En el marco de la convocatoria a delegaciones que está cursando la comisión bicameral de seguimiento de la salud mental, en pos de elaborar un plan para 2026, recibió a la Dirección de Salud Mental de la Administración de los Servicios de Salud del Estado (ASSE), del Hospital Vilardebó y del Centro de Rehabilitación Médico Ocupacional y Psicosocial (Ceremos), quienes comparecieron sobre diversos temas: cuántos usuarios hay en estos centros, qué enfermedades padecen, cuánto tiempo permanecen internados y con qué equipos de atención cuentan.

En términos generales, la subgerenta general de ASSE, Alejandra Caputi, dijo que en estos días se hará un censo en los dos centros, por medio de una cooperación con la Organización Panamericana de la Salud (OPS), con el fin de tener un mapa “de las necesidades de nuestros usuarios para definir cuáles son los lugares y las características que tienen que tener”, porque, si bien hoy ASSE cuenta con distintos dispositivos en funcionamiento, “no son suficientes y hay muchas condiciones relacionadas con las situaciones sociales de los pacientes y no sólo con su problemática de salud mental”.

En cuanto a los centros, agregó que desde hace muchos años en Ceremos ya no hay ingresos, mientras que en el Vilardebó, que es un hospital de agudos, sí los hay, por lo que el abordaje de la salud mental debe tener foco “en las patologías agudas que requieren atención”.

Sobre los cambios necesarios, como el de paradigma en la atención, el fortalecimiento de los equipos y la creación de otras modalidades de atención, como las casas de medio camino, agregó que no puede suceder sólo desde la órbita de ASSE y que afrontar lo más complejo, por ejemplo, “la selección del lugar más adecuado para internar en un proceso corto, sobre todo en el caso de internaciones agudas en los pacientes adolescentes”, requiere interinstitucionalidad.

La población adolescente es una de las que causan preocupación, tanto por problemas de consumo como por enfermedades de salud mental, porque “no tenemos dispositivos diseñados específicamente para ellos”, explicó.

En términos edilicios, el Vilardebó sí está realmente muy comprometido, mientras que en Ceremos hay obras en curso, aunque hubo “muchísimas dificultades con la empresa constructora y muchos incumplimientos”. Se hizo todo el procedimiento formal, pero estarán terminando en breve.

Hospital Vilardebó: los pacientes judicializados son los que más permanecen en el centro

Por su parte, la directora del Vilardebó, Paola Pereira, manifestó que en mayo, al asumir el nuevo equipo de dirección, fue necesario hacer un diagnóstico de situación del centro, que llevó alrededor de un mes y medio porque no había “ningún diagnóstico previo”.

Detalló que cuentan con 700 funcionarios, de los cuales 50 son médicos y 650 no médicos. El número de camas, que ronda las 230, en la actualidad no se divide en sala de hombres y sala de mujeres, porque en la de hombres en este momento sólo hay cinco pacientes a quienes se está intentando trasladar, ya que “resulta muy complejo que estén allí” debido a las condiciones edilicias. Otro de los espacios que no se pueden ocupar es una sala para mujeres con una capacidad de 23 camas, que está en peligro de derrumbe y aún no se terminó de refaccionar.

Los pacientes judiciales son los que tienen un promedio mayor de días de permanencia en el hospital. En cuanto a las patologías, predomina el ingreso de pacientes con trastornos mentales graves, como esquizofrenia, trastorno bipolar, trastornos de personalidad, y con consumo de sustancias y alcohol.

Sobre los cambios a corto plazo que se han implementado de mayo hasta la fecha, Pereira resaltó que lograron tener 24 horas más de policlínica con otro psiquiatra y que se está haciendo un control “bastante estricto” de las hospitalizaciones prolongadas, aquellas que la ley prevé mayores a 45 días. También se implementó un tanque para contar con agua caliente y 20 equipos de aire acondicionado. Además, se empezó a recuperar el servicio de asistencia domiciliaria, que puede ser la internación domiciliaria, y se conformaron varios comités, como el de farmacia o el de inversiones.

A largo plazo tienen previsto fortalecer los servicios del centro diurno, que ofrece actividades como talleres de informática, panadería, chi kung, música, cerámica, plástica, juego, salud y belleza, huerta, jardinería, danza, psicomotricidad y educación física.

Ceremos: 35 personas viven allí desde hace más de 50 años y “constituyeron ese lugar como hogar”, dijo su director

En tanto, el director del Ceremos, Juan Carlos Flores, sostuvo que actualmente tienen una población de 430 usuarios, de los cuales casi 400 viven dentro de la institución y 35 están bajo la modalidad de preegreso, es decir, en “casas periféricas, algunas similares a una casa de salud, y funcionarios que tienen a cargo dos o tres pacientes con trastornos de salud mental”. A diferencia del Vilardebó, esta institución no recibe nuevos usuarios desde 2016 y eso hace que año tras año la población disminuya, ya que, según Flores, fallecen en promedio 30 usuarios por año.

Para trasladar a los que quedan hay que tener en cuenta muchas cosas, no sólo relacionadas con las patologías. Un grupo de usuarios hace ya más de 50 años que vive allí: se trata de unas 35 personas que tienen entre 45 y 65 años. “Han transcurrido muchísimos años allí adentro, siguen viviendo ahí y constituyeron ese lugar como hogar; la parte vincular está hecha fundamentalmente a través de los funcionarios y ese es uno de los obstáculos para llevar adelante la desinstitucionalización”, agregó el director.

Flores también se refirió a la realidad de los pacientes: “Nos duele ver que nuestros usuarios, nuestros pacientes, tienen una dinámica de vida muy pobre, que resumidamente se basa en despertar, tomar la medicación, fumar, tomar mate, almorzar, tomar la medicación, fumar, tomar mate, cenar, dormir”, y “nos duele tener a los pacientes en esa situación; ha sido un poco histórico ese funcionamiento, y nuestro afán es, en la medida de lo posible, revertirlo”, expresó.

Flores entiende que para cambiar esto el enfoque fundamental está en lograr un equipo de rehabilitación para el trabajo diario en el centro, como ampliar la participación en talleres, de los cuales actualmente sólo participan 30 personas autónomas, algunas con dependencia leve.

El 10 de octubre se realizará una nueva marcha por la salud mental

El 10 de octubre, en el marco del Día de la Salud Mental, se realizará una nueva marcha por la salud mental, la desmanicomialización y la vida digna.

Varios colectivos, entre ellos Coordinaloca, Radio Vilardevoz y el Frente Antimanicomial, convocan a concentrar a las 17.00 en el Obelisco para marchar luego hasta la plaza Seregni.