Hace casi cinco años que, buscando alcanzar objetivos sanitarios internacionales, Uruguay apostó a diagnosticar a las parejas de las embarazadas para disminuir los casos de sífilis congénita y VIH. La estrategia implica diagnosticar a la pareja de la embarazada, ya que aunque la gestante se realice el test y ante un primer resultado positivo inicie el tratamiento, se vuelve a contagiar si su pareja sexual también presenta la infección pero no comienza el tratamiento. Sin embargo, el diagnóstico de estas y otras enfermedades infecciosas de transmisión sexual siguen siendo aún un desafío para el sistema de salud

En el caso de la sífilis gestacional y congénita, transmitida al feto a través de la placenta o por contacto con la sangre de la madre durante el parto, según los datos del Ministerio de Salud Pública (MSP), ya desde hace varios años hay un aumento en los casos, especialmente entre 2015 y 2020, situación que empeoró durante la pandemia. Puntualmente en 2020, la enfermedad tuvo una tasa de incidencia de 2,7% en el sector público y 0,4% a nivel privado sobre el total de embarazos, mientras que entre 2015 y 2019 tuvo un promedio de 1,5% en el sector público y 0,2% en el privado.

El panorama actual no es muy distinto y por ese motivo hay diferentes equipos de investigación de la Universidad de la República (Udelar) que están trabajando en el tema. De hecho, tras la pandemia, distintas clínicas de la universidad elevaron documentos al consejo de la institución para dejarlo asentado como un problema de salud pública y, finalmente, hace poco más de un año, el consejo designó una comisión de trabajo integrada por las clínicas. 

Específicamente en el Instituto de Higiene de la Udelar están trabajando en varias investigaciones sobre sífilis. Dos de ellas tienen el objetivo de mejorar el diagnóstico de la enfermedad a través de la detección de las dificultades que existen para que las embarazadas y, sobre todo, su pareja sexual lleguen a un diagnóstico e inicie un tratamiento. 

En diálogo con la diaria, Mercedes Colomar y Alicia Alemán, docentes e investigadoras de la Unidad de Medicina Preventiva y Social de la Udelar, explicaron que se centraron en el tema porque desde su área consideraron que “uno de los problemas fundamentales en el incremento de la sífilis, sobre todo de la congénita, era el diagnóstico y el tratamiento en las parejas sexuales de las mujeres”. 

Como prueba de esto hay un estudio que se realizó en el departamento de Paysandú, a través del cuál se probó esta dificultad, que también está registrada en la Guía clínica para la eliminación de la sífilis congénita y transmisión vertical del VIH del MSP, elaborada en 2015, en la que también se establece la importancia de la captación de las parejas sexuales.

“Entendemos que puede ser difícil la negociación que la mujer tiene que hacer con su pareja, vinculada a concurrir al centro de salud, realizar el test diagnóstico, tratarse y usar preservativo para impedir la reinfección en el embarazo”, pero se debe recordar que “el más afectado es el bebé, ya que esta enfermedad aumenta el riesgo de mortalidad fetal y puede tener otras consecuencias, como el nacimiento prematuro, la generación de problemas neurológicos, entre otros”, explicaron las investigadoras. 

El objetivo de las investigaciones es lograr que las parejas de las mujeres, principalmente los varones, lleguen al diagnóstico e inicien un tratamiento. “Globalmente, en 2019 teníamos 1,1 casos de sífilis gestacional cada 1.000 nacimientos, pero en 2022 subió a 1,3 a nivel global”, señalaron. Aun así existe “una gran inequidad entre el sector público y el sector privado porque si observamos esta cifra por sector de atención en el público es de 2,7 y en el privado de 1,4”, agregaron. 

Una investigación cualitativa que se está realizando en el hospital Pereira Rossell se basa en entrevistar a mujeres embarazadas diagnosticadas con sífilis, a sus parejas y a tomadores de decisión (profesionales de gestión y de la salud). Lo que se busca es acceder a los conocimientos, actitudes y prácticas de las mujeres y sus parejas sobre la enfermedad, cuál sería la mejor forma para acceder al tratamiento y mantenerlo y cómo romper las barreras para llegar al centro de salud.

En el caso de las gestantes, todas son tamizadas para la sífilis durante el embarazo. En las mujeres positivas se debe comenzar el tratamiento y convocar y tratar a la pareja, porque si no se es tratada, la mujer se reinfectará. “Creemos que la falla está en acercar a las parejas a los centros de salud para que se hagan el test, se traten y utilicen preservativo durante el embarazo”. 

Esta investigación también tiene otros objetivos, entre ellos, que en los centros de salud se asegure la disponibilidad de test rápidos y que no haya barreras para brindar el tratamiento, por ejemplo, solicitando la confirmación de los casos positivos mediante un examen de sangre, lo que puede hacer perder la oportunidad de tratar. “Las guías indican que para no perder la oportunidad de tratarlas, teniendo un test rápido positivo, se inicie el tratamiento”, señalaron. 

La segunda investigación es clínica y aún no comenzó, porque en principio se utilizará información que surja de la primera y porque las investigadoras aplicarán a una financiación de los institutos nacionales de salud de Estados Unidos. En este caso se pretende probar una intervención que tiene muchos componentes. Uno de ellos es acercar a las parejas sexuales a los centros de salud, generar la disposición a los test rápidos en los centros e información sobre las consecuencias de la enfermedad.

Por otra parte, las investigadoras detallaron que el aumento de casos de sífilis gestacional “no es un problema solo de Uruguay” y, de hecho, el segundo proyecto es en conjunto con Argentina. La meta de la Organización Mundial de la Salud es llegar a 0,5 casos cada 1.000 nacidos vivos. En América Latina las tasas van de 0,1 a 7 casos cada 1.000.

Por último, las académicas contaron que si bien en Uruguay se promovió la idea de diagnosticar a la par tanto a la gestante como a su pareja sexual, hace varios años, ante las investigaciones no se encontró “demasiado marco teórico sobre cómo promover el tratamiento en las parejas sexuales, por eso creemos que, si logramos probar que esta intervención es efectiva, el abordaje podría utilizarse para este y otros tipos de enfermedades de transmisión sexual”.