá el racismo no existe”.

A su vez recordó que la respuesta de uno de los decanos fue que “el tema de la población negra lo debe analizar la academia y no los estudiantes afro”. En aquel momento “el único que aceptó la propuesta fue el decano de la Facultad de Psicología”, que “presentó una docente que estuvo interesada” y permitió trabajar desde 2000 hasta 2013, el año en el que se jubiló y el grupo se terminó.

“La mayoría de los años se trabajó de forma honoraria, pero investigamos mucho” desde el área de salud de la facultad, agregó. Rorra recordó tres trabajos que desarrollaron: “La incorporación de la variable etnia/raza en las estadísticas vitales en Uruguay”, “La violencia y discriminación en la población afrodescendiente uruguaya” y “La percepción sobre las creencias, actitudes y prácticas relacionadas a la salud sexual y reproductiva y las infecciones de transmisión sexual y el VIH en las poblaciones afrouruguayas”. “Los tres tenían como característica metodológica entrevistas individuales y grupos focales”, agregó. Cuando el grupo finalizó, “aprendimos otra lección: la importancia de las y los socios reales en la lucha contra la discriminación racial”, comentó.

En tanto, sobre el rol de la psicología uruguaya en torno al tema de la discriminación racial dijo que “debería ser un instrumento de defensa para poder abordar la lucha” contra la desigualdad estructural y sistémica que “existe en nuestro país”. Para Rorra, hablar de lucha contra la discriminación racial también es “saber cuántos universitarios afros hay, cuántos hechos de discriminación existen y cuál es la respuesta sobre estos hechos”.