No más autos de uso individual y a combustible. Así proyecta el futuro de Montevideo a 15 años el jefe del Cono Sur de la Oficina del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), José Dallo. Que el paradigma está cambiando no es novedad, lo que se cuestiona es la forma que toma la transición. Sobre los procesos de movilidad eléctrica, contaminación y producción y consumo sostenible, conversaron con la diaria Dallo y el director regional de PNUMA, Leo Heileman, durante su visita a Uruguay.
¿Cuáles son las prioridades para la sostenibilidad medioambiental de la región?
Leo Heileman (LH): En la anterior reunión de la Asamblea de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, el enfoque estaba en la contaminación, y este año nos hemos centrado, en particular, en la contaminación por plásticos. Con este esfuerzo muchos países han desarrollado leyes para prohibir o reducir el consumo de plásticos de un solo uso. Uruguay está en proceso de aprobar una ley que busca desestimular el uso de bolsas plásticas; Chile está buscando prohibir su uso, y Perú y Paraguay tienen iniciativas en la misma línea. La próxima reunión se va a enfocar en el consumo y producción más limpia, es decir, la sostenibilidad de ambos procesos. La parte positiva es que hay un esfuerzo para hacer cambios; la negativa es que la población, y por ende la demanda, está creciendo, y los recursos son muy limitados, entonces algunos no renovables corren peligro de escasez.
Tal como pasa con la ley de bolsas plásticas, a veces las intenciones gubernamentales se contraponen con los intereses empresariales. ¿Cuál sería la recomendación para proceder ante estos casos?
LH: Depende del país, su política y del sector privado. He visto que en ciertos lados han tomado la posición de indicar la dirección y la meta, como diciendo: “Así son las reglas, ahí vamos”. En otros se opta por discutir con el sector privado las prioridades y después se ajusta. Uno no puede decir que una manera sea mejor que otra, todo depende de la situación. La diferencia está en la política y la economía. Para mí lo importante es que la meta esté clara y buscar acuerdos para ir en esa dirección. Siempre hay ganadores y perdedores. Lo que prima debería ser el bien social.
¿Son buenos los incentivos fiscales?
LH: Siempre apoyan. Por ejemplo, en Inglaterra se ha introducido un costo por bolsa plástica –unos centavos– y esto ha tenido una reducción dramática de su uso, porque la gente, que estaba acostumbrada a recibirlas gratis, no quería pagar por ellas. Pero los incentivos pueden ir en una dirección u otra. En Noruega quieren promover la movilidad eléctrica, entonces el impuesto para un automóvil normal, con gasolina, es sumamente alto. Es mucho más barato comprar uno eléctrico, que son la mayoría de los que circulan. Hay lecciones que podemos aprender de esos países, de cómo usar incentivos financieros o impuestos para ir en la dirección que queremos.
Desde el acuerdo multipartidario de 2010, en Uruguay se viene llevando a cabo una transformación de la matriz energética por fuentes renovables. ¿Cual es el diagnóstico que hacen de ese proceso?
José Dallo (JD): Se observa que fue una estrategia país y que, como dice Leo, cuando el objetivo está claro, te puedes mover más fácilmente en esa dirección. El hecho de que se haya creado una ley que no sólo proponía hacer más limpia la matriz, sino que también establecía un fondo para investigar y crear capacidades, es una muestra clara del tipo de política a largo plazo que la energía necesita. Creo que hay que seguir pensando en los retos del futuro. Por ejemplo, el impacto del cambio climático en la producción hidroeléctrica, el incremento de la eficiencia en la energía –porque hay nuevas demandas– y las nuevas técnicas –más eficientes y baratas– para producir energías renovables. En particular, [es necesario considerar] el hecho de que la propia gente podría producir electricidad y vendérsela al gobierno.
LH: Costa Rica ha llegado a que casi 100% de su energía sea renovable y Uruguay casi 95%. Son dos casos de éxito en la región.
Al día de hoy, la generación de energía es un negocio yen muchos casos se da un dilema entre el uso de las tierras para la producción de energía o de alimentos para consumo. ¿Se trata de una contradicción a nivel ambiental?
LH: Depende del caso. Es un dilema moral importante: si producir para la movilidad energética o para comer. Y el hambre en el mundo se está incrementando. Además, es una decisión ética que interfiere con los negocios. Cada vez más estamos cortando los bosques para producir aceite de palma o soja, y eso destruye la biodiversidad. La tendencia humana es a conservar sólo lo que sirve a la sobrevivencia humana, como comida o como insumo. En algunos países se está trabajando en la producción distribuida y eso implica que cada casa puede producir energía –por ejemplo, solar, por medio de paneles–, lo que repercute en una reducción de la demanda y evita la rivalidad por competición. Esto va a sustituir varias plantas hidroeléctricas.
JD: El tema es que un tercio de los alimentos que se producen no se consumen. Entonces el problema del hambre en el mundo tiene otras soluciones más allá de forestar, como cambiar nuestra dieta. En Uruguay está la oportunidad de hacer blockchains, intensivas en energía en base a los molinos que no se utilizan durante la noche. Eso puede implicar también una diversificación para el productor agropecuario; que no solamente dependa de vender la leche de la vaca, sino también de otro tipo de negocios, compatibles con la producción de energía.
¿Cómo se debería repartir la responsabilidad por estos temas entre gobierno, productores y consumidores?
LH: Creo que lo más importante es la concientización de parte del consumidor, porque este influye tanto en la producción como en las políticas nacionales.
Si bien Montevideo no es un caso crítico en la región, en los últimos años ha aumentado la demanda de automóviles y el tráfico automotor en las calles.
LH: Las grandes ciudades de la región sufren enormemente la contaminación atmosférica. Hay muchas personas que mueren por esta causa, por la inhalación del carbono negro que sale de los vehículos. Desde PNUMA trabajamos sobre los estándares de calidad para el combustible, para cambiarlo por otros de menos impacto, la descarbonización del transporte, impulsar la electricidad como fuente de energía en metros y autobuses y por carriles dedicados exclusivamente a esos sistemas, para tener un transporte más eficiente.
JD: Todo el mundo quiere tener independencia en movilidad, lo cual es lógico, y hoy en día esto está asociado a tener nuestro propio vehículo. Por eso el transporte es la fuente de emisiones de carbono que más rápido está creciendo en la región. Hay una oportunidad para tener mejor calidad de vida, mejor calidad de tiempo y reducir la contaminación por carbono, pero la electromovilidad es una transición. Un día, no lejano, vamos a tener autos autónomos y compartidos, va a cambiar el paradigma de cómo nos transportamos. Y anticiparse es una oportunidad de innovación, porque requiere de start ups y trabajos calificados que reinventen los procesos. No es sólo poner buses eléctricos en las calles, tiene que cambiar el modelo de negocio. Los chicos que aprenden en la UTU no pueden seguir estudiando los modelos de combustión, los bomberos en un accidente no pueden venir con una sierra eléctrica, hay que recalcular las rutas, conocer el comportamiento de las baterías en función del clima, entre otros. Si Uruguay quiere apostar a trabajos de calidad, este tipo de oportunidades las tiene que tomar.
¿Qué papel juega el transporte público?
LH: Un papel importantísimo. Es la forma de transporte de la gente más humilde, porque es alcanzable y pueden llegar a tiempo a su trabajo. Los gobiernos deberían, en primer lugar, apoyar un transporte masivo, eficiente y a un precio social, no competitivo, para que las personas puedan usarlo.
JD: Para que los números sean rentables, hay que invertir en transporte público. No es sólo en el ómnibus; hay que pensarlo como un ecosistema, articularlo con los autos, las ciclovías, peatones y trenes. La industria se está moviendo a la movilidad eléctrica. India y China ya anunciaron que para determinado año no van a aceptar vehículos a combustión y esto implica un cambio en la producción. La señal es bastante clara. Nadie va a producir sólo para Uruguay. El hecho de anticiparse va a significar mejores trabajos, ahorros en costos y mejor calidad de vida. Y esto puede ser una manera de darle contenido al sello de Uruguay Natural.