
Cultura
Padrino entusiasta
“Claro que, además de desvergonzado, quien escribe un epitafio es un imbécil o un falso, porque nadie puede, hasta el momento de su propia muerte, conocer sus sentimientos -sus cambiantes y enriquecidos sentimientos- hacia los muertos queridos”, escribía Carlos Maggi el 23 de mayo de 1952. Casi 63 años después, Maggi aún mantenía aquel gesto decidido y sereno, que desafiaba y exhibía la lucidez con la que era capaz de enfrentar el juego. El viernes a las 8.00, listo para asistir a la tertulia de En perspectiva, un infarto sorprendió a un intelectual que desplegó lúcidas e incansables críticas desde los años 50.