Con motivo del Día del Trabajador Rural, el lunes 30 se organizó una asamblea general conjunta del Sindicato Único de Trabajadores del Arroz y Afines (SUTAA) y del Sindicato de Peones de Estancias (Sipes) en Río Branco, Cerro Largo, para discutir sobre la plataforma para los Consejos de Salarios de los sectores de ganadería y arroz, y el acceso a la tierra para los trabajadores arroceros.

Marcelo Amaya, del SUTAA, dijo a la diaria que se analizó la estrategia para la negociación colectiva y que “surgió de la asamblea que es pertinente abrirla en subgrupos, en el entendido de que los rubros de la producción rural son tan diversos que el impacto del salario es distinto en cada uno de ellos”. El sindicalista del arroz puso como ejemplo a su sector, en el que el salario “no alcanza a llegar a 5% del costo de producción en función de que se está bajando la cantidad de trabajadores por hectárea”. “Estimamos que hoy la cifra estaría cerca de un trabajador cada 60 o 70 hectáreas. En este sector hay una sobrexplotación aumentando cada vez más el área de riego para cada trabajador. Esto afecta la salud enormemente, teniendo en cuenta que la tarea se hace en verano cuando hay mayor intensidad del sol. Trabajan entre diez y 12 horas inundando las chacras”, describió. Para el SUTAA hay que regular el área de riego, “lo que llevaría a mejorar la producción, proteger la salud del trabajador y aumentar entre 30% y 40% las fuentes de trabajo en el sector chacra del rubro arrocero”.

En diciembre, el Instituto Nacional de Colonización (INC) adquirió un predio en Cerro Largo, tras consultar al SUTAA si esta tierra encajaba con un proyecto productivo que presentó el sindicato en 2011. Ahora el SUTAA solicitó al INC la adjudicación de esa parcela. Según Amaya, el acceso a la tierra y a la tecnología por parte de asalariados rurales es una forma de “cambiar el modelo productivo” y apostar a la sustentabilidad. “Por cada productor lechero que desaparece, se pierden una decena de fuentes de trabajo. Por cada productor familiar que deja el campo y va a engordar los cinturones de pobreza de la ciudad, queda un espacio para el extractivismo. No sólo es la concentración y la extranjerización de la tierra el problema, sino la degradación y contaminación de los recursos naturales”, sostuvo.

Con respecto al acceso a la tecnología, Amaya dijo que mientras se siga desarrollando “en función de la velocidad de los intereses del capital financiero, [el tema] está jodido”. “Nadie nos puede convencer de que los jóvenes que quieran permanecer en el campo o volver al campo van a arar con bueyes o arrancar boniatos con la azada. Lo que pretendemos es generar trabajo en los campos del INC con cooperativas de trabajo. Agarrar el toro por las guampas en un momento en que las patronales piden una arremetida de políticas neoliberales”, explicó Amaya.

No obstante, por las dificultades de acceso a la tecnología, el único emprendimiento productivo que pueden implementar los trabajadores que consiguen tierras es “acceder a algunos animales”. “No hay forma de hacer otra cosa”, agregó Amaya, y puso como un ejemplo a seguir que en Brasil se puede adquirir maquinaria específica para la agricultura familiar y “pagarla en diez años con trabajo”.