El primer Encuentro Nacional de Supervivientes del Suicidio, organizado por el Grupo de Prevención y Compresión de la Conducta Suicida y familiares que participaron en la campaña “La última foto”, se realizó en el Espacio Colabora. Además de sobrevivientes y familiares de personas que se suicidaron, participaron grupos de ayuda, colectivos y autoridades de los ministerios de Desarrollo Social y Salud Pública y del Instituto Nacional de la Juventud (INJU).
La presidenta de la Asociación Vasca de Suicidología (Aidatu), la doctora Cristina Blanco, se describe a sí misma como superviviente de suicidio, debido a que su esposo, con quien mantuvo una relación durante 30 años, se suicidó en 2012. Contó que atravesó por un “duelo extremo”, que le llevó cuatro años y en el que sintió “una sensación de pérdida, culpa, soledad, de no saber quién era y cómo seguir”. Explicó que necesitaba “encontrar a alguien que haya pasado por lo mismo”, por lo tanto se contactó con algunas personas en su misma situación y fundaron la asociación Biziraun en 2016 para supervivientes, es decir, personas afectadas por el suicidio de un ser querido, con el fin de combatir el silencio y el abandono.
En agosto de 2017 fundaron Aidatu con un objetivo: que “otras personas no pasen por lo mismo”. Desde entonces realizan jornadas, charlas, talleres para abordar el suicidio y la posvención y formaciones en centros educativos, ayuntamientos y colegios profesionales.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), “las investigaciones han demostrado que la forma de morir afecta de manera diferente” y que “las reacciones usuales al dolor se intensifican con el suicidio”. El duelo por una muerte por suicidio se considera un duelo diferente, al igual que sucede con las muertes súbitas o las que se dan de forma violenta. Atraviesan sentimientos como la culpa y el enfado, pérdida de sentido de la vida, estigma, abandono social e institucional.
“Necesitamos que nos hablen de ellos, mantenerlos presentes”, porque “me hace más daño que no me hables de él y me tapones su recuerdo, porque existió, fue alguien, no es sólo un muerto por suicidio”, expresó Blanco. Considera que se debe instruir a amigos, familias y la sociedad civil sobre cómo tratar la muerte por suicido y “naturalizar que esa muerte existe”.
La posvención y la importancia de la formación de los profesionales
Los grupos de autoayuda consideran importante que los agentes involucrados (personal sanitario de emergencias, psicólogos, psiquiatras, policías, bomberos, forenses) sepan cómo transmitir la noticia de que su allegado o familiar se suicidó, con sensibilidad, siendo conscientes del estado de shock y acompañen a la persona. A su vez, debe haber un programa global de atención enfocado en la prevención, en desdramatizar, desestigmatizar y aliviar el sufrimiento colectivo, con la participación de los medios de comunicación, supervivientes, asociaciones, investigadores y docentes.
En este sentido, los supervivientes enfatizaron en la importancia de la formación de los profesionales sobre el suicidio y en la escucha atenta para que puedan informarles sobre sus necesidades. Según contaron, hubo psicólogos que les señalaron que el suicidio era un chantaje emocional o que se enfadaran con el familiar que se suicidó. Blanco sostuvo que hay un “déficit de especialistas en duelo por suicidio” y que “cuando alguien dice que se quiere quitar la vida, hay que hacerle caso, y si es o no un chantaje emocional, se verá después”.
En 2020 la presidenta de Audati creó un posgrado universitario denominado “Experto/a en Suicidología” (UPV/EHU), tras la sorpresa de las cifras: en España “11 personas se quitaban la vida por día”. Asimismo, observó que en el grado de psicología “no abordaban la conducta suicida ni en el duelo por suicidio”. Actualmente, se reorientó hacia el ámbito sociocomunitario y se creó el título de Experto/a en Prevención del Suicidio en entornos.
La posvención es la actividad desarrollada con las personas supervivientes de suicidio para facilitar su recuperación tras el suicidio y evitar que se repitan conductas suicidas en el entorno. Blanco considera que los supervivientes pueden ofrecer testimonios de esperanza y constituirse en grupos de acción social e interlocución política. Resaltó que los grupos de ayuda mutua generan un espacio de confianza y seguridad en donde pueden hablar de sus preocupaciones, miedos y experiencias sin ser juzgados, escuchar y entenderse entre sí, llorar, volver a nombrar a su ser querido y hay un apoyo mutuo en la desculpabilización.
GASS y el Proyecto Ikove
Cléila Kerne, fundadora del Grupo de Apoyo a los Supervivientes del Suicidio (GASS), comentó que en 2013 escuchó por primera vez el dolor de una madre que perdió a su hijo, mediante una línea telefónica para personas con intento de autoeliminación (IAE). Escuchar diversas situaciones la motivó a querer tomar acciones, y en 2017 conformaron grupos de apoyo. El GASS es un proyecto que surge para apoyar a personas en su duelo a la muerte por suicidio, así como a los afectados por IAE. “No es un grupo terapéutico, es un grupo de interacción”, aseguró la cofundadora de GASS Sofía Méndez. En la dinámica de grupos prima la confidencialidad y realizan encuentros virtuales en Montevideo, los viernes a las 19.00, y presenciales, una vez al mes a las 17.30.
Por otra parte, el proyecto Ikove está formado por un grupo de sobrevivientes de violencia sexual y aliadas sensibilizadas con la temática, es decir, personas que aportan desde su experiencia militante y sus conocimientos técnicos. Se especializan en la prevención, reparación y justicia de la violencia sexual y eligen llamarse sobrevivientes y no víctimas porque creen que “el foco no tiene que estar sólo en lo que nos pasó, sino en lo que estamos haciendo con lo que nos pasó”, aseguró una de las integrantes.
El colectivo sostiene que hay un estigma y no hay suficiente información sobre el suicidio y la violencia sexual, por eso “las personas sobrevivientes cargan con culpa y vergüenza”. Sin embargo, de a poco está cambiando y más personas se animan a contar lo que vivieron. En 2020 presentaron un proyecto de ley sobre la imprescriptibilidad de los delitos sexuales a niños, niñas y adolescentes, que se destrabó en esta legislatura, y actualmente trabajan en un proyecto de ley sobre el suicidio femicida, que ocurre tras sufrir violencia basada en género. El delito es la incitación al suicidio, debido a que el grado alto de violencia lleva a que la víctima crea que las únicas alternativas son “matarse, ser asesinada o matar a su agresor”.
Políticas públicas y estrategias de prevención y posvención
La directora del INJU, Eugenia Godoy, sostuvo que tras el “aumento de los casos de deterioro de salud mental en los jóvenes en estos últimos años”, desde el INJU hay un desafío de “generar respuestas ante este problema creciente que nos preocupa”. Por último, aseguró: “La atención en salud mental no debe ser un privilegio, debe ser un derecho, y tenemos que garantizar la construcción de un mundo en el que los y las jóvenes quieran habitar”. El INJU lleva adelante el programa Ni Silencio Ni Tabú, coordinado por Lucía Barros, para promover y prevenir la salud mental y el bienestar psicosocial de adolescentes y jóvenes.
Según los datos elaborados por el Departamento de Estadísticas Vitales del MSP referentes a 2023, hubo “763 fallecimientos por suicidio en Uruguay, lo que corresponde a una tasa de 21,39 por cada 100.000 habitantes”. En cuanto a la distribución según el sexo, en 2023 “los hombres representaron el 75% del total, mientras que las mujeres el 25%”, y según la edad, la tasa más alta fue en personas de 75 a 79 años, seguido por 85 a 89 años y en tercer lugar 25 a 29 años. Godoy considera que no hay que naturalizar “tener las tasas más altas de suicidio” y entender que no son “simplemente números, sino que son vidas, son familias”.
El director nacional de Desarrollo Social, Nicolás Lasa, considera que hay que evaluar “cómo se construye la conducta suicida” y, a su vez, implica un debate acerca del lugar que tiene la muerte en la sociedad y el desafío de cómo integrarla, para que la muerte no sea sólo un número. Sostiene que “la salud mental en Uruguay está privatizada” y que “son muy pocos los que acceden de forma gratuita”, por lo que desde el espacio institucional “tenemos que trabajar en prevención, en salud mental y en mejorar las condiciones de vida”.
Tanto el Ministerio de Salud Pública como el Ministerio de Desarrollo Social están alineados con el Plan Nacional de Salud Mental 2020-2027, cuyo objetivo es fortalecer un modelo de atención comunitaria centrado en “el reconocimiento de las personas con problemas de salud mental como sujetos de derechos”. La ministra de Salud Pública, Cristina Lustemberg, subrayó que se debe “mejorar la gestión de modalidad de atención y el acceso a las prestaciones”. Por lo tanto, anunció que se van a reunir con organizaciones científicas, la sociedad civil y la academia, para trabajar en la aplicación del Plan Nacional de Salud Mental, y que con la Dirección General de la Salud buscan conformar equipos básicos de atención con enfermeras, psicólogos y médicos generales.
Líneas telefónicas para recibir apoyo
Línea vida | *0767 desde un celular | 0800 0767 desde un teléfono fijo.
Línea de Apoyo Emocional - ASSE: 0800 1920.
Grupo de apoyo a supervivientes por suicidio (GASS): 095 753 955.