Con la presencia de autoridades del Ministerio de Desarrollo Social, el Instituto Nacional de la Juventud, el Ministerio de Salud Pública y la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP), instituciones que conforman el programa Ni Silencio Ni Tabú, de atención en salud mental a adolescentes y jóvenes, este viernes fue el cierre anual en la Torre Ejecutiva.
Las autoridades presentes hicieron hincapié en la fuerte impronta interinstitucional que tiene Ni Silencio Ni Tabú. A su vez, destacaron la relevancia del enclave territorial que forja a través de sus centros en distintos departamentos, donde trabajan en línea directa con adolescentes y jóvenes. Actualmente, funcionan centros en Montevideo, Canelones, Rocha, Río Negro, Florida y Cerro Largo, y se proyecta la apertura de nuevos centros en Casavalle (Montevideo), Ciudad del Plata (San José) y Salto.
El ministro de Desarrollo Social, Gonzalo Civila, expresó que desde su cartera se busca potenciar este proyecto y destacó el enfoque “de salud mental comunitaria” que lleva a cabo en territorio donde “gurises y gurisas se apropian de la propuestas, las construyen, las diseñan también en función de la realidad de cada lugar”. Civila mencionó la relevancia de que “se siga profundizando” el trabajo de un programa que hasta ahora “ha dado muy buenos resultados”.
Eugenia Godoy se encargó de hacer un balance del estado actual y desafíos a futuro que afronta Ni Silencio Ni Tabú. Subrayó que “es fundamental que la política pública se haga con base en evidencia, que se pueda evaluar y también ir sumando nuevos componentes”. Enfatizó en la necesidad de abordar la salud mental de forma integral, ya que al ser consultados sobre su vida privada, la mayoría de jóvenes encuentra “un nivel alto de satisfacción”, sin embargo, sus principales frustraciones se asocian más a aspectos sociales y carencias económicas.
Según los datos manejados, casi 15.000 jóvenes y adolescentes participaron en distintas actividades, y se dictaron más de 500 talleres en todo el país. Mil adolescentes recibieron atención terapéutica individual o grupal, y los principales motivos de consulta son ansiedad, angustia, soledad, conflictos vinculares e intentos de autoeliminación.
Eugenia Godoy, Pablo Caggiani, Cristina Lustemberg, Gonzalo Civila, Mauricio Fuentes y Francisco Benavides.
Foto: Gianni Schiaffarino
En materia de educación, el presidente de la ANEP, Pablo Caggiani, señaló que luego de la pandemia se evidenció un claro deterioro en la salud mental de niños, jóvenes y adolescentes, que se ve reflejado en el vínculo que mantienen con los centros educativos. Mencionó que desde la ANEP se viene “trabajando el tema de la asistencia”, y que al consultar a los estudiantes por qué faltan a los centros es muy común que mencionen falta de motivación, angustia o motivos económicos. Asimismo, apuntó que los docentes expresan que no tienen las herramientas suficientes para abordar los problemas de salud mental que manifiestan los adolescentes, lo cual da cuenta de la necesidad de trabajar en conjunto con otras instituciones.
El vicepresidente del INAU, Mauricio Fuentes, señaló que la sensación de “sentirse en casa” que manifiestan los adolescentes sobre el programa es especialmente valiosa para aquellos que atraviesan situaciones complejas, y que el desafío es seguir revisando y fortaleciendo el proyecto.
Por último, la ministra de Salud Pública, Cristina Lustemberg, dijo que, pese a las dificultades estructurales, los años de transición política y las debilidades del sistema, existe una decisión política de sostener y fortalecer estos programas por su impacto positivo. Destacó la importancia del abordaje comunitario, la escucha activa y los centros como espacios clave de contención. Finalmente, afirmó que a partir de 2026 habrá mejores condiciones, más presupuesto y herramientas para avanzar en salud mental, y reafirmó el compromiso del Estado y del gobierno con quienes trabajan en territorio y con las juventudes.
Al finalizar sus exposiciones se dio lugar a una actividad dinámica en la que participaron los trabajadores de las distintas organizaciones que integran el programa, con el objetivo de evaluar las líneas de trabajo hasta el día de hoy y de repensar estrategias a futuro sobre los principales desafíos que identifican actualmente en su trabajo diario con adolescentes y jóvenes.